sábado, 30 de agosto de 2008

Cárcel común

En distintas circunstancias, lo común, palabra subsidiaria de un territorio homogéneo, puede ser un estado de suspensión planetario. Lo menos común es que en un juicio democrático, donde se ponen a la parrilla ciudadana dos carnívoros confesos, el beneficio es parte de la condena. Contrastaba la palidez, el famelismo improbable de un Bussi llorón por conveniencia, con la columna de granito expresada para formar parte de un gag doloroso hallado en cualquier libro de Stephen King, en la intervención de Luciano Benjamín Menéndez. El llorón y el asesino psicótico. El llorón también es un asesino psicótico que, más allá de sus absesos y su disnea simulada, también cree que la más común de las fórmulas es seguir intercambiando ataques, acusar al ausente, que no es otro que un signo colectivo, llamado, en este caso, Guillermo Vargas Aignesse. Pero lo que aleja a estos bichos de su verdadero destino es lo que la mayoría de las personas debiera estar aguardando de ellos; no se trata de un "arrepentimiento sincero" porque, a razón de verdad, nadie espera semejante gesto y a esta altura, nadie creería tamaño intento de redención. Y porque en definitiva, ya no sirve, no importa, y tampoco sucederá, tal como vienen las cosas. No sé qué esperan los demás, yo espero una sola cosa de estas escorias jerárquicas; algo que los vincula con su trabajo sucio pero los hermana, años después, con el silencio: datos, yo quisiera que suministren datos, los necesarios para dar con el paradero de los desaparecidos. Mientras esos datos estén presentes entre nosotros como sospecha y en ellos como certeza, y al mismo tiempo único módulo clandestino que resguardar para prolongar aún más el dolor de las víctimas (y con ellas, sus familias), la idea de cárcel común será perfecta, porque funciona como un eslabón más para minar el mutismo que los agremia. La justicia tucumana tal vez entienda, quién sabe, que ningún carnicero de esta calaña merece nuevos privilegios. No saldrán, pero deberá, alguno de ellos, decir al menos una vez dónde, cómo, y cuándo. Nunca preguntés por qué. Eso no tiene respuesta.

Resultados de "¿Cuál es la mejor manera de vincular poesía y política?"

A través de collages y materiales extrapoéticos
2 (40%)

Nada más escribiendo, porque toda poesía es política
2 (40%)

Sólo trabajando climas
1 (20%)

Total de votos: 5

Las demás opciones: Con una poética definida; Con la realidad presentada como cruda, sin matices; Ninguna, porque poesía y la política son elementos no vinculantes; y No creo en divisiones o subgéneros poéticos, no obtuvieron voto alguno.

sábado, 23 de agosto de 2008

Mahmoud Darwish (1941-2008)

(9 de agosto de 2008)
Fallece Mahmoud Darwish, considerado el "poeta de la resistencia" palestina
Darwish, de fue miembro de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y escribió en 1988 la Declaración de la Independncia Palestina, lo que le ha valido el sobrenombre de "poeta de la resistencia".
Mahmoud Darwich nació 1941 en el pueblo de Al-Birwa, en la Galilea, y ha sido el poeta palestino más reconocido en el exterior, honrado con reconocimientos como la medalla del Caballero de las Artes las Letras de Francia en 1997, el premio Lotus en 1969, el Lenin, en 1983, el premio de la fundación Lannan a la libertad cultural, en el 2001, y el Príncipe Claus de Holanda, en 2004.
Tras el estallido de la primera guerra árabe israelí, su pueblo fue destruido y sus habitantes obligados a un exilio forzo.
Tras su vuelta del Líbano, donde permaneció por un año, Darwish vivió en diversas localidades de los territorios palestinos, donde era detenido reiteradamente por las autoridades israelíes por sus escritos y su actividad política contra la ocupación.
En 1960, a la edad de 19 años, escribió su primer poema, titulado Pájaros sin alas. Un año más tarde ingresaría en el Partido Comunista de Israel, formación judeo árabe. Publicó su primera obra, "Hojas de Olivo", a los 22 años de edad desde entonces ha escrito más de una veintena de libros de poesía y cinco de prosa y sus textos han sido traducidos a más de 20 idiomas.
Su célebre poema de 1964, Identidad (Sajjel: Ana arabi), basado en un formulario israelí, se convirtió en un himno del todo el mundo árabe.
En 1970 se vió obligado a abandonar su tierra y exiliarse primero en Moscú y luego en El Cairo, Beirut y una sucesión de capitales árabes.
Darwish formó parte del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), cargo al que renunció en protesta por la firma de los acuerdos de Oslo, en 1993 entre palestinos e israelíes.
Fue el autor, en 1988, de la Declaración de la Independencia Palestina, lo que le valió, junto con su obra en defensa de la libertad y de su tierra, el sobrenombre de "poeta de la resistencia", si bien también supo cantar a la vida y al amor.

(extraido de www.elpais.com)

1. Un metro cuadrado en la cárcel

Ésta es la puerta, y detrás el paraíso del patio. Nuestras cosas, todo lo que nos pertenece se esfuma. La puerta es la puerta, puerta de la metáfora, puerta del cuento, puerta que purifica a septiembre, puerta que lleva los campos a la génesis del trigo. La puerta no tiene puerta, pero yo puedo acceder a mi salida, enamorado de lo que veo y no veo. ¿Tanta gracia y belleza en la tierra y la puerta no tiene puerta? Mi celda no ilumina más que mi interior. Que la paz sea conmigo, y paz al muro de la voz. Para alabar mi libertad he compuesto diez poemas, aquí y allí. Amo las migajas de cielo que se infiltran por el tragaluz de la cárcel, un metro de luz donde nadan los caballos y las pequeñas cosas de mi madre, el perfume del café en su ropa cuando abre la puerta del día a sus gallinas. Amo la naturaleza entre otoño e invierno, a los hijos de nuestro carcelero y las revistas esparcidas por las aceras lejanas. He compuesto veinte canciones satíricas del lugar donde no hay espacio para nosotros. Mi libertad: ser lo contrario de lo que quieren que sea. Mi libertad: ampliar mi celda, continuar la canción de la puerta. Puerta es la puerta. La puerta no tiene puerta pero yo puedo acceder a mi interior...

