miércoles, 30 de diciembre de 2009

Diez

Estaba repasando en forma rápida este 2009 por demás fructífero, al menos para mí. Para muchos fue un año complejo, para otros desgraciado, para algunos, un año más que interesante, de aquellos que no se repiten, y por ese motivo, mejor levantar el dedo pulgar (como lo hago en la foto con mi hermosa Olivia, en el bar Simón, de La Plata, antes que Araceli o Meli, las mozas de turno en ese momento, no sirvan algo para pasar más drásticamente el verano sofocante y subtropical de la ciudad de Rocha.) Y es mejor levantar ese dedo hacia arriba, sí-positivo, antes que la realidad se transforme en otra cosa, en una laguna de suspenso y malestar, no porque eso vaya a suceder, sino para que no ocurra en forma tan literal. Lo cierto es que desde junio de este año, desde que participé en el Encuentro de Escritores de La Plata, donde mantuve un diálogo público con César Aira, al final de esa reunión literaria, las cosas fueron mejorando en modo dramático. Aira fue mi talismán, como mi hija lo es de una manera habitual. Pronto cumplirá 10 años, y yo, este año, 50. Es toda una cantidad para ella, pero también para mí. Habría que entender qué cosa es ese montón de años que uno acumula y para qué. Incrementar la edad es agobiante, pero hacerlo en forma promenorizada sin que nada te suceda más allá de la acumulación, es en mayor medida una situación fatigosa.
Tuve la suerte de participar, a partir del doble amuleto, de varias reuniones, lecturas, debates, etc., que me ayudaron a reencontrame con gente que quiero y conocer personas que admiro. Más allá de nuevas publicaciones que alimentan el ego personal (siempre agazapado, pero al que tampoco hay que tomarlo así como así, como una fórmula de permanencia en algún sitio indefinido de un parnaso cultural, inexistente), poder escribir poesía o ensayo, o lo que fuere que hago, es una doble satisfacción. Pronto estaremos en Perú, para la salida de Guatambú en vesión incaica, vía la buena gente de Cascahuesos, de Arequipa; en Chile saldrá mediante La Calabaza del Diablo, un texto llamado Nuevas impresiones; después la satisfacción de saber que Horno finalmente puedo verlo en papel y que los muchachos de CILC sacan Cuando salí de La Plata, un chiste pseudo-barroco-collage del que estoy en alguna medida conforme: faltó más, pero de ese todo particionado quedó un breve librito de 32 páginas. Ojalá guste. Ojalá alguna vez, como digo en la dedicatoria, Olivia pueda leerlo; y faltó más: que alguna vez tenga apetito de leerlo. Supongo que ser escritor debe componer una condición solipsista fuerte, y que todo lo que rodea el trabajo escritural está fuera de la mecánica de trabajo. Pero en todo momento surge la necesidad de que quienes más te quieren o creen en vos, deben tener el mismo deseo de leer tu trabajo, como una vocación de proporciones: uno pone mucho y los demás, la misma intensidad. Como eso no es posible, al menos en términos de reciprocidades (y mucho menos de intensidades), lo único que queda es agradecer la atención, paciencia, el estímulo y el respeto por lo que uno hace o puede hacer como escriba y persona. Y por el pequeño o gran tiempo perdido que dispensaron el leer o ver en qué cosa anda este tipo, dentro o fuera del blog. Yo también dispensé mi tiempo, de alguna manera, en ustedes (y después dicen que nadie hace ninguna cosa por el otro: un minuto de bola es un everest de intenciones). Alors, vayan estos nombres como agradecimiento, por distintas razones, desde lo afectivo, lo laboral o porque me crucé con ellos en algún momento de este año: Horacio Fiebelkorn, Martín Rodríguez, Soledad Uranga, Sebastián Morfes, Carlos