lunes, 29 de junio de 2009

Piazza Navona

"Río profundo", dijo Alberto, el que nunca se tendría que haber ido. "Va a asomar el río profundo", le dijo a Néstor.
Extraído del blog de Martín Rodríguez



1. El tema será relatar sensaciones. Todos los que apoyamos una forma de poner la política en práctica, en estos últimos seis años, nos sentimos un poco más sombríos a partir de ayer. Ese río profundo que recuerda Martín en su valiosísimo texto (no me gusta decir post, me suena a cosa última, avant-garde de Palermo Soho) no era ni por asomo una idea pánica de pueblo, sino ese reflejo condicionado de la genética conservadora, tan pragmática como incitadora de la más perversa ingnorancia. Está claro que 2001 -ese grito de guerra digno de un recital de Ricardo Arjona ("que se vayan todos")- nos reservaba algo más para nosotros (es decir, para aquellos que creemos en la política como inserción de conceptos móviles en el campo social): una segunda parte de aquel penoso sintagma. Y esa segunda parte o ampliación era: que se vayan todos ellos. En la pauperización del reclamo totalizador, siempre se esconde el poder de selección. Si no, díganle al por estas horas felicísimo rabino Sergio Bergman, un fumanchú fascista capaz de transformar cualquier discurso humanista en una cruzada contra la libertad de expresión de las corporaciones, cualquiera fuera ésta, rubro o sector. Por otro lado, el sufragio no sólo es útil por su manera de intervenir en la dinámica política de un país: también es el ADN del votante, y básicamente, su mapa evolucional. Habrá que tomar en serio la necesidad de consolidar un modo de hacer política, aunque sea arcaico, es decir, convencional. Lo digo: debemos reencauzar aunque fuera una forma alfonsinista de trabar diálogo con quienes realmente se puedan tramar políticas públicas, y no esta idea liberal reformista que siempre nos depara la sorpresa del retroceso.
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2.
Si algo dice el ultrasónico discurso de Nanni Moretti en Piazza Navona, en 2002 (ver el video al final del texto), es que la autocrítica nunca llega a destiempo, por más dolorosa que fuese. Pero la autocrítica, en este caso después de la derrota del oficialismo en las legislativas, no debe venir de la mano de los recursos críticos de los adversarios o de los que no votaron al gobierno (no tienen por qué ser adversarios), porque ahí estaríamos sugiriendo que la forma afecta la gobernabilidad; es decir, el modo, eso a lo que siempre se le criticó a la presidenta: la soberbia, la altanería (lo mismo se le decía a Alfonsín, pero ya no importa: está en su bronce) cuando a Menem siquiera se le censuraba su frivolidad, salvo excepciones. Y el problema no es sólo la forma, sino la lectura radial que se haga del signo ausente, que es la idea naturalizada de un poder (después de 2001), que fuera reconstructor de códigos perdidos en los años 90' y principio de 2000, pero sin avanzar sobre la noción clásica de "tolerancia" y "consenso", ahora reestablecida por una oposición no sólo heterogénea, sino sin límites a la hora de mostrarse como una alternancia eficaz. El error es haber creído en la ley de proporcionalidad peronista, que asegura que a mayor capacidad de acumulación, igual número de sufragios. Para que esa ecuación funcione hace falta un adversario externo al partido, porque dos contendientes de la misma lógica terminan fagocitándose. Lo dirigentes peronistas debieran, a esta altura, manejar ese detalle -no menor- que ahora parece conocer todo el mundo. Y es el peronismo quien entendió com nadie los efectos de estos cruces internos: uno, en 1983, y otro, en mayor medida, en 1999. No sólo es el electorado quien recuerda el menemismo, sino que algunos olvidan las causas de sus derrotas. En fin, qué cosa.
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3.
Deciamos: Piazza Navona, 2002, Moretti (no el cantante de Estelares). Habrá que sacudir el discurso sin empobrecer el lenguaje. Ahora resulta sencillo determinar que la licuación del kirchnerismo (porque es así, hasta acá llegamos. Una vez, volvimos. Ahora, ¿fuimos?) responde a una errática manera de resolver un conflicto sectorial, como el del campo. Lo importante de volver a empezar es ubicar el punto donde terminó la última batalla. De otra manera, no reconociéndolo, haremos de la política la sobremesa de una tertulia repasada sólo para viejitos piolas, y de memoria. Y no queremos semejante cuadro para nuestras vidas.
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4. Habría que observar hasta qué punto la acumulación y construcción de un poder (Kirchner, 22%, 2003) no fue parte de una estrategia mayor del conservadorismo, al ceder en su momento, con la renuncia al ballotage del hombre de Anillaco, un espacio que estaba agotado, pero que más adelante (incluso hoy) sería reabsorbido por una fuerza neo-menemista encabezada por otro Jefe. Huelgan los nombres, para qué mencionarlos, si están a la vista. Así, desaparecido Menem de la escena fuerte de la política, el error que prevaleció (es sencillo decirlo ahora, cuando todo) fue creer que un "hombre", o más bien un gentilicio duro, daba por terminada una etapa para comenzar otra. Y esto no era exactamente así.
Otra: si bien el aporte del kirchnerismo sobre el discurso cultural-político no será interpretado hasta bien entrada la década del 10, confluiremos sin embargo en los ejes básicos del entramado político K. Marquemos al menos tres: 1) revisión y puesta en su justo lugar de la memoria reciente (juicio a represores, instalación y valoración de la experiencia de las luchas sociales y políticas de los 70'); 2) la inclusión en el mapa de la Nación de una previsibilidad institucional (cambio de la Corte menemista), y 3) la recuperación de la idea de Estado, basada en la dinamización del campo laboral -paritarias, convenios colectivos, aumento de salario, etc.-, además de la solidez de la solidez de las cuentas públicas y la rejerarquización de un modelo redistributivo. Todos estos tópicos versus el modelo completo de la Argentina neo-reaganiana de los 90', son -of course- antagónicos. Hasta Olivia, mi hija de 9 años, lo sabe al dedillo. Sin embargo aquello que ganó terreno este domingo 28, es lo que se mantuvo congelado en la memoria pragmática de cierto sector de la población, y que no toleró la revisión permanente del comportamiento global de una sociedad imprevisible. Si algo debe aprenderse de esta etapa, es que no se puede soportar mucho tiempo ser señalado. Lo que finalmente ocurrió es que el pretendido "golpe institucional" del renunciamiento de Menem a la segunda vuelta, terminó en la reconversión de los tópicos menemistas. Se puede leer en el arquetipo de cualquier film del género de terror: a los muertos insepultos hay que clavarles una estaca en el corazón de su sistema, de otra manera regresan, se vuelven inmunes. Y cuando más atrás se dice señalado, esto también le cabe a ciertos sectores progresistas (Solanas, Ripoll, Zamora, etc.) de la política nacional, que prefirieron dar la espalda a este gobierno, a pesar de levantar banderas muy caras de cualquier izquierda -léase salarios, empleo, o defensa de los derechos humanos-, sólo porque su sector no ejercía el poder para llevarlas adelante. Para ellos, su pedacito de triunfo de la centro-destra. No digo con esto que debieran reverenciar a los gobiernos K, pero por lo menos no ser tan políticamente mezquinos. Quienes tienen edad suficiente, comprenden en su totalidad cómo les debe haber costado a las Madres y Abuelas tener la confianza suficiente para apoyar cualquier proyecto de gobierno.
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5. La renuncia de Kirchner a la titularidad del PJ nacional, y horas antes, de Graciela Ocaña en el ministerio de Salud, no hace más que aumentar la lenta depreciación de la calidad humana de la política en nuestro país. Cabe suponer que cuando la derecha consolide su hegemonía (derecha: no sólo privativo del PRO, sino también del radicalismo emergente en Cobos, esa derecha lavada de discurso, insuficiente cuando debe crear políticas activas), cuando finalmente el monstruo anti-siniestra se regenere, habrá voces alertas sobre la posible pérdida del rol del Estado, sobre la privatización del sistema jubilatorio, etc., porque en verdad debieran hacerse un mea culpa, y criticar qué clase de idiotas útiles tienen sectores del progresismo de nuestro país, que a sí mismos se cancelan la posibilidad de crecimiento político porque no puede ampliar el espectro que cree representar. Para muestra, este botón: en el debate porteño del programa "A dos voces", de Marcelo y Gustavo (a partir de ahora, es muy pro llamarse por el nombre de pila), Pino Solanas estaba más enojado y furioso con el kirchnerismo que con la derecha neo-menemista o el liberalismo evangélico de Prat Gay. ¿Y el por qué de su enojo? Bueno, se disputaban campos semejantes. Pino obtuvo un más que meritorio segundo lugar en Capital, entre dos derechas, la menemista y la del Acuerdo, sin presentar una gran estructura con relación a las otras fuerzas. Pero sigue sin tener estructura, y por consiguiente, Pino llegará hasta donde llegó. No más. No hay mucho futuro si no se está preparado para hacer una amplia alianza de sectores, que incluya a los que ellos mismos denostaron en esta elección. Y eso no sucederá. La derecha gana 5 a 0.
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6. La oposición colocó al gobierno en el debate informe de seguir sin peso o caer con todo el peso, pero sin ley. Ahora asistiremos a un gobierno sin legitimidad, al punto de poder abandonar el poder. Hoy habló la presidenta. Para TN, la jefa de Estado minimiza la derrota, cuando, a su manera (otra vez la forma, el modo, "la cartera Vuitton", etc.) sólo estaba reconociéndola. Decíamos que ahora asistiremos a un gobierno sin legitimidad, pero cuya ausencia sólo consagrará lo que ciertos adversarios vinieron a buscar, retroceder el tiempo, exactamente al 28 de marzo de 1991, día de la publicación en el Boletín Oficial de la llamada Ley de Convertibilidad. Reinstalarla es complejo, se sabe, pero no impedirían con ello reinterpretar los efectos de esa paridad maléfica para el país (algunos ya adelantaron su preferencia por volver a las privatizaciones). Por eso, la palabra de Nanni Moretti es luminosa por sí misma, salta desde su poder de enojo al deber de enchastarles en pleno rostro, lo que piensa de su propia dirigencia. Moretti interpela el corazón mismo de la burocracia de la izquierda italiana, pero también sacude la vanguardia ideológico-política que llegó tarde al reparto de sustituciones. Y Nanni Moretti lo puede hacer porque grita. Nosotros aún no nos enojamos siquiera como sociedad, porque en parte, nos damos vergüenza. Sí, que se vayan todos, y la sociedad decidió irse al mazo.
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7. ¿Cómo podría darse nuestra Piazza Navona? "Sono avvilito, frastornato...", Nanni dixit. Girotondi.
El problema sigue siendo nuestro. Si parafraseáramos a Moretti diremos que "lamentablemente, ahora que la caricatura se ha convertido en realidad, no debemos buscar excusas o razones que no estén en la velocidad con que en las últimas semanas no nos hemos movido". Y todo esto, ¿no se parece en mucho al comienzo de El Fiord?