2. Asiento en un tren

Pañuelos que no son para nosotros. Amantes del último minuto. Luces de la estación. Rosas que pierden un corazón en busca de un abrigo para la ternura. Lágrimas que traicionan a las aceras. Mitos que no son para nosotros. Desde aquí, ellos han partido. ¿Tenemos a alguien allí para que se alegre a la llegada? Lirios que no son para nosotros porque besaríamos los raíles. Viajamos en busca del vacío pero no nos gustan los trenes cuando sus estaciones son nuevos exilios. Lámparas que no son para nosotros porque veríamos a nuestro amor de pie, esperando el humo. Tren rápido que corta los lagos. Y en cada bolsillo, las llaves de una casa y la foto de una familia. Los pasajeros del tren regresan con su gente, pero nosotros no regresamos a ninguna casa. Nosotros viajamos en busca del vacío para encontrar la rectitud de las mariposas. Ventanas que no son para nosotros y saludos en todas las lenguas. ¿La tierra era más clara cuando cabalgábamos en los caballos antiguos? ¿Dónde están los caballos, las vírgenes de los cantos y los himnos de la naturaleza que estaban en nosotros? Yo estoy lejos de mi lejanía. ¡Qué lejano está el amor! Las chicas nos capturan, rápidas como ladrones de mercancías. Olvidamos las direcciones en las ventanillas de los trenes. Nosotros, que amamos diez minutos, no podemos regresar a ninguna casa familiar, no podemos atravesar el eco dos veces.

(de Cuatro direcciones personales)
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VEO LO QUE DESEO

Miro hacia atrás esta noche
en las hojas de los árboles y en las hojas de la vida.
Contemplo la memoria del agua y la memoria de la arena.
No percibo esta noche
sino el final de esta noche,
sonidos del reloj que roen mi vida segundo a segundo
y reducen la vida de la noche.
No queda de la noche ni de mí tiempo en el que combatir
pero la noche regresa a su noche
y yo caigo en la fosa de esta sombra.

(de Veo lo que deseo)
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LA GOLONDRINA DE LOS TÁRTAROS

A la medida de mis caballos será el cielo.
He soñado con lo que sucederá después del mediodía.
Los tártaros avanzaban por debajo de mí
y del cielo. No soñaban detrás de sus tiendas
alzadas ni conocían el destino de nuestras
cabras a merced del invierno próximo.
A la medida de mis caballos será la tarde.
Los tártaros escondían sus nombres en los
tejados de las aldeas, cual golondrinas,
dormían con placidez entre nuestras espigas
y no soñaban con lo que sucederá después del mediodía,
cuando el cielo vuelva poco a poco
con los suyos por la tarde.

Tenemos un solo sueño: que el viento pase
como amigo y esparza el perfume del café árabe
por las colinas que rodean el verano y los extraños.
Yo soy mi sueño. Cada vez que la tierra se estrecha
la agrando con un ala de golondrina y me agrando.
Yo soy mi sueño. En la muchedumbre me he llenado con el espejo
de mi alma y mis preguntas sobre los astros que
pasan sobre los pies de los que amo.
En mi soledad hay caminos para los peregrinos
hacia la Jerusalén de las palabras,
arrancadas como plumas de las piedras.
¿Cuántos profetas necesita la ciudad para que
retenga el nombre de su padre y se arrepienta:
"He caído sin combatir"?
¿Cuántos cielos se cambiarán en cada pueblo
para que su chal carmesí le complazca?
No nos mires así.
No seas el último mártir.

Temo por mi sueño a la evidencia de la mariposa
y a las manchas de mora en el relincho del caballo.
Temo por él al padre al hijo y a los que pasan por
la costa mediterránea buscando los dioses
y el oro de los precursores.
Temo por mi sueño a mis manos
y a una estrella erguida
sobre mi hombro que espera el canto.

Nosotros, los habitantes de las noches antiguas,
tenemos nuestras costumbres en el ascenso hacia la luna de la rima.
Creemos a nuestros sueños y mentimos a nuestros días.
No estaban todos nuestros días con nosotros
desde la llegada de los tártaros,
y ahora se disponen a partir
olvidando nuestros días detrás de ellos.
Dentro de poco nos posaremos sobre nuestra edad
en los campos y haremos nuestras banderas de
sábanas blancas. Si la bandera es necesaria,
que esté desnuda de símbolos que la arrugan,
y seamos apacibles para que nuestros sueños no vuelen
detrás de la caravana de los extranjeros.

Tenemos un solo sueño: encontrar
el sueño que nos llevaba
como la estrella lleva a sus muertos.

(de ¿Por qué has dejado al caballo solo?)
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TOMA MI CABALLO Y SACRIFÍCALO

Tú, no mi obsesión de conquistas, eres mi boda.
He dejado a mi alma y a sus parientes, tus demonios interiores,
la libertad de plegarse a tus deseos.
Toma mi caballo
y sacrifícalo
para que, cual guerrero tras la derrota, yo camine
sin sueños ni emociones...
Paz a la fatiga que deseas,
al príncipe cautivo, al oro necesario para la celebración
del verano por tus seguidores. Mil paces para ti,
entera y plena con tus pretendientes, humanos o genios.
Paz a lo que has hecho de ti para
ti: la horquilla de tu pelo rompe
mi espada y mi escudo,
y el botón de tu camisa porta, en su luz,
la contraseña para toda clase de pájaros.
Toma mi aliento como si tomaras una guitarra que acceda
a tus deseos de viento. Toda mi Andalucía
está en tus manos. No descuides ninguna cuerda
para defender el alma en mi Andalucía.
Yo sabré, en otra época,
sabré que he logrado la victoria con mi desesperación,
que he encontrado mi vida, allí,
fuera de ella, junto a mi pasado.
Toma mi caballo
y sacrifícalo, para que yo porte mi ser,
vivo o muerto...

