domingo, 23 de diciembre de 2007

¿Alguien vio una mirada así?

No son los ojos de Virna Lisi, pero se le parecen, sobre todo si el que habla es el sujeto parlante, escribiente del padre. Nunca comprendí cómo algunos escritores que escriben poesía (ya lo dije, sí, lo de POETA, no me gusta ni medio) tienen la capacidad para dedicar un poema a un hijo, a una novia, a la madre, a la vecina, al almacenero, a la esposa/o, a cualquier ser vivente al cual inocularle ese sujeto-objeto del deseo. La verdad, los admiro, a mí no me sale. Cuando me pregunto si alguien vio una mirada así?, en verdad soy ese escritor que no soy el que se pregunta si esa vida compartida con mujer e hija es capaz de traducir todo lo que esa mirada provoca. Me gustaría ser John Berger y creer que esa foto de Olivia Arteca es realmente un lienzo perdido de Tiziano. A ver: esa nena, está triste? No, más bien parece sostenerse el labio inferior como si se lo mordiera, y con eso manifestar no un enojo sino un hartazgo, pero un cansancio con sorna, como entendiendo de antemano una realidad que parece surgir de quien le echa encima una foto. No parece estar de acuerdo con la instantánea, no? Y bien, quién puede estar de acuerdo, si al fin y al cabo se trata de un abuso de autoridad aquello de aplicar una foto sin consentimiento. Pero en definitiva, el rostro de Olivia merece ser difundido, sobre todo porque dice del padre más de lo que él pudiera decir de sí mismo. Las fotos ajenas nos defienden a pesar nuestro. Son nuestro escudo protector, debido a que no cabe la menor duda que aquel que logre capturar una mirada semejante se convierte en un ser más inteligente, más perceptivo, cuyo enlace con la realidad es la formulación estética del instante. Todo muy lindo, si no fuera porque esa foto, ahora lo recuerdo, fue sacada por Raúl Arteca, uno de mis hermanos. No puedo retirar lo dicho, es demasiado tarde para reeditar este texto. A veces las fotos pueden condenarnos a la máxima estupidez. Ella habla por su valor de revelado.