Battilana, Pablo Chacón, Matías Moscardi, Milton López, García Helder, Silvana Franzetti, Eva Murari, María Medrano, Miguel Vedda, Ángel Oliva, César Aira, Alfredo Jaramillo, Sebastián Uranga, Fernanda Castell, Horacio Preler, Maurizio Medo, José Córdova, la gente de Bajo la luna -Miguel y Valentina- (en 2010, olvidé, sale por allí El pronóstico de oscuridad), Daniel Samoilovich, el gran Gustavo López, Cecilia Eraso, Daniel Freidemberg, Mirta Rosenberg, Néstor Mux, José María Pallaoro, Francisco Cellini, Sergio Chejfec, Silvio Mattoni, Carlos Aprea, Norma Etcheverry, Sandra Cornejo, Carlos Vallina, Fernando Arizaga, César Cantoni, Rodolfo Edwards, Santiago Llach, Damián Ríos, Sergio Raimondi, Marcelo Díaz, Ramiro Quintana, Santiago Matías, Beatriz Vignoli, Roberta Iannamico, Guillermo Pilía, Susana Cella, Cristian de Nápoli, Florencia Castellano, Gonzalo León, Marcelo Montecinos, José Kozer -siempre-, Reynaldo Jiménez -siempre-, Aníbal Cristobo -ídem-, Ana Porrúa, Ramón Tarruella, Francisco Cellini, Luis Maltz, Mauricio Valluzzi, Verónica Stedile Luna, Matías Domínguez, Liliana Lukin, a la gente de CILC -unos fenómenos-, al Gurí Ordenavía, a mis alumnazos de taller, a mis compañeros de Radio Universidad, la gente de la revista Oráculo, la de Mandorla, con Gabriel Bernal Granados a la cabeza, etc. Que el año que se nos viene se replique con ese dedo pulgar hacia arriba que convoco con mi hija, y para los que quieren olvidar el 2009, bien, se fue, ya está, vuelta de página, que la realidad venga como suele hacerlo, dura, extraña y ciclotímica, y que hagamos de ella una nueva construcción colectiva y personal. Y para los que me han dado con un fierro, que preparen más, soportaré tal cosa, tampoco es para ponerse a la defensiva. Aún no es mi turno del ofendido. Chin-chin!

domingo, 27 de diciembre de 2009

"ESTO ES AGUA". Discurso de David Foster Wallace en la ceremonia de graduación de la clase 2005 del Kenyon College

Estaban estos dos peces jóvenes nadando a lo largo y sucedió que de pronto se encuentran con un pez viejo que venia en sentido contrario, y al ver a este par de peces, los saludó con un “hola chicos, ¿como esta el agua?” Los dos peces jóvenes continuaron nadando hasta que uno de ellos volteo la mirada hacia el otro y le dijo, “¿qué diablos es el agua?”
Esta es la costumbre “estandarizada” que existe en los Estados Unidos para los discursos de graduación: el desarrollo didáctico de pequeñas historias a modo de parábolas. Y este tipo de historia resulta ser una de las mejores y menos estúpidas dentro de las convenciones del género. Ahora bien, si ustedes están preocupados en estos momentos, pensando que yo estoy planeando presentarme a este lugar como si fuera ese viejo y sabio pez que les explica a ustedes los peces jóvenes, qué es el agua; por favor, no lo piensen de esa manera. Yo no soy ese viejo y sabio pez. La lección inmediata de la historia del pez radica en que la más obvia, ubicua, e importante de las realidades, suele ser las más difíciles de ver y de hablar. Claro que establecida como una oración en inglés, esta se nos presenta como una banal perogrullada; pero el hecho es que en las trincheras del día a día de nuestra existencia como adultos, las perogrulladas banales pueden tener una importancia de vida o muerte. Y así es como yo se los quiero sugerir, en esta seca y tierna mañana.
Por supuesto que el más importante requisito en discursos como estos radica en que yo debo hablarles aquí sobre el significado de su educación en Artes Liberales. En tratar de explicarles por qué el grado que ustedes están a punto de recibir tiene un valor humano actual, en vez de una simple retribución material.