(de El lecho de una extraña)
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YO SOY UNO DE LOS REYES DEL FIN

Yo soy uno de los reyes del fin. Salto de mi
caballo en el último invierno. Soy el último suspiro del árabe.
No me asomo al arrayán sobre las azoteas y no
miro a mi alrededor por si me ve aquí alguien que me conozca
y sepa que he pulido el mármol de las palabras para que mi mujer atraviese
descalza campos de luz. No me asomo a la noche para
no ver una luna que iluminaba todos los secretos de Granada
cuerpo a cuerpo. No me asomo a la sombra para no ver
a alguien portando mi nombre y corriendo tras de mí: descárgame de tu nombre
y dame la plata del álamo. No miro hacia atrás para no
recordar que pasé por la tierra. No hay tierra en
esta tierra desde que el tiempo se rompió en torno a mí, fragmento a fragmento.
No estaba enamorado para creer que las aguas eran espejos,
como les dije a mis viejos amigos. Y no hay amor que interceda por mí.
Desde que he aceptado el pacto de paz no tengo presente
para pasar mañana cerca de mi ayer. Castilla izará
su corona sobre el alminar de Dios. Escucharé el tintineo de las llaves en
la puerta de nuestra edad de oro. Adiós a nuestra historia. ¿Seré yo
quien cerrará la última puerta del cielo? Yo soy el último suspiro del árabe.

UN DÍA ME SENTARÉ EN LA ACERA

Un día me sentaré en la acera, la acera del extranjero.
Yo no era un narciso, aunque defendía mi imagen
en los espejos. ¿Has estado alguna vez allí, extranjero?
Quinientos años pasados y acabados, y nuestra ruptura continúa,
allí, indefinida. Entre nosotros las cartas continúan, y las guerras
no han modificado los jardines de mi Granada. Un día pasaré por sus lunas
y frotaré mi deseo con un limón. Abrázame para que renazca
de los perfumes de un sol y un río sobre tus hombros, de los pies
que arañan la tarde y ella vierte lágrimas de leche a la noche del poema.
Yo no fui un pasajero en las palabras de los cantores: yo era sus palabras,
la paz de Atenas y Persia, Oriente abrazando a Occidente
en el viaje hacia una misma esencia. Abrázame para que renazca
de las espadas damascenas en las tiendas. No queda de mí
más que mi vieja armadura y la silla dorada de mi caballo. No queda de mí
más que un manuscrito de Averroes, El collar de la paloma y las traducciones.
Yo estaba sentado en la acera, en la plaza de las margaritas,
contando las palomas: una, dos, treinta... y a las muchachas que
robaban la sombra de los arbustos sobre el mármol y me dejaban
las hojas de la edad, amarillas. El otoño ha pasado para mí, y no me he dado cuenta.
Todos los otoños han pasado, nuestra Historia ha pasado por la acera...
y no me he dado cuenta.


(de Once astros)


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Darwish leyendo, en enero de este año, en Jordán, aunque sea para escuchar su fraseo.


محمود درويش جدارية

sábado, 16 de agosto de 2008

Latinoamerica unida

Está claro: los Yardbirds sin Clapton y con Jeff Beck son cosa seria. Aquí hacen una versión, popularizada por los McCoys, de "Hang on Sloopy". Hasta Jimi Hendrix hizo su propio cover del tema. "Hang on Sloopy" se suma a esos trabajos de los '60, '70, cuya influencia latina y especialmente "La Bamba", fue fundamental. Otros temas de indudable base latina: "Louie Louie", por Richard Berry (con infinitas versiones: desde los Kingsmen, The Pretenders y Mc5, hasta Motorhead, Iggy Pop y Patti Smith), "Wild Thing", por The Troggs, algo de "Gloria", por Van Morrison, "Dino's Song", Quicksilver Messenger Service, "Fine Jung Thing", por The Electric Flag, en el film de Corman, The Trip, y algo, lejano, en el notable for ever "Vicious", de Lou Reed, etc. La grabación de los Yarbirds es del 6 de agosto de 1965.

viernes, 15 de agosto de 2008

Dark

Para Jaime Sáenz (1921-1986) la noche es un epifenómeno. La noche se organiza alrededor de las relaciones integradas al día; la noche es el auxilio de la poesía, si es que la poesía escrita por poetas debiera propender a la accesoriedad de la naturaleza. La noche de Sáenz se transforma "en una canaleta de dos pisos". Se habló hasta la infinidad de la ilusión metafísica en la poesía del escritor boliviano, pero esa escritura, nictógrafa, cabe toda ella en el retraimiento del olvido, lo que la hace un suceso que asperja el deseo y lo reparte como naipes en una mesa de apuestas. Pero se trata de un deseo que es desplazado por el sufrimiento hasta el punto que, en una operación de inversión, esa idea de la noche se instala en un cuerpo que ya la contiene. La noche, para Sáenz, es antinatural, y un logos con luz aparte. Leer los textos de "La noche" es lanzarse con todo hacia la glotis de la perseverancia gramatical. Sáenz aprieta, pero no ahorca, en esos versos cuya forma merecen la paciencia bíblica de Jabès:
Nadie puede acercarse a la noche y acometer la tarea de
conocerla,
no sé si existe un pariente tan cercano en América Latina a la escritura del escritor franco-egipcio. Si bien Edmond Jabès entiende sus estructuras de acuerdo a un funcionamiento de la antropología de la masacre, existe un punto de contacto con Sáenz y es que los dos poetas consideran al mismo tiempo qué tipo de hombre es el individuo contemporáneo.
"Si bien es cierto que el triunfo de las fuerzas reactivas es constitutivo del hombre, todo el método de dramatización se dirige al descubrimiento de otros tipos que expresan otras relaciones de fuerzas, al descubrimiento de otra cualidad de la voluntad de poder, capaz de transmutar sus matices demasiado humanos", dice Deleuze sobre Nietzsche.
Como nada existe por fuera del todo, la negación de Sáenz se esfuerza por salirse del religamiento ético, exiliar, de Jabès: porque no se puede juzgar al todo, ni medirlo, ni compararlo, ni sobre todo negarlo. La antecámara alcohólica del boliviano es la única dotada de validez, y restaura la idea de totalidad. La dialéctica, el sistema, el pensamiento como pensamiento del conjunto vuelven a hallar sus derechos y fundamentan la poesía como discurso acabado:
Pues para el hombre que mora en la noche, para aquela que se
ha adentrado en la noche y conoce las profundidades de la noche,
el alcohol es la luz.
Si en Jabès la mecánica de la pregunta es el motor de su poesía, en Sáenz, la búsqueda de respuestas trabaja como recurso de la reflexión que acciona la fórmula lírica. A su manera, es un romántico quebrado por las circunstancias, es decir, un místico de la opacidad, y esa es la diferencia con Jabès, que no contempla el misiticismo como curso délfico de sus notas/versículos/poemas, porque en todo holocausto, la luz es ineficiente.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Ovidio en el iPod

¿Qué lugar ocupa la poesía en la vida cotidiana? ¿Cómo le va ante competidores tan poderosos como el rock o el futbol? ¿Se transformará ante la masificación de los medios? José Emilio Pacheco analiza las múltiples paradojas de un género que, hoy día, es pura resistencia.