El cineasta y hombre de la centro-sinistra Nanni Moretti, acusando a los dirigentes de la izquierda italiana de inútiles para enfrentar el poder de Berlusconi. Piazza Navona, febrero de 2002.

lunes, 22 de junio de 2009

Diario del autobombo (2): textos de "Circular"

10

Esto es un dispensario venéreo. Las mujeres
hacen fuerza; las criaturas gritan como gatos.
Un monopolio es un adaptador miserable,
ni más ni menos. “¿Aquí venden impertinentes?”
Con ellos verás las estrellas a plena luz, si te ponés
detrás del coro. Estás largando más que a paso,
si no querés sacudirte por la fuerza. Anonadado,
permaneció sin moverse, sudando de gusto,
tomando las abarcas, y con sigilo las casetas
símiles de casamatas, después largándose
al trote largo. Por un lado, lo acechaba
un nuevo sobresalto, siniestro manchón
oscuro en el rosicler. El regocijo, prematuro;
la casa, dos últimos golpes; en la cocina,
flaquean las piernas; un berrido,
hasta desgañitarse; todo de pasada,
tomando nota de algunas circunstancias.
En el cementerio, el vivo se siente pesaroso.

Un olor a materia flotaba en la tierra,
en tanto un charco no paraba de secarse.
La necesidad obliga al ojo a proteger las especies.
La cosa no se marcha; cualquier nido no tarda
en ser visto. “¿Creías que no daríamos
con vos, en esta madriguera?” Se recuesta
a su lado, en el almiar, recogida las piernas.
Una aclaración: “Eso de sacado es suave.
Mejor decir robado”. Y un dispensario
no es un monopolio, ni más ni menos
que al acecho de un nuevo sobresalto.
Oscura es la mancha en el rosicler.

