Entonces empecemos hablando de este simple y poderoso cliché que se da dentro del género de los discursos de graduación, cual es aquel que dice que la educación en Artes Liberales no trata tanto de cómo llenarlos de conocimiento, sino, cito, “enseñarles a ustedes cómo pensar.” Y si ustedes fueran como yo, cuando era estudiante universitario, no les hubiera gustado para nada escuchar esto, se sentirían un poco hasta insultados, bajo el reclamo de que en realidad no necesitan a nadie que les enseñe cómo pensar; toda vez que han sido aceptados en una universidad lo suficientemente buena y prestigiosa como para estar probándoles qué tan bien saben pensar. Pero les voy afirmar a ustedes que este cliché sobre las Artes Liberales resulta no ser tan insultante como podría creerse, porque la educación realmente significante en lo que se supone vamos a adquirir en un lugar como este, no tiene que ver tanto con la capacidad del pensar, sino por el contrario, con nuestra elección sobre qué vamos a pensar. Si su total libertad de elegir en relación sobre qué pensar, les resulta demasiado obvio como para perder el tiempo en hablarlo; les voy a pedir que piensen en el pez y el agua y que pongan en paréntesis, sólo por unos cuantos minutos, su escepticismo acerca del valor de lo totalmente obvio.

Aquí les tengo otra de esas historias breves y didácticas. Están dos tipos sentados en un bar de uno de esos lugares salvajes y remotos de Alaska. Uno de ellos es religioso, el otro es ateo y están discutiendo la existencia de Dios, con esa especial intensidad que resulta luego de la cuarta cerveza. El ateo dice: “Fíjate, no es que no tenga una razón actual para no creer en Dios. No es que no haya nunca experimentado todo este asunto de Dios y la oración. Sucede que el mes pasado de pronto me vi atrapado, lejos del campamento, en una de esas tormentas de nieve y no podía ver nada, y estaba absoluta y totalmente perdido, y había cincuenta grados bajo cero, y entonces lo decidí e intente hacerlo: me arrodillé en la nieve e imploré por Dios… Dios, si hay un Dios, estoy perdido en esta tormenta de nieve, y voy a morir pronto si tú no me ayudas!” En el bar, el tipo religioso miro al ateo con total perplejidad: “Bueno, entonces ahora debes creer”, le dijo. “Después de todo, aquí estas, sano y salvo.” El ateo puso sus ojos en blanco como si el religioso fuese un tonto y le respondió: “No hombre, todo lo que sucedió fue que de pronto aparecieron un par de esquimales y me mostraron por donde era el camino de regreso al campamento.”
Es muy fácil entender esta historia bajo cierto tipo de análisis estandarizado dentro de las Artes Liberales: una misma experiencia puede significar dos cosas completamente diferentes, en dos personas diferentes, que tienen a su vez dos modelos de creencias diferentes y dos caminos diferentes para construir sus propios significados a partir de la experiencia. Y porque apreciamos la tolerancia y diversidad de creencias, de ninguna manera en nuestro análisis del tipo "Artes Liberales", vamos a reclamar que la interpretación de uno de ellos es la verdadera y la del otro la falsa o mala. Lo cual esta bien, salvo que nunca terminamos reflexionando sobre el origen de estos patrones y creencias individuales, en el sentido que vienen del interior de estas dos personas. Como si las más básicas orientaciones de una persona en relación al mundo y al sentido de su experiencia, estuvieran de alguna manera enraizadas a su ser, al igual que su estatura física o la talla de sus zapatos; o como en el caso del lenguaje, que es absorbido por la cultura. Como si la construcción de significados no fuera un asunto de elección personal y producto intencional de una decisión conciente. A todo esto hay que agregar el asunto de la arrogancia. El tipo que no es religioso está totalmente en estado de sujeción y seguro de sí mismo, para descartar la posibilidad que los esquimales tengan algo que ver con su ruego a Dios pidiendo ayuda. Y es cierto, también existen muchas personas religiosas que se muestran absolutamente arrogantes con respecto a sus propias interpretaciones. Y probablemente son mas repulsivos que los ateos, al menos para la gran mayoría de los que nos encontramos aquí reunidos, y el hecho es que el problema del dogmatismo religioso es exactamente el mismo que se muestra en la genesis del ateo: arrogancia, certeza ciega, y una mentalidad limitada que es como una prisión tan absoluta o completa que el prisionero no termina ni de darse cuenta de que esta encerrado.