Hace poco se reunieron en el Zócalo de la capital veinte mil ajedrecistas. Si convocáramos a una reunión semejante de lectores de poesía acaso lograríamos juntar apenas mil. En cambio, un llamado a todas las personas que la escriben en México tal vez duplicaría o triplicaría la cantidad de quienes practican el ajedrez.
Es sólo una entre las muchas paradojas de la poesía. Nadie puede explicarnos cómo se sostiene una actividad en que la oferta sobrepasa por cien o por mil la demanda, ni cómo es posible una separación de esta naturaleza entre lectura y escritura.
Sin embargo la poesía florece en México de un modo que nadie se imagina. No hay estado, no existe ciudad en que no funcionen talleres de poesía, revistas y sobre todo libros, a menudo de gran calidad, que rara vez o nunca salen de su lugar de origen.

ll
Celebro todas las formas electrónicas, escénicas o gráficas en que se difunde, pero aquí hablo de la poesía como de un arte íntimo, algo que se escribe en la soledad y se lee en el silencio para lograr así la comunicación más honda que pueda establecerse entre dos seres humanos. Leo, es decir, le doy a dos versos de Job mi voz interior, la que nadie podrá escuchar nunca,



Pues nosotros somos de ayer y nada sabemos
y nuestros días en la Tierra son como sombra.



En ese instante todo se actualiza y se vuelve real. El texto está hablando sólo para mí. No pienso que esas palabras me llegan desde el fondo de los milenios y mediante muchas traducciones de traducciones que desembocaron hacia 1600 en la versión de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera. Otra gran paradoja de la poesía es ser, como dijo George Orwell, un arte de familia que sólo pueden disfrutar y entender a cabalidad los hablantes nativos de una lengua, los únicos capaces de apreciar cada matiz de sonido y sentido. La tercera paradoja es constituir una expresión transnacional e interlingüística, diríamos hoy, en que la mayoría de nuestras lecturas son traducciones de otros idiomas, otras culturas, otras épocas a menudo muy remotas.

lll
Hace cincuenta años, por los días finales de 1957, apareció Piedra de sol, el gran poema de Octavio Paz. Se preguntaba:




¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,
¿cuándo somos de veras lo que
somos?,



[...]
nunca la vida es nuestra, es de los otros,
la vida no
es de nadie, todos somos
la vida –pan de sol para los otros,
los otros todos que nosotros somos [...]



Allí alcanzaba su punto más alto algo iniciado en el convento de Tlatelolco, durante el siglo XVI, cuando se fundió la poesía náhuatl con la tradición grecolatina y las novedades importadas de Italia para renovar la lírica española. Fernando de Alva Ixtlilxóchitl tradujo en liras como las de Garcilaso y fray Luis de León los poemas de Nezahualcóyotl y estableció una línea que dará a sor Juana, a los modernistas y los “Contemporáneos”. Todo eso culmina en Muerte sin fin (1939) y dieciocho años más tarde en Piedra de sol.
Pareció claro entonces que la poesía mexicana fue excelente, lástima que nadie se enorgulleciera de ella y no saliese casi nunca de las fronteras nacionales. En adelante sólo quedaban la oscuridad y el vacío. Después de 1957 nadie se interesaría por leerla, nadie se arriesgaría a escribirla, se creyó. El mundo moderno, la era posterior a Auschwitz e Hiroshima, ya la había convertido en una actividad anacrónica.

lV
Gabriel García Márquez y Carlos Monsiváis han insistido en que la poesía fue derrocada, perdió el sitio central que tuvo en nuestras sociedades y por lo tanto en nuestras vidas. No estoy seguro de esta afirmación. Hallo por todas partes datos contradictorios. De un lado está, por ejemplo, el fenómeno de masas que fue en 1919 el entierro apoteósico de Amado Nervo. Del otro, el hecho incontrovertible de que libros tan influyentes como Cantos de vida y esperanza (1905) de Rubén Darío no alcanzaron tiradas de más de quinientos ejemplares.
Puede ser que el libro era, como lo es hoy, la base pero no el medio esencial de difusión. Los periódicos reproducían poemas en sitios que poco a poco fue llenando la publicidad. A falta de discos, radio, televisión e internet, en las reuniones se tocaba el piano y se declamaba. En las ceremonias se leían poemas alusivos. En las escuelas se practicaba la declamación.
Aquí me declaro culpable de haber contribuido desde mi insignificancia a su destierro. Como todos, hice de mis ineptitudes mi dogma y mi doctrina. No tuve talento para declamar, por tanto la juzgué una actividad pomposa y cursi. Puede ser, pero lo cierto es que la declamación nos enseñaba a hablar y a pronunciar bien, daba el gusto por la lengua materna y el placer por su sentido rítmico y nos proporcionaba un vocabulario no tan restringido como el de nuestro “Basic Spanish”, las doscientas o trescientas palabras con que hoy todos nos comunicamos.

V
A fines de siglo la aparición de la computadora personal suscitó la esperanza: al fin nos libraríamos de la hojarasca que destruye los bosques y congestiona los archivos. Ahora vemos que la multiplicó al infinito. La otra gran ilusión fue ver en la pantalla escrita el sitio en que se reconciliarían Gutenberg y Edison.
Es cierto que hoy se escribe más que nunca, pero con toda honradez hay que preguntarse si el correo electrónico y el surgimiento democrático de un inmenso bloguetariado, en que las estrellas del blog se aprestan a sustituir a las estrellas del rock, han hecho que por la simple práctica intensiva mejoren nuestra prosa y nuestro sentido del idioma. Por otra parte, cada día es mayor el influjo del newspeak de los teléfonos celulares en la redacción de nuestros mensajes.
Otra pregunta es si de verdad el progreso mediático hizo desaparecer a los declamadores o nada más los actualizó. Por cada diez mil personas dispuestas a escuchar poemas acompañados por música y espectáculos, sólo hay veinte con la voluntad de comprar los libros donde se hallan los textos que tanto aplaudieron esa noche.
La poesía –tal vez haya que añadir desde ahora: la poesía escrita– quedó al margen de la vida cotidiana: una afición tan privada y minoritaria como el ajedrez. Sólo que el ajedrez tiene el respeto negado a la otra. Aunque también improductivo en el planeta que domina el mercado, el ajedrez se considera una actividad inteligente, no sentimental como hacer versos. Puedo decir “soy ajedrecista” y ser mirado con respeto. Si me atreviera a decir “soy poeta” provocaría risa.