16

La imaginación, y su cualidad de fluido;
por lo que cada vida es un centro de interés.
Los que llegan, lo hacen a pesar. Porque
se dedican al ocio; porque uno a uno
son repeticiones. Pero este filón está demasiado
abarrotado. “Un error constituye la antesala
del descubrimiento”. Y como se sabe,
habría que efectuar la prueba.

Por el momento se siente impresionado,
aunque sin un juicio adecuado para su talento.
Quizá sea así, pero es tarea de otros
despertar el interés. Y tal confusión
me afirmó en una sola idea: nadie.
“La verdad palmaria”; “los libros-ceniceros”.
Una escaramuza así podría frustrarse.
“No creo en las visiones de los santos
como verdades palmarias”. Un hecho.
Sí, pero las dudas apenas pasaban de ese punto.
¿En qué modo se debe razonar? ¿El techo
de mi boca o el techo de una casa?
No estoy ni un poco muerto,
de acuerdo a mis cálculos.

Cierto día me sobrecogió ver a un niño
sobre unas rodillas, para castigarlo después
con un látigo de cuero. Hallaron escrito
con lápiz “NUESTRO PADRE”, no con tinta,
donde se refugia sin atenuantes “la verdad
palmaria”. Por aquí hay que empezar.
Algunas tareas sólo se hacen delante
de una piedra de afilar, y un chifle.


17

“De jóvenes tuvimos dos, pero no prendieron
en este mundo”. Era joven, frescota, pero le pasó
no sé qué y sanseacabó. Por más esfuerzo,
todo fue en vano. “Traéme de allí en el faldón
aunque sea un chiquitín ucraniano”. Lo llamo
“tonto tiznado”, me santiguo ante los íconos,
pongo lo mío en camino.

La fresca estaba sumida en penumbra;
por las rendijas de las maderas se filtraba
una luz amarilla. El piso olía a extracto
y a hierbas de la planicie, mientras saco
de la bodega una cazuela con leche fría.
“¿Me preguntás qué pruebas tengo?”
Algo de eso hubo, porque indisponerse
con él es delicado (delicado), y hace
unos años tuve palabras por su causa.

Pero una noche empezó a arder la cocina.
Todo era una misma tea. Se dice ribetes
de una vieja ofensa. Así sucede cuando
uno se indispone con él. El estampido
de un revólver, sin dar siquiera cinco
o seis días, vivo o muerto.

No salir tarde de casa, ni encender la luz.
Eso es todo lo que se requiere. Bien,
manos a la obra, porque nadie duerme.
Si huye pondrá tanta tierra de por medio
que no daremos más con él.

“No te preocupés, no escapará”. La noche
tendida en un cáñamo. La noche completa.



18

No bien se lo frotó hubo un tono mental
y un peinado al agua, antes de desocupar
la casa. Pero al final se lo pagó.
“Los que no leen hablan por teléfono,
o se frotan mucho las manos”. “Hace
unos días tomamos al azar, sin elegir
lo conocido, por aquello que creemos
comprender y es azaroso”. Todo
emanaba del contenido de la voz.

En la realidad hay varias pautas, y cada una
de ellas un exceso de conflicto. “Y erré
dos veces la pista” (J. H y R), pero
una incandescencia confinó la ceguera
hasta la impostura; no sabe si él
o un talismán le sonreían. Por lo que
cualquier maniobra que involucre una
palabra es una escintilación de pronto.
Vale la pregunta: ¿el techo de una boca,
o el techo de mi casa? ¿Y qué cosa sería
una escintilación? ¿Y una escintilación
de pronto?

La respuesta está a resguardo en una casa
azul llamada MI SUEÑO, dominio de Helvecia,
la anciana que vive frente al bungalow
de mi cuñada Eugenia, rebautizada Ugenia
(por Helvecia), en Monte Hermoso.
¿Es Helvecia la protectora del sentido
de escintilación, o del techo de una boca?
Si no, debo ser un simple opositor.

Así no hay respuesta, pero sí un saber.
Y digo: después de esto, cuando ocurra
el estampido de un revolver. Habrá otra cosa.

Nadie lo sabe.







26

Observo que, junto a la muñeca, asoman
los huesos de la mano. Qué dolor.
Una mujer me los conectó en su sitio,
pero de poco me sirvió, picado firme,
ya que al año se me volvieron a salir.
Despliego mis alas y las sacudo en la cabeza.
Siempre fui un tábano revoloteando sobre
las personas. Cuando bajo me desprendo,
o desactivo. Un locus, detrás de las puntas
de los pétalos. Quise montar, pero no pude:
alcé varias veces el pie hacia el estribo,
y otras tantas se desprendió el arzón.

En el camino de regreso (bien, estaba
en camino) conversó sobre la luna, rodeada
por un halo, un anuncio de lluvia. La chica
entiende que la luna lloraba. “Es usted
un perverso”. Porque quería fornicar
con un alma, lo mismo que temerle
reverencial al destino. Yo también tenía
un aire virginal. Opinaba que convertir
cualquier carga en un precio exorbitante,
era sembrar la discordia. Es el ostracismo
de todo un sexo (“y un vínculo es un vínculo
de dolor”), lo que nos lleva a frases tales
como “en la Edad Media, la fe se eleva
cantando hacia el firmamento”.

Y ese el motivo por el cual me apantallo
en días de calor –ninguno que derrita
el infierno. Sólo debo apantallarme
para refrescar esos instantes donde,
justamente al calor de las ideas, lloro.
No se trata de una emoción repentina,
sino de una certeza que al sobrevenir
resultó inesperada.


44

“El herido mostraba un terrible aspecto.
La cara lacerada con la nariz hundida
y la boca oculta por pingajos de piel”
(The Painted Bird, Kosinski).
Esa masa luego se movió como
si pesara trescientos kilos.

El oficial se echó hacia atrás, y ahora
su rostro ocultaba por la luz del sol.
Una transparencia mantenía ese semblante
entretenido, lo mismo si mudara de piel.

¿De cuál lado estamos gritando ahora?
¿Del muerto? Tomemos lo mejor de él
y sigamos adelante (Gordimer). Pero
por qué debo ser la excepción. La tempestad
más trascendental de mi vida data
de esos momentos. El acento de una voz
y el sonido de un rabel, porque nada
resiste a la fuerza de su voz. Nunca
quise creer en lo que sucede delante
de mis ojos, pero una voz como esa
es asunto serio. No hay quien lo niegue.