El punto aquí es que yo pienso que esto es un aspecto de lo que el mantra de las Artes Liberales nos dice, “enseñarnos a cómo pensar”; es lo que realmente supone que dice: el de ser un poco menos arrogantes, el de tener alguna conciencia critica sobre mi ser y mis certezas… porque un inmenso porcentaje de cosas que automáticamente damos por ciertas, resultan totalmente falsas y engañosas. Y yo aprendí todo esto de una manera penosa y difícil y les pronostico a ustedes -que hoy se gradúan-, lo mismo.
A continuación un ejemplo de algo totalmente equívoco y que sin embargo tendemos de manera automática a dar por cierto: todo lo que está alrededor de mi propia e inmediata experiencia soporta la profunda creencia de que somos el centro absoluto del universo; soy la más importante, brillante y realista de las personas existentes. Y raramente solemos hablar de este tipo de naturaleza básica y egocéntrica, porque es socialmente tan repulsiva, pero muy en el fondo, es casi la misma para todos nosotros. Es esa disposición innata (1) que se nos instala solidamente desde el instante mismo en que nacemos. Piénsenlo de esta manera: no ha existido en sus vidas una sola experiencia en donde no hayan estado en el centro absoluto. El mundo tal como ustedes lo experimentan se encuentra justo frente a ustedes, o atrás, o a la izquierda o a la derecha; esta en sus televisores, en sus pantallas del ordenador, o donde sea. Los pensamientos y sentimientos de las otras personas tienen que ser comunicados de alguna manera; pero los suyos propios son tan urgentes, inmediatos y reales.

Ustedes captan esta idea. Pero por favor no se sientan preocupados por el hecho de que yo podría estar preparándome ahora para predicarles sobre cómo ser compasivos y otras directrices como las llamadas “virtudes”. Esto no es un asunto de virtud, es un asunto que tiene que ver con mi elección a realizar mi trabajo que consiste de alguna manera en alterar o liberarme de mi estado natural, que es esto que nos viene dado por la naturaleza, que resulta ser profunda y literalmente egocéntrica; y con interpretar y ver todo a través de un lente propio.
Las personas que pueden ajustar esta natural disposición innata de esa manera, son usualmente descritas como “bien adaptadas”, por lo que desde ya les sugiero que no estamos ante un término accidental.
Dado aquí este posicionamiento académico, una pregunta obvia es: qué tanto de este trabajo de ajuste de nuestras disposiciones innatas envuelve el intelecto y conocimiento actual. La respuesta, que no es una sorpresa, dependerá de qué tipo de conocimiento estemos hablando. Probablemente la más peligrosa cuestión que envuelve la educación académica, al menos en mi caso, es que esta facilita mi tendencia a sobre-intelectualizar una serie de cosas, a perderme en pensamientos abstractos en vez de simplemente prestar atención a lo que está sucediendo frente a mí. En vez de prestar atención a lo que esta sucediendo dentro de mí.
Y como estoy seguro que ustedes muchachos lo saben, es extremadamente difícil mantenerse alertas y atentos antes de quedar hipnotizados por el constante monólogo que se genera en nuestras cabezas. Lo que ustedes no saben aun, es cuáles son los riesgos que esta lucha lleva implícitos.