Vl
La vida toda no se explica sin el cambio incesante. Así, negar la necesidad histórica de la vanguardia es imposible. Pero no menos cierto es que la vanguardia segregó de la poesía al público. Una explicación probable es que la gente tardó ochocientos años en habituarse a la rima y de pronto la despojamos de ella. No existe rima en la poesía clásica y no apareció hasta 1200 en los himnos eclesiásticos de un latín ya contaminado por las lenguas vernáculas.
Como el verso mismo, la rima es en principio un recurso mnemotécnico que se usaba hasta en las cartillas y catecismos escolares. Al dejar de ser memorizable la poesía dejó de ser memorable. ¿Qué responderíamos ahora si alguien nos preguntara cuántos poemas nos sabemos de memoria? Esto es, cuántos poemas llevamos dentro de nosotros. No olvidemos que en otros idiomas se habla del corazón: uno se sabe poemas by heart, par coeur, esto es: íntimamente, por dentro.
Hoy el único poema que casi todos recuerdan y es por tanto el más popular de la lengua española resulta:



En este mundo traidor
Nada es verdad ni mentira.
Todo es según el color
Del cristal con que se mira.




Pero si preguntamos quién lo escribió ¿cuántos dirán que fue Ramón de Campoamor (1817-1901)? El verdadero triunfo de la poesía consiste en volverse anónima, disolverse en la vida. El poema se disgrega en versos sueltos y en frases. Una mínima fracción del público que ha devorado El código Da Vinci lee los libros de T.S. Eliot; no obstante, todos los días y en todos los medios de habla inglesa se cita “Abril es el mes más cruel” o “No podemos soportar un exceso de realidad”.

Vll
Más paradojas y extrañezas: Nadie, se supone, lee poesía y, con todo, no hay nadie que en algún momento de su vida no haya escrito algunos versos. En cambio, muy pocas personas han hecho novelas o sinfonías o pinturas murales. Si pregunto a quienes me rodean la respuesta más previsible es: “No me interesa para nada. Desde que salí de la escuela jamás he vuelto a leer un poema. No tiene que ver con mi vida.”
Quien lo dice, o bien se conmueve con el Himno Nacional o pasa muchas horas de su vida conectado a audífonos que trasmiten desde su iPod, si no poesía en sentido estricto, al menos versos que se ciñen a la música. Esas letras sí son memorables y memorizables y se llevan by heart, par coeur toda la vida.

Vlll
La poesía personal se llama “lírica” porque estaba hecha para cantarse o decirse con acompañamiento musical. En el Renacimiento letra y música se apartaron y la poesía, gracias al desarrollo de la imprenta, se convirtió en un género escrito, hecho para la entonces todavía reciente lectura en silencio.
Quizá el efecto de los instrumentos electrónicos que desplazaron a la poesía de su empleo familiar no ha sido abolirla sino regresarla a los orígenes musicales. Vuelvo a mi ejemplo audiovisual: A una lectura de poesía asisten, en el mejor caso, cien personas; a un concierto de rock, cien mil. De un libro de poemas se venden, durante varios años, si logra el milagro de permanecer en circulación, mil ejemplares. De un disco, aun en la época en que es posible “bajarlo” de internet, un millón de copias.
Internet ha multiplicado hasta el punto de volverlos inabarcables los sitios y los blogs dedicados a la poesía. Ahora quien tenga acceso a una computadora puede leer, y si lo desea imprimir, decenas de miles de poemas. También está en posibilidad de difundir –virtualmente al infinito– sus propios trabajos. La línea divisoria entre productor y consumidor se ha roto. Es un fenómeno tan relativamente nuevo que aún no podemos asimilarlo ni saber a ciencia cierta cuáles son sus beneficios y maleficios.

lX
Por lo pronto, la masificación no debe asustarnos. Siempre se ha escrito una cantidad inmensa de versos y de ellos menos del uno por ciento alcanza a sobrevivir un año o una década. Vivimos en el mundo de lo efímero, lo perecedero, lo desechable. Nos habituamos a asociar la poesía con los valores eternos. Horacio podía creer que sus poemas iban a ser más perdurables que el bronce y las pirámides; Ovidio supuso que lo seguirían leyendo por los siglos de los siglos. Su creencia estaba basada en que el imperio romano duraría miles de años y la lengua latina seguiría viva siempre en el mundo que el césar dominaba. Hoy sabemos que todo nace muerto o se deshace en el aire.
El césar y su imperio se vinieron abajo, pero tampoco se equivocaron estos poetas: gracias a las constantes traducciones los seguimos leyendo, aunque necesitemos de lo que George Steiner llamó “el aparato ortopédico de las notas al pie”. Además perdimos la noción de “cantidad”, indispensable para leer bien sus versos, y nadie sabe realmente cómo se pronunciaba el latín.
En los setenta llegamos a creer que los libros producidos entonces se desmoronarían físicamente antes de cumplir quince años y que para el siglo XXI versos tan claros como los que inician Piedra de sol:



un sauce de cristal, un chopo de agua,
un alto surtidor que el viento arquea,



ya no podrían leerse sin asteriscos: “*Sauce, árbol que crece a la orilla del agua.” “*Chopo, especie de álamo.” “*Álamo, árbol que en poco tiempo alcanza gran altura y proporciona una madera muy resistente al agua.” “*Surtidor, chorro de agua que brota hacia arriba de una fuente.” Hasta el momento nada de esto ha ocurrido.