El silencio sobre mí, como una capa,
gruesa, de arena seca. Contra un fondo
tenue se proyectaba cosa indeleble.
Siempre fui un tábano revoloteando
sobre las personas, y ese es el motivo
por el que me apantallo en días de calor.
Ahora hay una brisa, tras momentos de mar
inmóvil. ¿Son esos pensamientos los que
deben ocuparme? Puntos en suspenso.

Al anochecer, cuando se fueron, volvieron
por sus despojos. Permanecí callado,
estudiando sus rostros. Un locus.

sábado, 20 de junio de 2009

Diario del autobombo (1): Entrevista por "Cinco por uno" (Vox, 2008)

Este reportaje fue realizado por Damián Toschi en su programa "Derecho de autor", que se emite lo sábados de 21 a 22, por Radio Universidad de La Plata AM 1390. El audio de la nota puede escucharse en http://damiantoschi.blogspot.com/2009/05/mario-arteca-autor-de-cinco-por-uno-hoy.html
P: Leer "Cinco por uno" me genera preguntarte por la poesía militante. Hoy se habla mucho de contar esa poesía militante desde las entrañas de haberla vivido, ¿cómo es contar la historia en formato poético? ¿Hay una poesía militante, específicamente hablando?

R: Mirá, parece ser una pregunta referida a escritores de otros momentos, de otra época del país, a otra temperatura política. Más allá de este revival que estamos viviendo en estos últimos años, hay una transformación, o más bien una mirada más interesante con relación a lo que se pueda llamar realmente la "poesía militante". En verdad pertenece a otra época esa observación. Creo que hoy la poesía política tiene que ver con una tamización de esa mirada, trabajar ciertos valores que deja la historia, la política, y en eso, los cruces de géneros, que hace que la poesía tenga otro tipo de alimentación, y por eso hoy la poesía no está tan apegada a la realidad, sino que existe a la vez un distanciamiento y una mirada con relación la realidad.

P: ¿Y eso explica el fenómeno editorial de las novelas y de la historia militante en contraposición con la poesía?

R: A ver. La poesía, aunque haya escritos extraordinarios que justifiquen su publicación, sigue siendo un género minoritario. Eso es lo que pasa y lo que está pasando en los último cuarenta años. Fijate que hubo fenómenos de rescate de excelentes poetas argentinos, como Arnaldo Calveyra, de Juan Carlos Bustriazo Ortíz, o de escritores desaparecidos como Roberto Santoro y Miguel Ángel Bustos, y sin embargo la venta de esos libros no ha sido masiva. Es decir que ahí hay un obstáculo bastante claro, de lectores que no se acercan a consumir determinado tipo de poesía, más allá que desde hace diez o quince años, la poesía supo ganar más lectores en comparación con otros momentos, y eso tiene que ver, en parte, con la aparición de las denominadas "editoriales chicas", que publicaron a la vez a buenos y malos poetas. Tal vez, a diferencia de la narrativa, que tiene de inmediato lectores ávidos y curiosos, la poesía necesita de otro paladar y eso atenta con la construcción de determinado tipo de lector.

P: ¿Cómo encuadrarías tu trabajo, y con relación a quiénes, dentro del género poético?

R: Es difícil eso de colocarse en algún lugar. No me veo dentro de determinado tipo de escuela poética. Se puede decir, por ejemplo, que Cinco por uno es un determinado tipo de libro, si tomamos en cuenta el cruce de géneros, porque contiene un formato epistolar, el pastiche, el panfleto burdo, o un estilo lírico puro, y también es una mezcla, algo así como cinco esilos en uno, y por eso uno diría que estoy más cerca de una poesía como la de Ernesto Cardenal, aunque no hay nada más alejado de mí que la poesía de Cardenal, no porque el nicaragüense sea un mal poeta (para nada lo es), sino porque existen intereses estéticos absolutamente diferentes. En ese sentido, me acerco más a cierta poesía conceptual que se escribió en este país en los últimos años, como la del bahiense Sergio Raimondi, que trabaja un tipo de género más ligado a la crítica de lo histórico, etc. Tal vendría más por ese lado.

P: Me llamó la atención uno de los graffitis que están en tu libro, ese que dice "El pueblo llora a Perón. Isabel a Bunge y Born. Montoneros". En ese aspecto, ¿cómo fue el proceso de elegir los graffitis, las pintadas que componen el cuerpo de este libro, a partir de los cuales escribís esta obra?

R: Bueno, los graffitis fue un trabajo que hicimos inconscientemente (en todos los sentidos, primero porque no sabíamos el destino después de haberlos anotado, y también, inconscientemente, por la época en que fueron recopilados), con mis hermanos Raúl y Gustavo, a los que está dedicado el libro, además de una profesora mía de Geografía en el Nacional, que está desaparecida. La cosa es que fuimos anotando por diez años esos graffitis que se podían leer en la ciudad de La Plata -seguramente mucha gente se acuerda, porque formaban parte del paisaje natural de la ciudad antes, durante y después de la dictadura-: lamentablemente se han perdido porque se han pintado las paredes (por lo menos hicieron algo), y se ha esfumado esa riqueza histórica; más tarde me pregunté ¿qué puedo hacer con esto? Y me dije que la mejor manera de trabajar ese material era el collage, o también, como dicen algunos técnicos en literatura y pintura, un cut-up, una especie de corta y pega que va circulando y atravesando todo el libro no en forma cronológica sino aleatoria, como si el tiempo estuviera disuelto, y por obra de la circulación, cobrara de alguna manera un nuevo sentido. Algo así como un presente que muestra temporalmente lo sucedido, en una especie de lengua muerta, desaparecida. Una lengua fuerte en un momento histórico preciso.

P: ¿Qué sucede ahora cuando pasás por alguna de esas paredes donde había una pintada? ¿Se te ocurre pensar que los graffitis políticos de hoy son menos ideológicos que los de hace diez o veinte años atrás?