Desde mi propia graduación hace veinte años, he venido poco a poco entendiendo todos estos riesgos y he podido constatar que ese cliché de artes liberales que dice “enseñándoles cómo pensar” ha quedado corto por una más profunda e importante verdad: “Aprendiendo cómo pensar”, es decir aprendiendo cómo ejercitar algún control sobre en qué y en cómo pensar. Significa estar lo suficientemente concientes e informados en la elección de a qué vamos a prestar atención y en la elección de cómo vamos a encontrar un sentido desde la experiencia. Porque si ustedes no pueden ejercitar este tipo de elección en sus vidas adultas, entonces se encontrarán totalmente perdidos. Piensen en ese viejo cliché que dice “La mente es una excelente sirviente pero una pésima maestra”. Este, como muchos clichés, tan pobre e intrascendente a simple vista, expresa en el fondo una gran y terrible verdad. Y no es poco menos que accidental que la mayoría de adultos que se suicidan con un arma de fuego, se disparan en la cabeza. Ellos disparan a ese terrible maestro (2). Y la verdad es que la mayoría de estos suicidas ya estaban muertos mucho antes de halar el gatillo. Y yo suscribo que este es el real y no despreciable valor que la educación en artes liberales supone ser: de cómo mantenernos alejados de esas confortables, prosperas y respetables vidas adultas que estan muertas: inconcientes y esclavos de sus propias mentes y disposiciones innatas; a ser únicos, íntegros y a estar imperiosamente solos, día a día.
Todo esto les podrá sonar hiperbólico o como si fuera una abstracción sin sentido. Por lo que les sugiero ir a lo concreto. El hecho simple es que ustedes graduados aun no tienen la menor idea de lo que realmente significa el “día a día”. Sucede que a nadie se le ocurre hablar en los discursos de graduación de gran parte del estilo de vida adulta de los americanos. Partes en donde están involucrados el aburrimiento, la rutina y las pequeñas frustraciones. Los padres y personas mayores que se encuentran aquí presentes saben a lo que me estoy refiriendo. A manera de ejemplo, digamos que estamos en un día promedio en la vida de un adulto, y nos levantamos por la mañana para dirigirnos a ese centro de trabajo que es nuestro gran reto, y nos quedamos trabajando duro por nueve, diez horas y cuando el día llega a su fin estamos cansados y estresados y todo lo que deseamos es llegar a casa y tener una buena cena y tal vez relajarnos por un par de horas, para después meternos al sobre temprano, porque debemos levantarnos al día siguiente para hacerlo todo de nuevo una y otra vez. Pero en estos momentos recordamos que no hay comida en casa –no hemos tenido oportunidad de hacer las compras debido a nuestro exigente trabajo- por lo que ahora luego del trabajo, debemos meternos en nuestros coches y conducir al supermercado. El día laboral ha terminado y el trafico es muy intenso, por lo que llegar a la tienda toma más tiempo que el usual, y cuando finalmente llegamos, el supermercado está abarrotado; es la hora del día que también otros trabajadores tratan de hacer sus compras, y la tienda se ve horrible, con sus luces fluorescentes y su estilo “pop-corporativo” o “Muzak” destruye almas (3); y es más que el último lugar donde quisiéramos estar en estos momentos, pero no podemos entrar y salir con la rapidez que quisiéramos. Y tenemos que deambular por los pasillos de esta sobreiluminada y abarrotada tienda, en busca de nuestros alimentos; y tenemos que maniobrar con nuestra vetusta carretilla y por supuesto cruzarnos con todas esas personas que también deambulan cansadas y apuradas con sus carretillas; y los viejos con su glacial lentitud; y las personas espaciosas; y los chicos con ADHD (4). Todos bloqueándote tu paso por los pasillos, pero nosotros nos aguantamos mordiéndonos los dientes y tratamos de ser educados, solicitándoles nos permitan pasar para finalmente conseguir todos nuestros productos y encontramos que no hay suficientes líneas abiertas para pagar a pesar que es la hora punta y las pocas líneas están repletas de gente. Lo que nos parece estúpido y nos hace enfurecer, pero no podemos descargar nuestra furia sobre la frenética mujer que trabaja en la caja registradora, que se encuentra sobrecargada en un trabajo cuyo tedio e insignificancia diarias sobrepasan la imaginación de cualquiera de los aquí presentes en este prestigioso college…
Pero en todo caso, finalmente nos encontramos listos para pagar y pagamos por nuestra comida no sin antes esperar que una maquinita autentique nuestra tarjeta o cheque para que finalmente nos digan “que tenga un buen día”, en una voz que es y suena como la voz absoluta de la muerte.