X
Horacio y Ovidio nos conducen a otra paradoja y a otro ejemplo de la frontera movediza entre lo culto y lo popular. El hexámetro fue el metro por excelencia de la poesía latina. Los grandes poetas europeos y americanos han tratado en vano de reproducir en las lenguas modernas los seis pies métricos de que consta en el original. El resultado no es satisfactorio ni siquiera en maestros como Darío:



Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda,



carece de la flexibilidad y la naturalidad que el hexámetro tiene en manos de Ovidio y sus contemporáneos. Los herederos del hexámetro han sido los poetas populares.
Hace mil años Per Abbat, o quien haya escrito o transcrito el Cantar de Mío Cid, halló que en la naciente lengua castellana lo más aproximado al hexámetro clásico era un verso largo de dieciséis sílabas. El pueblo español lo partió en dos y nació nuestro octosílabo, el metro por excelencia de este idioma, a tal grado que, según Alfonso Reyes, para el oído popular no suena a poesía nada que exceda de ocho sílabas.
Cómo se asombrarían los poetas latinos y los gruperos de hoy al enterarse de que la más cercana perduración de los versos que sonaban en Roma son las letras de los narcocorridos, y también de que, cultos o populares, todos los versos octosilábicos españoles pueden cantarse perfectamente con la música de La llorona, La guantanamera o El jinete. Basta citar el monólogo de Segismundo en La vida es sueño que comienza:



Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.



Xl
El contraste más fuerte es el que existe hoy entre la poesía y el futbol. No tengo nada contra el futbol, todo lo contrario; pero no dejan de llamarme la atención los suplementos a color que le dedican a diario todos nuestros periódicos frente a las cada vez más menguadas páginas culturales. Y en ellas se reduce día con día el breve espacio que un tiempo tuvieron los poemas y los libros de poemas.
Sería abominable una dictadura ilustrada que impusiera por decreto el leer poesía. Más bien, muchos piensan que habría que prohibirla y perseguirla para hacerla deseable y disfrutarla. Ezra Pound habló de “El pensamiento de lo que Norteamérica sería/ Si los clásicos tuvieran más circulación”. Menos ambicioso que Pound, no dejo de pensar en lo que México sería si la gente supiera de poesía el uno por ciento de lo que sabe de futbol, su historia, sus técnicas, sus grandes figuras, su pasión, su misterio.

Xll
Supongo que la capacidad de entender y disfrutar la poesía es como el don de hallar placer en la música clásica, algo que no todo el mundo tiene ni debe avergonzarse por no tener. Tal vez se trate de una capacidad innata en todas las personas que es sofocada muy pronto por la injusticia y por la falta de instrucción. La idea del ritmo está presente desde el primer día de la vida y el bebé se adormece a sí mismo con una canción sin palabras. Poco después descubre el idioma como materia poética y pregunta a sus padres cosas del estilo de “¿Por qué brilla la luna” o “¿Adónde van los días que pasan?”
A veces tiene la dicha de que le permitan apreciar en los versos más sencillos, como



A un panal de rica miel
Dos mil moscas acudieron,
Que por golosas murieron,
Presas de patas en él,


el hecho de que las palabras poseen otra utilidad distinta de la cotidiana. No sólo sirven para decir “Tengo hambre”, “Me quiero dormir”, “Dame agua”; también pueden jugar entre ellas mismas. Cantan en el ritmo y bailan en el encuentro mágico de la rima.
La poesía es la forma más exacta, concentrada y económica de decir las cosas. Así, algunos de los mejores poemas de la humanidad, los epigramas griegos y los haikús japoneses, caben perfectamente, como si estuvieran hechos para ellos, en un correo electrónico y hasta en un mensaje de texto, algo que no imaginaba Teognis al escribir hace veinticinco siglos:



Estupidez humana:
Te conmueven los muertos,
no la flor de juventud
que pasa.


O Kobayashi Issa cuando dice en el Japón del siglo XIII:



Te bañan cuando naces.
Te bañan cuando mueres.
Eso es todo.

La paradoja final de la poesía, que acaso explique su aislamiento, es ser mala conductora de la dicha y el placer, y en cambio receptáculo privilegiado de la negatividad del mundo. Sus topoi, o lugares comunes o temas privilegiados, son los mismos siempre en todas las lenguas, en todas las épocas, en todas las culturas: el dolor, la muerte, el paso del tiempo, lo efímero de nuestra experiencia de la vida. Y sin embargo, por obra y gracia del arte, el sufrimiento se transforma en un goce que sólo puede dar la poesía y gracias al verso se logra decir lo que nada más es posible expresar en un poema.

José Emilio Pacheco

Letras Libres, enero de 2008
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Extraído de "El poema seminal", Nº 124

lunes, 11 de agosto de 2008

Sobre los films de Ozu, por Wim Wenders *

"Tokio era como un sueño y mis propias imágenes me parecen hoy inventadas. Como cuando uno se encuentra, después de mucho tiempo, una hoja de papel en la que alguna vez, al amanecer, escribió un sueño: la lees, extrañado, y no reconoces ninguna de las imágenes allí descriptas, como si se tratara del sueño de otro. (...) El juego apareció tras la derrota en la guerra, cuando el pueblo japonés tenía un trauma que desterrar. Sólo los más hábiles o los más afortunados, y naturalmente los jugadores profesionales, puede alcanzar un número considerable de bolas premiadas y canjearlas luego por cigarrillos, juegos electrónicos o vales que, aunque ilegales, pueden cambiarse por dinero en alguna calle cercana. (...) 'La realidad'. Es difícil que haya un concepto más vacío en inútil que éste en el cine. Todo el mundo sabe, por sí mismo, lo que quiere decir con 'la percepción de la realidad'. Cada cual ve la realidad con sus propios ojos. Uno ve a los demás, sobre todo a la gente que ama; uno ve los objetos que lo rodean, ve las ciudades y los campos donde vive. Uno ve también la muerte, la mortalidad del hombre y la transitoriedad de los objetos. Uno ve y experimenta amor, soledad, felicidad, tristeza, temor. Es decir, cada persona ve, por sí misma, 'la vida'. (...) 'Ozu consideraba muy importante medir el tiempo con la mayor exactitud posible. cada toma se cronometraba y cuando veíamos las secuencias, el tiempo volvía a medirse una vez más. Yo siempre utilicé estas cosas de niños', decía Atsuta, ayudante de los films de Ozu.