R: Eso es absolutamente cierto, y ese detalle no tiene que ver necesariamente con reificar una época, sino marcar determinado momento. Bueno, diez años de menemismo no fueron en vano. Pasamos de "El pueblo llora a Perón. Isabel a Bunge y Born", a "Kitty te amo", lo cual no está ni mal ni bien, seguramente el hombre ama a Kitty y está muy bien que así lo ponga, el problema es que las paredes ahí no hablan, y cumplen otra función: ser manchadas. Tal vez las paredes de antes tenían una ideología en sí misma, es decir, se llenaba la pared como si se completara un libro. De alguna manera, eso era un lenguaje cifrado, y a veces mensajes muy directos entre distintas agrupaciones políticas.

P: ¿Cada sector tenía su pared?

R: En una época, sí, y se respetaba mucho. Incluso algunos años después de la victoria de Alfonsín, se respetaba determinado sector y tramo de alguna pared. Me acuerdo en esa época, al radicalismo pintando frente al edificio de Rentas en La Plata, y por ahí pasaba un grupo peronista, y alguien decía: "muchachos, acá no, vamos a dar la vuelta", y no se tiraban con un botellazo por la cabeza ni mucho menos.

P: Había códigos...

R: Y, había ciertos códigos básicos, como respetar mínimamente los espacios. Parece que ahora no hacen falta códigos, porque hay una desideologización fenomenal y en verdad no hay demasiadas paredes para pintar. Casi que no existe más la militancia.
(...)
La intuición narcisista del afuera, del poder vivir, se sustituye por una ilusión
de autonomía. Espejo, imagen remota, capaz de ser desposeída. “Militares
asesinos”, PRT. Libertad a Isabel. El dilema es enternecer, pero se desea a sí mismo
porque no se posee a sí mismo. Está desposeído: la potestad importa,
y uno puede adorar, pero solo. Sonrían al cajero. Fuera del ámbito de este
espectáculo la emoción no se siente. Y se penetra en el teatro de esa otra parte,
a fin de concebir en tolerancia. “Lo hago sólo para conseguir algunos pavos”;
“Lo hago sólo por dinero”. Distinguir entre el trabajo y el resto de su vida.
“Villar y militares serán aplastados por la justicia popular”, JP (44, 27 y 28).
“Ayer los asesinos de Trelew, hoy los fachos, los milicos de Isabel. Juventud
Revolucionaria Peronista (28, 43 y 44)”. “El pueblo llora a Perón. Isabel
a Bunge y Born. Montoneros”. Ibidem street.

Ya no vivían solos, aislados; ya eran dos y uno solo, para siempre.
Era su vida, la de ambos. Se da como destino heredado, carga, peso;
algo que no oprime. Se da como fusión. Viejo lobo, venís a verme,
con una tunda de perillanes en la molondra (un horror; o no). Así,
y tras cruzar la luna con marea alta. “Cuchi: esta es la primera vez
que te escribo en esta máquina. Lo primero que quiero decirte
es que a lo largo de estos años se ha ido acrecentando mi amor
por ti, etc., dificultades, sueños, etc. Con el beso de todas las noches”.
Etcétera, hijos, compartir vida. Etc. Los muchachos ahora aprendieron
a no preocuparse. Caen, se arrastran. El seductor que presume de iniciar
(Karl Kraus) a las mujeres en los misterios del amor (Kraus).
El extranjero que desembarca en un puerto (Kraus) y quiere ser
el guía para mostrar las bellezas (Kraus) de la ciudad (K).
(...)
Fragmento de "Cinco por uno"

jueves, 18 de junio de 2009

Wołica + Quicksilver Messenger Service

"Mona", por Quicksilver Messenger Service, en USA, 1969.

Atiendan por favor a este detalle fundamental: en el minuto cuarenta y cinco segundos, la tercera persona (con sombrero sureño) no es otro que Grzegorz Wołica, padre de Arno. ¿Qué hacía Grzegorz en Estados Unidos, escuchando un recital de los Quicksilver Messenger Service? Lo que hacía era tan secreto que, de una vez por todas, carecía de sustento. Grzegorz siempre fue un fanático de los Quicksilver, y en especial del guitarrista John Cippollina, por el que sentía un verdadero aprecio personal. Dicen que el tema "Mona" inspiró a Grzegorz a dedicarse, por un lapso de siete meses, a beber elixires y tomar alucinógenos, y más tarde, adoptar un hurón, al que lo llamó "Mona", por el tema de los Quicksilver. Otra cosa: la mujer que aparece en el fotograma, entrada en carnes, es la madre de Arno, Nina Pietpietrowicz.

jueves, 11 de junio de 2009

Los mundos de Arno Wołica (6)

Algunos apuntes sobre Spektakl w pełni księżyca. Traktat Licantropía (El juego de la luna llena. Tratado de licantropía). Decíamos que este libro ambicioso (sólo comparable a Zettel Traum, de otro Arno, pero Schmidt) presupone una obra consumada, y un punto muy alto en la carrera literaria de Arno Wołica. Esta obra, decíamos, se construye en un doble movimiento entre el ensayo y la lírica.
Magnus Wołica, famoso velocista polaco, a punto de obtener la medalla de oro europea de los 500 metros, en Lwow, en 1999. Obsérvese el grado de progresión de la enfermedad genética de su familia. La tragedia siempre fue un signo en los Wołica. Magnus se reportó, cuatro años más tarde, como desaparecido, mientras viajaba en avión hacia una competencia en Portugal. Hasta el momento nada se conoce de su paredero.
Lo notable del caso es que los poemas que comprenden la segunda parte poco y nada mantienen relación al trabajo sobre licantropía, y es por eso que podemos observar esos textos, como una manera de exorcizar los efectos del malditismo reverencial que Vukodlak propone como eje gestáltico de la familia Wołica. Los textos poéticos trabajan, eso sí, aquel destino ambulatorio de los Wołica, narrado en la anterior entrega, y la mirada del poeta que irá recogiendo en esos devaneos del exilio interno, la vida de los seres de Koszalin aquejados por la miseria y la soledad. Estas son enfermedades de la realidad que nuestro autor emparenta a la condición de su familia como un clan despreciable y estigmatizado por sufrir, generación tras generación, de una extraña mutación pilosa. En la serie "Downtown" queda patente la mirada desoladora de Wołica:


Downtown 1

Me doy cuenta
de la precariedad
de mi posición
No vivo en ninguna
parte Voz y voto
para esta pequeña
comunidad


Downtown 2

Que hablen Que nos ayuden
Tuve que gritar que no
Un no desde un sí camuflado
Un arsénico difícil de digerir
porque aún como esas manchas
de roña no existe la hora
en que todo huele
a moho orina y vejez
en ese orden