Y a continuación tenemos que llevar nuestras fofas y endebles bolsas de plástico llenas de alimentos en esa carretilla, que además tiene una de las rueditas que gira locamente hacia la izquierda, durante todo el recorrido por una atestado, sucio y agujereado parque de estacionamiento para a continuación intentar cargar el coche de tal manera que nada se salga de las bolsas y así evitar que los productos rueden a lo largo y ancho de la maletera, en el camino de retorno a casa; y a continuación debemos conducir todo el trayecto a casa en un lento, pesado e intenso trafico de hora punta tipo “SUV”, etcétera, etcétera.
Por supuesto que todos los aquí presentes han realizado esta actividad, pero nadie lo ha incorporado como parte de su rutina, día tras semana tras mes tras año. Y así será y más triste, molesto y como una rutina sin sentido aparente. Excepto que este no es el punto. El punto se da en estas situaciones de agobio, porque es ahí donde la posibilidad de elección aparece. Porque las congestiones del trafico, los corredores abarrotados y las largas líneas para pagar, me dan tiempo para pensar y si no tomo una decisión consciente sobre cómo pensar y a qué prestar atención, me voy a sentir miserable y amargado cada vez que deba detenerme en el supermercado; porque mi disposición innata me dice que en situaciones como esas todo se da en relación a mí: mi molestia, mi fatiga, mi deseo de estar en casa.
Y nos va a parecer que los demás, como cualquier otra persona, están "en mi camino", ¿y quién diablos son todas estas personas que se cruzan en mi camino? Y miren qué repulsivas son la mayoría de ellas, que estúpidas, torpes e inhumanas e insensibles que se ven todas ellas en la fila para pagar; o qué enojados y rudos me parecen esas personas hablando en sus teléfonos celulares en medio de todas estas filas. Y miren qué profundamente injusto es todo esto: he trabajado duro durante todo el día y estoy hambriento y cansado y ni siquiera puedo llegar a casa a cenar y descansar por culpa de toda esta gente. O por supuesto, si me encuentro en una forma más socialmente conciente del tipo "artes liberales", siempre dentro de mi determinación innata; me podría pasar el tiempo durante el trafico del fin de día, molesto y amargado por todo ese inmenso y estúpido carril de carretera abarrotado de SUVs y Hummers y pick-ups V12 quemando y malgastando egoístamente su combustible desde esos tanques de cuarenta galones; o puedo fijarme en el hecho de que esos "stickers" patrióticos o religiosos de los parachoques, siempre resultan encontrarse en los más grandes y distinguidamente egoístas vehículos, conducidos por los mas horribles, desconsiderados y agresivos conductores que usualmente los encontramos hablando desde sus celulares al tiempo que van cerrando a los demás vehículos con tal de ganar sus veinte estúpidos metros, hacia adelante en la congestión vehicular... y puedo pensar en cómo los hijos de nuestros hijos nos van a despreciar por malgastar todo ese combustible del futuro y probablemente arruinar el clima; y de qué engreídos, estúpidos, egoístas y desagradables fuimos todos; y de cómo todo esto los jodió; y de esto y lo otro...
Fíjense, si yo elijo pensar de esta manera, bien, muchos de nosotros así lo hacen -salvo que elegir pensar de esta manera tiende a ser una forma tan simple y automática, que no implica ser el resultado de una elección. Pensar de esta manera es aplicar nuestra determinación innata. Es esta forma automática e inconciente por la que experimento todo el aburrimiento, frustración y otros aspectos de la vida saturante adulta; sólo cuando opero en esa creencia automática e inconsciente de que soy el centro del universo, mis sentimientos y necesidades inmediatas, son las que determinarán mis prioridades frente al mundo.