Quizá buscaba algo que ya no existía. Hasta tarde aquella noche, y todas las noches siguientes, me perdí en una de las innumerables salas de pachinko, con su ruido ensordecedor, en las que uno se sienta ante la máquina, rodeado de gente, y por esta razón, más solo si cabe, y contempla cómo las incontables bolas de metal siguen su curso entre los clavos, la mayoría perdiéndose fuera y tan sólo unas cuantas alcanzado una meta premiada.


(...)


No me queda el menor recuerdo.
Sencillamente no lo recuerdo ya.
Sé que estaba en Tokio.
Sé que era la primavera de 1983, lo sé".
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* Wim Wenders, y un fragmento de Tokio-Ga, un documental del creador alemán en homenaje al maestro japonés. Extraído de Anuario. Página/30, año 1 número 5. Diciembre 1990.

domingo, 10 de agosto de 2008

Más poemitas ex yugoeslavos

Atroz en Yugoslavia

Perhan acompaña a Danira, siendo
aprensivo como es, a los hospitales.
Deja a su abuela atrás, y a su manera
sigue la pista de toda operación
ilícita que lo involucre. A continuación
emerge de entre los niños y las mujeres
vendidos como servidumbre por sus familias.
La comitiva en furgoneta semeja ensambles
de maturrangos en plena marcha. Incapaz
de permanecer con ella, enseguida
se fuerza en dejarla y viaja a Italia.
Todo se salió de sus cabales, adversarios
o no. Final de un sueño de afiliación
masiva. No en otros términos las lealtades
que cambian de puesto son procesos
sin pellizco de alevosía.




Macka de crna, macor

Cobre amarillo ruidosa, adentro y en cualquier
momento. “Cobre amarillo ruidosa, adentro
y en cualquier momento”, repasado por
Dennis Schwartz, un ribete. Con animado
en caracteres y montón de energía,
felliniesque, donde todos los patriarcas
son ladrones, y luego casan a sus niños
y pasan a controlar vidas enteras antes
que mueran. Será la boda que funcione
lejos de una ceremonia disfrazada como
árbol, para caer en un hombre ideal,
sin decir apenas eso. Kops trapezoidal,
a la manera de esos films de Mack Sennett.
Sus destinos se aferran al beotismo de una
casa, para muertos que restablecen su mirada
cubierta por el hielo. Después se disuelve
el caos, por completo (larga fila benjuí,
oleorresina, emplasto para una historia
no más extensa que noventa minutos).
El brete de cierta prisa por parte del
espectador será jugueteo donde vadea
el monopolio. Un sinfín parterre de gitano.
Bien: todo un momento cuando logran fugarse
bajo un campo de girasoles. Mientras ellos
luchan a brazo partido contra la tentación
del pormenor hacia la cosa entera, guisa eclipse.


Slavica Tergestina

Junto a Silas, Saulo canta himnos de protesta
provenientes de la izquierda. Ríen entre ellos,
aunque Saulo conoce bien que de los dos, es
él quien se encuentra orando, y hasta visualiza
-casi hipnóticamente- reclusos conocidos
que aún parecen escucharlo. Silas le recuerda
de la reunión de mañana. Debates, posiciones
frente al enemigo, y una visita al ministerio
para llevarse al menos dos FAL de procedencia
rusa, lastre de la guerra de Corea. Vuelven a reir
los dos ahora engomados, cayendo en la certitud
de que el armamento falle en el instante
de apuntarle al adversario. No hay dramatismo
y contienen la carcajada, igual de inocultable.
Destapan segunda botella. Otra vez Saulo
percibe aquella visión de los reclusos,
y la profundiza. Es así: un gran terremoto
se desata y los cimientos de esa cárcel
oscilan lo mismo que tabiques de papel
de arroz de una casa de té. Todo se movía;
las puertas se abrieron y las prisiones de todos
se soltaron, desclavadas. Saulo en sueños
observa cómo el carcelero blande una kanana
e intenta matarse, pensando que la totalidad
ya había huido. Saulo lo abraza, y le dice:
“No te hagas mal, todos estamos aquí”.
La salida del corcho es seca, y sirve su
contenido en porciones micronésimas.

Pantomima de los egresados (1978)

Nunca, igual a nada, poca cosa.

Se sabe: el caimán regresa de Barranquilla
y entre los dientes otra vez la noción
de carne lúcida y analgésica, mezcla
de suyo inmediato donde todo subyace.

Vástagos, sí, todos, y apartan a paleadas
el sendero ahora removido, alcorce Vuriloche.
Dientes de enzimas, oxidasa, en un disímil ser
y suponiendo acopie una porrada de lustros
con que hacer caldo de sus múltiplos achaques.

Un intérprete en el montaje de un abrevadero.
Piedra del Águila, del confín nos guardásemos.

Ninguno de nosotros, en ellos, volverán
a varear como reseros por una misma
mitad; todas las cosas de punta en blanco
acuden dilectas por apego al oficio.

Sucia la nieve, seca mis borcegos
(era borceguí, y ya lo desplazó un éxodo
de soltar amarras por sedición del diccionario).

Era felicidad, no yo, y qué sería de mí
sin ella. Es cuando el caimán se pudre
desde el vientre por el tajamar, y a nombre
de qué despide que ya no fuese Barranquilla.
Llanura de Vipava (1992)

Tren del atardecer devenido
de pronto en hilera nocturna.

Es verdad, los acantilados se habían
convertido en un rosario de tinieblas.
Brillo de luna a través de las lumbreras
que apenas se movían de sitio.

Una recta con curvas y cambios
de dirección salía de sus puntos
cardinales, mientras despuntaba
una naturaleza muerta de uvas
y peces. Visión de las primeras
cepas, auxiliadas por filas radiantes
de viñedos adheridos a una ladera.

El tren estaba a pleno y la gente
hablaba de un modo confuso
e ininterrumpido. El conductor
también hablaba. No pasó una hora
en la que no se hiciera una pausa.

Convertido en la atención misma
así miraban su cabello. El de una
joven soldado lamiendo sus heridas
y el de un prójimo de la misma edad,
despertándola.
___________________________
Boban Markovic, y su clásico Otpisani.




sábado, 9 de agosto de 2008

Resultados de ¿Qué "cazzo" es hoy la literatura argentina?