Y aquellas casas
son el derrumbe
Tienen branquias
tragan aire
con la voracidad
de un pez extinto
atrapado en la red

Downtown 3

Llueve en Koszalin
Las llantas de los autos
son la pandemia del fracaso
No se le puede echar
por siempre la culpa
al tiempo Acababa
de contemplar unos frescos
de Mabuse y a pesar
de eso no supe decir
nada verdadero
Hay regalos tan frágiles
que se hacen polvo
en cuanto los entregamos
a terceros


Downtown 4

Por segunda vez había doblado
a la izquierda Delante
de esas esculturas atléticas
se levantaban unos caseríos
Por todas partes las momias
de vagabundos acorralados
por el frío
envueltos en periódicos

Térmica de un grado
Fila de ancianos
hacían de lo poco estable
una muralla de papel japonés

Una camisa negra a lunares
y mi sombrero ladeado
infectado de lamparones

Ella y yo teníamos
la mismas gotas de sudor
cubriendo las mejillas
Más allá de esta descripción en cuatro series de la vida en los suburbios de una ciudad a orillas del Báltico, Wołica consigue en otro poema, "Maremoto", traducir la sensación de inestabilidad emocional en un pequeño tratado de ironía finisecular:

Quizá recuerdes mis bromas
No era lo mismo quererse
en una playa o una cabaña
rodeada de arroyos
que esta ausencia de nieve
que nos obliga a vivir
la misma vida ¿Es esa
la carga que te echas encima?

Parece que hemos llegado
Mientras giran las pantallas
de TV dejo de hablarte
Esa es la carga
que te echas encima

Parece que hemos llegado
cuando pides que te siga
En el fondo más allá
de las formas estás haciendo
lo que todos esperaban
que hicieras

Hace un frío húmedo
y el aire contiene millones
de gotas aterradas
En eso estás quitándote
el maquillaje La novedad
se perdería si te lavaras
los dientes

Ahora camino sin prisa
con los puños cerrados
Algo me dice que aún
sos la misma promesa

Hasta aquí algunos de los poemas de El juego de la luna llena. Pero para analizar la construcción sinuosa del ensayo sobre licantropía, necesitaremos por lo menos una entrega más. Estamos hablando de uno de los textos más irreverentes del pensamiento moderno europeo. Recordemos las palabras del filósofo esloveno Slavoj Žižek, ni bien apareció esta obra, editada por la casa editorial de Koszalin, Azot, y reeditada tres años después por el sello de Ljubljana, Dušik: "El universo de realidades alternativas de El juego de la luna llena es cuidadosamente ambiguo. Por un lado, nos dice que vivimos en el mundo de realidades en las cuales un destino siempre conduce a un final catastrófico; por el otro, el texto de Wołica nos asegura que, de acuerdo a la época, podemos retornar sin memoria al punto de partida, y lejos de hacer otra elección que implique reiterar un error suicida. A veces, nos enseña Arno Wołica, puede hacerse lo correcto variando los acontecimientos".

lunes, 8 de junio de 2009

Los mundos de Arno Wołica (5)

1. El profesor Bernard Lwiffentov, miembro de la Cátedra de Filología Asistencial de Oświęcim, y experto en los orígenes de la familia de Arno, sostiene una asombrosa teoría: algunos miembros de la familia Wołica, asentada en Koszalin desde los albores del Siglo XIII, padecían de una extraña mutación en su cuero cabelludo. Básicamente eran muy pilosos. Pero con una característica poco común: todos los miembros de la familia debían rasurarse barba y pelo cada diez días, de lo contrario asistirían a un fenomeno de cobertura general de sus facciones. Así de rápido crecían sus vellos.


El profesor Bernard Lwiffentov, el 7 de marzo 1993, festejando su cumpleaños número 75.

Y también las versiones más riesgosas. Una de ellas, refería a las pésimas condiciones de higiene de la familia del ahora reconocido escritor, y a un estado global de abandono que hacía del aseo personal y el cuidado del cabello, un capítulo salteado. La segunda versión, por supuesto, incluía la licantropía. Habrá que ubicarse en tiempo y forma: en aquella época esas elucubraciones eran, hasta cierto punto, admisibles. En verdad, lo que había sucedido era lo siguiente: a la Koszalin de 1257, arribó un hombre llamado Slobodan Vukodlak, de descendencia croata. Este hombre basaba sus relaciones cotidianas en el mal humor. Su desprecio por la raza humana trazaba un puente invisible, cuya única certeza era que alguien debía cruzarlo y llegar a él, sólo para mostrarle la inutilidad de tanto esfuerzo. Además era un viajero y un traductor del hebreo. Y lo cierto es que apenas ejercía su oficio, acorde la época, que era compleja y plagada de dificultades, sobre todo económicas. Para sobrevivir, este forastero malhumorado encuentra útil el oficio de escribir y apuesta a una salida rápida de ventas; pero para eso tenía que relacionarse y encontrar una tema atractivo para desarrollar, para posteriormente vender al público. En 1261 Vukodlak edita Każdy, kto czyta ten wejdzie, un breve tratado sobre el humor en la aldea pre-globalizada, y más tarde, Tods ptaków, Lubię wieprzowina, una guía más o menos pormenorizada del comportamiento de los pobladores en los alrededores de la campiña polaca. Lo que encuentra Bernard Lwiffentov en los textos de Vukodlak es un patrón común. Vukodlak relata en estos textos costumbristas las características principales de las familias de Koszalin: la desconfianza y los comportamientos nocturnos. A esto último se suma los detalles pertenecientes a la familia Wołica, y esa extraña enfermedad regenerativa de los vellos, llamada en estos textos "multipilosis koszaliensis".

2. Para Vukodlak, un hombre oscuro y supersticioso, esto era un signo inequívoco de que los Wołica estaban marcados por el signo de la licantropía, ya que los días de luna llena, los miembros de ese clan se ausentaban de sus casas, y algunos eran sorprendidos en pleno éxtasis ambulatorio, mostrando la abundante cabellera y el importante volumen de vello en manos y pies. Como la comunidad de Koszalin, atávica y conservadora, cruzada por la brutalidad rural, veía en los Wołica una amenaza latente, no hacían más que acelerar la desconfianza cada vez que se cruzaban con ellos: siempre se pasaban a la vereda opuesta, por lo que los Wołica pasaron años caminando en soledad, por una única vereda, mientras el resto de la aldea, completa, lo hacía por la otra.

