lunes, 18 de julio de 2011

Patten y los Scaffold

Existe una manera de intervenir sobre la lectura, y esa es la escritura. Leyendo algunos textos de Brian Patten (Liverpool,1946), cabe la posibilidad de encarar un modo de escuchar a un grupo tan ecléctico, teatral, y performático como The Scaffold, una especie de The Fugs de Liverpool, de mitad de los sesenta. Mike McGear (o Michael McCartney, hermano de Paul), Roger McGough y John Gorman, son los artífices de este extraño y meritorio grupo inglés, cuya última finalidad era pasar a la posteridad, pero rápidamente. Alguna vez debiera hacerse un puente real entre ese tipo de producción artística y la superficie promocional que involucraba toda una época. Al leer algunos poemas de Patten (que formaba parte dcel grupo de letristas de The Scaffold), se puede entender qué tipos de cruces dialogan entre la poesía del poeta de Liverpool y la de Ted Hughes: economía verbal; la puesta en escena de los tópicos prosaicos de la lírica de fines del siglo XIX y principios del XX, y, en menor medida, la utilización del argot de los suburbios anglosajones, y del lenguaje post-industrial de aquella época. Escuchar a los Scaffold es reconstruir el privilegio verbal de la contaminación oral. Larga vida a The Scaffold y a Brian Patten!


VIAJANDO ENTRE LUGARES

Sin dejar nada y sin nada por delante;
cuando te detengas por la tarde
el cielo estará en ruinas,

cuando oigas los pájaros tardíos
cantar sus cansadas gargantas,
piensa cuán bueno es que ellos,

sabiendo que tu vienes,
te esperen a saludarte
a ti que viajas entre lugares

cuando al final de la tarde
pían entre los árboles, cuando
nada en particular importa.


BRIAN PATTEN




The Scaffold interpretando uno de los temas más emblemáticos de su carrera, Lily the Pink. Eran bastante mejores que esta pieza.

sábado, 2 de julio de 2011

El Lobo se quedó sin épica




Ya está, encontré la cita que mencionó Roberto Raschella, durante un diálogo público que tuvimos la noche del jueves 30 de junio de esta año, en el Centro Cultural Islas Malvinas: "A veces, por las tardes, cuando voy a un bar que está aquí cerca me permito pensar por un momento en la escritura y es evidente que aparece una leve onda de sosiego, es como si me fuera dado encontrar una épica en esta vida monótona que llevo. Es que nunca en mis libros inventé una historia. Todo ha sido en base a mi vida presente o pasada y esto ahora ya no puede ser. Me quedé sin épica." Esto se lo dijo ese tremendo escritor que fue Néstor Sánchez (1935-2003) al amigo Lautaro Ortíz, para el suplementoi Radar, de Página 12, en 2001. Ese jueves descendió Gimnasia a la B Nacional, y como todo el mundo comprenderá, un descenso de categoría es un viaje a las profundidades, y eso me pasó cuando dialogaba con Raschella, y con el moderador Ramón Tarruella: hubo un momento en que hablaba y estaba descendido al mismo tiempo, y pensé que aquello que quería recordar el autor de "La casa encontrada" (Raschella), como anillo al dedo venía. El Lobo se quedó sin épica. Y tal vez eso sea su punto de reestructuración, o mejor, de reinvención. La épica trabaja, desde lo subjetivo, sucesos cuya validez está en el relato oral, pero sin comprobación posible. Gimnasia trabajó con la leyenda, desde la leyenda. La idea de abnegación, de hacer frente a la adversidad, de seguir el destino del pueblo derrotado por las variables de los poderosos. Todo eso, que tuvo y tiene un sentido dinástico en la pacialidad mens sana, y en quien escribe, desde ya, cayó por su propio peso. La historia, entendida como una forma de la épica, resiste hasta donde puede. Cuando se baja a esas profundidades, que en este caso en la B Nacional, pero podríamos simbolizar la cosa, parte nuestra realidad se contrae, se repliega hasta desaparecer. Nada será como era entonces. El famoso axioma "barajar y dar de nuevo". tiene sentido cuando no se repite el mismo esquema, y en este caso, Gimnasia debe resurgir de esas cenizas pero con un fuego distinto, ya no ese "fuego sagrado", sino una combustión que haga del club y de lo que representa el mismo en la ciudad y en sus adherentes, un modo de intervenir diferente. Reconstituir lo futbolístico es convertir la leyenda en relato fenoménico, visible, litigante con la historia. Da la impresión que Gimnasia, como club de fútbol, como institución, llegó a a su límite épico: no se puede relatar más sin volver a escribir de nuevo. Y pocos equipos tienen la suerte de comprender esto. Por eso el Mellizo Barros Schelotto es GRANDE, porque supo terminar el relato épico en el momento justo, y ese momento es cuando muere el héroe. Por lo tanto, no habrá resurrección, sino un nuevo texto que reinvente las hazañas del Lobo, pero desde una matriz más concreta, no tan mítica, y esto está por verse. Gracias a Raschella lo entendí: el Lobo se quedó sin épica, aunque en la nueva forma de construir el relato estará la fórmula de la perpetuación lobuna.
Hace falta una contraépica.
Dale Lobo, carajo.