Sólo literatura
4 (20%)

Grandes libros de pequeños autores
4 (20%)

Una vanguardia silenciosa
3 (15%)

Pequeños libros de grandes autores
2 (10%)

Un efecto de la realidad
2 (10%)

Un bluff
2 (10%)

Una nada
2 (10%)

Una de las formas de la publicidad
1 (5%)

Votos: 20

En tanto, las posibilidades Una promesa en ciernes, Un nexo social, Una vanguardia y Un extraordinario proceso post-dictadura/post-menemismo/post-etc, no obtuvieron votos.

viernes, 8 de agosto de 2008

El interés común

En sus distintas definiciones, la política es la consolidación de aquello biológico y a la vez la asunción de la vida por parte del poder. Pensar es la aproximación más cercana al concepto de resistencia, y sin embargo, lo que sucede es todo lo contrario: el pensamiento es una forma de amplificar los ejes de una posible resistencia. Pensar es un acto político, que si sólo se lo interpreta como de “resistencia al orden”, etc., lo único que se consigue es banalizar los logros de un proceso de intelección de la realidad. La manera de intervenir de la política, tal como la vemos hoy en día, está preñada de silogismos que opacan los mecanismos de la práctica. Y me refiero a que, de existir una jerarquía en la política, será la de revalidar la política como la inclusión de un programa de posible mayorías. Pero para eso hay que captar, intervenir, interesar donde más duele: el funcionamiento cotidiano. Cuando ese funcionamiento no se ve amenazado por la sintaxis política es cuando suceden algunas distorsiones lamentables, y se caen en una noción peligrosa, que en la democracia "todo vale" y que las libertades se ven amenazadas por la violación del individuo. La política es una construcción gregaria.

Maestro Ninja

Con Damián Zárate.














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"Yo le tengo miedo a los ninjas". Así hablaba Zárate: sobre sus miedos, los de Tortorella, sobre la dureza con que los ninjas caen en nuestras vidas y extraen, con la impunidad que los hizo célebres (y más adelante, tortugas), lo mejor de nosotros para volvernos maleza seca. No hay derecho a que la purpurina de Zárate sólo cuente en sus relatos deportivos, cuando lo mejor de él es, se sabe, es un secreto a voces, la abundancia de su gratuidad. En la fotografía inferior, el chivilcoyense Iván intenta rebobinar frase por frase los argumentos anti-ninja de Zárate, y esgrime un auténtico terror a los bañistas enanos con ropa inadecuada. ¿Y yo? Nada. Si apenas estoy saliendo del terror del rostro de Ray Milland en "El entierro prematuro".
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Con Zárate e Iván Tortorella, después de una imposible conversación al aire en LR11, en el programa "Todos los climas".

jueves, 7 de agosto de 2008

Cuatro poemitas ex yugoeslavos *


Kusturica / Bregovic

Curiosa, o plástica
ojeada sobre una cultura emigrante
jamás como reválida. En el centro
de un hombre un ghetto y su abuela,
tío, o hermana lisiada, giran alrededor
de sus capacidades, más acá de la venta
ocasional de piedra caliza a los aldeanos.
Energía divina, telekinesis, ya entrecana
después de la pobreza de un marido
inconveniente. Así el día se desvela
en lo que administra entre muchachos.
Entonces será hijo de Ahmed -visible
criminal, carismático-; y él mismo, si no,
vario en el pasaje: un hospital en Vukovar
y un próximo tránsito donde no se objetarán
a causa de quién, las costas de internación.



Atmósfera

Supernatural a la época, no de otra manera
los gitanos reflejan su aliño ambulante.
Seguir lo mismo que mesnadero en secuencia
y abertura, donde un mendigo hace gala
de una enfermedad mental. Tío de Perhan
que rechaza un dios sin nominar, mientras
juega en las calles con otro transitorio.
A otra cosa. Una escena con hornos explica
el proceso de producción de la piedra caliza
y posterior carga de la leña. Es innovador:
amortigua su voz y reaparece en la tapa
del apilado. ¿No es conveniente volver
a la tierra con el producto final?
Las festividades del día del St. George,
cuando zapan al pavo doméstico juntando
energía para el nacimiento del niño.
El resultado es fusión excéntrica, comedia
y un realismo de fantasía. Todo aniversario
es más calamitoso que las circunstancias.
De la alegría al luto, de la transgresión
a la decencia, se incluye de una vez
el pésame de un retrato, desemejante.



Zemlja del jedna del jednom de Bila, 1995

Una tarde de abril 6, 1941: Belgrado
bombardeada por las tropas aliadas,
mientras dos oportunistas se identifican
como insurrectos comunistas. Buscan
refugio en el sótano de su abuelo, junto
a su hermano, esposa embarazada, etc.
Créditos del film, etc, superproducción.
Los asaltos aéreos, pertinaces durante
la guerra mundial II, y más adelante,
la continuidad de una guasa. Personal
militar pagará con refugiados comunes
en las fosas (correveidile de farautes
para Bosnia). Recordar con eso que
la guerra no es guerra, si todo veredicto
provoca nuevas escisiones. Por tanto,
ya se está en zona osmanlí (si bien no
existe novedad sin salida). El repicar
de una trompeta en la Guca soberana.
Cierran esos bronces en la orquesta.


Boban Markovic Orkestar, interpretando el tema Ederlezi (Djurdjevdan), Belgrado 2002.

::

A cuenta de la convención de Ginebra

Descripción tocando la superficie
(que parezca confusión). El diagrama
es menos un arsenal extenso que
caracteres coloridos en el paisaje
del mundo. Extraño y memorable,
ese amor por las drogas, la música
techno, las armas, y con eso logra
del mayorista su verdadero cómico.
Un Elvis femenino se eleva idéntico
tras un tacto indecente, a menos
que tire muy bien de los clavos
de un tablero. Que las audiencias
tomen respiro, confluyan en torno
a un número semi-imposible de credos.
De no ser así, se fijará la atención
sobre una melopea de puntos
suspensivos, y donde lo peor será
contraerse como gángster de monta
mediana, sobre una silla de ruedas.
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* Pertenecientes a La orquesta de bronces (poemas ex yugoeslavos)