Tomasz Wołica, capturado en el instante en que paseaba en soledad, delante de su propia congregación. El resto del pueblo se encuentra observándolo desde la vereda opuesta, mientras se traslada en sentido contrario al religioso. Esta toma impactante, de alto contenido emotivo, está fechada en abril de 2002, y muestra palmariamente el estado de aisalmiento del servidor de Dios en Koszalin. Tomasz Wołica fallece tres semanas más tarde, debido a las consecuencias de una pulmonía mal curada. Algunos aldeanos aseguran que se dejó asfixiar con su popio cabello, que le cubrió en días la totalidad del rostro, hasta quitarle el oxígeno. Son sólo habladurías. La foto es una gentileza de los herederos del extraordinario fotógrafo de Vojvodina, Czogor Nëszko (1948-2006).

Ese es el caso del padre Tomasz Wołica, tío directo de Arno. Tomasz siempre fue muy respetado en la comunidad, pero la divulgación de los efectos de la luna llena en la familia Wołica, hizo que su natural relación con los fieles decayera. Si bien nunca se le exigió la expulsión de Koszalin, el clérigo pudo celebrar apenas una sola misa más, y sólo con su familia (entre ellos, Arno. Después no). Debido a esto sucesos, es que Arno Wołica, siendo un escritor muy famoso, decidió encerrarse por unos meses y trabajar en el monumental El juego de la luna llena. Tratado de licantropía, publicado en marzo de 2000. Por esa época, Wołica sufría los efectos catastróficos de una crisis personal y matrimonial, sobre todo ante la aparición en su vida de la modelo y empresaria gastronómica Anna-Kryszta Lubicz (nacida Kryszta Szemenewicz, 14 de febrero de 1974). Arno cayó en la bebida y luego se auto-internó en una reconocida clínica varsoviana, que trataba a enfermos de las denominadas "drogas sociales".

Una imagen implacable: Arno Wołica, en 2001, tras una profunda crisis matrimonial y en un momento límite de su vida. Foto gentileza de la Polskie Stowarzyszenie na Rzecz Społecznej Kontroli Narkotyków (Asociación Polaca a favor del control de las Drogas Sociales). Publicada por autorización del escritor (© Arno Wołica).

Y como todo centro de encierro atraviesa una crisis generalizada, Arno creyó que ese libro devolvería de inmediato la curiosidad crítica sobre su obra, lo cual exorcizaría a su familia de los males de la proliferación chismográfica de Slobodan Vukodlak (años después, Arno supo que Vukodlak significa hombre lobo, en croata). El juego de la luna llena trabaja dos géneros contrapuestos: el lírico y el ensayístico. Para Wilhelm Schwertzmann, titular de la cátedra de Literatura Judía Centroeuropea de la Niederösterreich-Lutherische Universität Berlin, el texto licántropo de Wołica, "alienta una apuesta por la insuficiencia del sentido poético, sin perder tiempo en rodeos preliminares". ¿Qué significa esto: pobreza estilística, una nueva programática o nada más escritura polaca pura? En la próxima entrega contestaremos está encrucijada.

Arno Wołica bostezando (¿o aullando?) después de concluir la primera parte de Spektakl w pełni księżyca. Traktat Licantropía (El juego de la luna llena. Tratado de licantropía). La fotografía es una gentileza de Anna-Kryszta Lubicz. Varsovia, 27 de noviembre de 1998.

Muy bien, hasta aquí estos apuntes. Pero antes de concluir esta parte de la obra de nuestro autor, valdrá la pena leer El concepto de posibilidad, segmento lírico emblemático del libro licántropo de Wołica:


Un cierto pensamiento
nunca está muy lejos
El sentido de lo posible
como de aquello
de lo que soy capaz

...

Efectos del schibboleth

Preguntarse qué hay
después de todo
no tiene sentido

...

Entiendo por ello un orden distinto

Lineal lo es todo
No porque las soluciones
estén dadas
sino porque los problemas
están constituidos

A este paso la línea
termina en demarcación
"Esa es mi historia"

Pero no sabemos
si es a eso mismo
lo que se refiere

domingo, 7 de junio de 2009

La estructura social de la muerte

Un título así pudiera ser la perfección en un libro de poesía. Un lema o sub-lema defensor de libros atravesados por el afuera del género, es decir, textos cuya raíz obligaran a permanecer en la densidad del recurso literario, antes de abandonarlo todo a la miseria de la crítica. No está nada mal, no? Si un libro de poesía no respondiera a la soberanía del título, entonces, debiéramos dejar que el título fluya hacia otros territorios, por ejemplo, la plástica, y para ser más precisos, en una serie de movimientos escato-tanatológicos pensados por Damien Hirst. Claro, hay una dificultad, la palabra "social" infunde la noción de problematizar la muerte antes que esta suceda, incorporándola por sí misma a una suerte de generalidad de los pormenores del deceso. Para qué pensar eso, y qué utilidad tiene? Lo que subyace en ese título, "La estructura social de la muerte", sería la génesis de la intencionalidad, tomar por realizada una convocatoria aún no asumida. O para decirlo con mayor propiedad: el desafío de referirse a la imprevisión del acabóse. Ahora lo recuerdo: no existe utilidad alguna. Pura imposición, extrema desavenencia de los procesos narrativos o poéticos, con relación a un título que es previo a la creación. Nunca escribí así y menos ahora. Cuando Hirst propone arte en la exhibición de una calavera auténtica o en una vaca ahorcada y desollada cuyas vísceras se reparten en un desorden típico de la faena, en el que existe siempre un "valor agregado", también se visualiza un trabajo representado por ese título (es decir, una convocatoria, siquiera una idea completa, un tiro al vacío, una ruta enfrascada en el espesor de la niebla, sin futuro inmediato), que prevalece cuando las aguas en las que se sumerge son en sí mismas transparentes. Si no fuera porque siempre el tiempo restaura en fragmentos la convención de la memoria, diríamos que las obras de Hirst se inscriben en esa variante cristalizada del Pop Art que son las obras de George Segal. Por supuesto que la obsesión de Hirst por la mutación de los cuerpos después de muertos (su descomposición) opera como un punto alejado en la suspensión de los seres de Segal. En este último, la disposición e inexpresividad de esas criaturas, trazan un puente entre los individuos capturados por la compresa voilcánica de Pompeya y los damnificados por una catástrofe nuclear. Hirst, en cambio, nos muestra el fondo del acontecimiento que significa la muerte, su después. No existe ninguna posibilidad de profundizar en ese escarnio propuesto por el artista inglés. La ausencia de una metáfora que mediatice el sentido de la exhibición de atrocidades, hace de las obras de Hirst una extraña versión de qué irrelevante puede ser aproximarse a la idea de eternidad. O qué inútil. Por eso, el título de nuestro libro debiera reubicar las posibilidades de ese accidente propuesto para libro, como las figuras de Segal y Hirst, seres cuya improvisación es la quitaesencia de la inmovilidad. El libro comenzará allí donde el título propone un esquema cerrado, que no es tal, sino sólo la adecuación de un axioma oportuno, listo para descomponer. Imagino un texto cuya escritura, posiblemenmte poética, desmienta su postulado. ¿No es acaso la puesta en funcionamiento de los límites de la corrosión de los géneros? ¿Habrá que regresar al género para que este se pueble de sitios comunes que organicen una nueva fuga de géneros? Lo que expresan las figuras de estos dos artistas equivale a proponer un movimiento donde antes había movimiento. En Segal, es más claro: grupo de personas a punto de cruzar la calle, o deambulando como autómatas en una peatonal ya ausente de vida; en Hirst, en cambio, el movimiento prevalece por la creencia de un interventor tácito, un protagonista que intermedió sobre esos animales martirizados y puestos a jugar en elementos aproximados a su ecosistema, pero en un ecosistema detenido, congelado por el sólo hecho de ser exhibición pura. Un movimiento, en este caso, después de la detenición, no antes. Lo social incluye todo. La muerte es un epifenómeno social. Se deberá escribir un libro cuyos textos importen la variante de que sólo con la creación de un mundo fascinante, sobrevive una forma no menos proverbial, y cuyos materiales digan sobre ese libro el mayor número de inexactitudes con las que podemos poblar un territorio pobrísimo.

viernes, 5 de junio de 2009

Los mundos de Arno Wołica (4)

Teoría de la seducción

Lo haría con la riqueza
espiritual y material
y con ramos de flores
acompañados de tarjetas
o comprando con desenfreno
artículos de librería
Eso sí: sin decir palabra
Hasta vaciar el estante

La expresión de su rostro
revelaría que ella
entendió sus intenciones

Todo esto no es más
que un juego: papel
cuadriculado
y abrecartas japonés
Todo

La tomaría de la mano
a esa infeliz jovencita
picada de viruelas
de la papelería
y empezaría con ella
una vida nueva


Arno en una playa caribeña, con un sombrero a su medida, y con bronceado impactante. Febrero de 1982.



Nota de un loco en un libro de Danilo Kiš


En lo que a esta carta
se refiere -señora-
el caballero que se la escribió
está embarazado

El análisis de orina
lo muestra con claridad
Porque se trata de un hombre
Eso es todo (p
ero ya que ha dicho
que se trata de su hermano
aconséjele que se prepare)

Señora: lleva dentro suyo
la semilla de la muerte
Querida mía
Mi más sentido pésame





Arno remoja su emblemático celular Motorola en un huevo frito. Se trata de uno de los momentos más delirantes de una performance en idioma estonio, Löö mind ja kutsuvad mind Marta, sobre la inutilidad del capitalismo en la era de las telecomunicaciones. Gdansk, junio 2007.

Sesión de terapia


Qué ve usted en esa mancha?
-El mar
-Un barco flotando en el mar
-Una mariposa negra
-Una vagina

Siga siga Qué más?
-La foto de mi fosa ilíaca
Una concepción tal vez?
-Sí pero intelectual

Y qué es lo que está
concibiéndose en su intelecto?
-La muerte

La verdad es que le pareció
ver una rata gris
corriendo de un agujero
a otro

Y cuánto tiempo duró esto?
-Segundos

Radiografía de Arno sacada por el Doctor Ladislav Jawek. Marzo de 2001. Obsérvese el importante problema pulmonar, producto del excesivo tabaco.

lunes, 1 de junio de 2009

Los mundos de Arno Wołica (3)

Loto de los pabellones


Instalaciones que descargan
más que monstruos Qué están
haciendo sino escuchar
la música de este reino?

En medio de la nada
esas escaleras
para después volver
crecido el loto
de los pabellones

Sonidos inteligentes
en esas malditas ventanas
Parpadeo

Una vez en la marca
será mejor lavarse las manos

Se afirma a sí mismo
un sonido un mundo

Para ojos que estén perdidos

Aquí (sobre un tema de Pavement)

Estaba vestida para el éxito
Pero el éxito nunca viene
Soy el único que ríe
de sus propias bromas
Únanse a nosotros en oración

Todo esto era un gran progreso
Comparable al paso de un albergue
de cuarta a una suite del Ritz

Sin embargo era demasiado tarde
Todo lo tarde que se pueda
siendo invariable el momento
el sonido del instante
fuera del peso nuestro aire

Aparte de esos retumbos
ni yo ni el pojarnik podemos
decir mucho de esta enfermedad


Octubre 1986: Fotograma de Arno durante el rodaje del ducumental "El asesino de Lincoln" (Morderca z Lincoln), donde interpretaría una versión muy romántica de John Wilkes Booth.
El artista habla

Lo dijo alguna vez
y entendí esa forma

El arte desprecia su valor
simbólico Siempre lo tuvo
por poco y sólo se veía
como aspecto placentero

El Renacimiento vincula
el ritmo de la danza al arte
Es lo que llama “el aspecto
agradable de los movimientos”

La belleza que se contempla
es captada por la aísthesis

Línea que deja ver
formas de un mundo

y a una persona inquieta
que sólo tienen
los grandes artistas


La famosa modelo polaca Anna-Kryszta Lubicz mantuvo una intensa relación con Wołica, en los años 90. Al parecer, Lubicz se vio atraída no sólo por la obra de Wołica, sino por el asombroso parecido de Arno con el padre de la modelo. Anna Trebiewicz, su esposa, sufrió un profundo pozo depresivo por esos años, después de enterarse, por la prensa, del engaño de su esposo. Eso no es todo: el hijo de Lubicz, Karol, de 13 años, según la revistas de chismes polacas, tiene un aire a Wołica, inclusive gusta de ponerse sombreros muy extravagantes.