El asunto es que existen obviamente diferentes caminos de cómo pensar estos tipos de situaciones. En todo este tráfico, todos estos vehículos atascados y paralizados en mi camino: no es imposible que alguna de estas personas montadas en sus SUV's hayan estado involucradas en algún horrible accidente automovilístico en el pasado y en la actualidad encuentran en el manejar, una experiencia tan traumática que su terapeuta les haya recomendado conducir una inmensa y pesada SUV y así se puedan sentir lo suficientemente seguras en el volante; o que el Hummer que me acaba de cerrar el paso en la carretera, tal vez este siendo conducido por un padre de familia cuyo pequeño hijo este mal herido o enfermo en el asiento de al lado, y lo esta llevando raudamente al hospital y por lo tanto tiene una razón más grande y legitima que yo, para conducir de esa manera; y soy yo en realidad, quien se esta cruzando por su camino. O me puedo ver forzado a elegir en consideración, la probabilidad de que todas las personas que conforman esas filas para pagar en el supermercado se encuentran, al igual que yo, tan frustradas y aburridas, y de que algunas de estas gentes de hecho tienen una vida mas dura, tediosa y dolorosa que la mía, en general. Y así sucesivamente.

Nuevamente, por favor no vayan a pensar que yo les estoy dando aquí un consejo moral; o que yo les estoy hablando de cómo ustedes "deberían de" pensar; o de que todos esperan de ustedes, que hagan esto de manera automática, porque a decir verdad, todo esto es duro y requiere de mucha voluntad y esfuerzo mental, y si ustedes son como yo, algunos días no estarán en condiciones de hacerlo, o sencillamente no desearan hacerlo. Pero la mayoría de los días, si ustedes están lo suficientemente conscientes para darse la oportunidad de hacer una elección, podrán elegir mirar diferente a esa mujer gorda, insensible y sobredimensionada que le acaba de pegar un grito a su niño en la línea para pagar... que tal vez ella no es así en realidad; que tal vez ella se viene pasando tres noches seguidas sin dormir, tomada de la mano de su marido que esta agonizando de cáncer a los huesos, o tal vez que esa misma mujer es la empleada de más bajo salario del Departamento de Transporte Publico, que justo ayer fue quien ayudo a tu esposo a resolver uno de esos problemas de tipo "pesadilla", a través de un cierto e insignificante acto de benevolencia burocrática. Por supuesto que nada de esto parece ser probable, pero tampoco resulta imposible: todo depende de lo que queramos considerar. Si ustedes están automáticamente seguros de lo que entienden por realidad, y quién y qué es lo que realmente importa -si desean operar en el modo de su determinación innata- entonces ustedes, al igual que yo, probablemente consideraremos esas posibilidades absurdas e irritantes. Pero si por el contrario, ustedes han aprendido cómo pensar y cómo prestar atención, entonces sabrán que existen otras opciones. Estará actualmente bajo el poder de ustedes el experimentar esas situaciones infernalmente abarrotadas, calientes y lentas, como no solamente significativas, sino además sagradas, con el fuego mismo que ilumina las estrellas: compasión y amor, la unidad que subyace a todas las cosas. No es que las cosas místicas sean las necesariamente validas: la única cosa que es Verdad con V mayúscula, es que ustedes tendrán que decidir cómo es que intentarán ver estas cosas. Esta - y yo lo suscribo- es la libertad que subyace a toda real educación, la de aprender cuando ser "bien adaptados": ustedes tienen que aprender de manera consciente qué es lo que tiene significado y qué es lo que no lo tiene.
Porque aquí encontramos otra verdad más. En la trincheras de la vida diaria adulta no existe eso que llamamos ateismo. No existe tal cosa como no alabar algo. Todos tenemos que alabar. La única elección que tenemos esta en a qué alabar. Y una razón extraordinaria para elegir algún tipo de Dios o entidad espiritual –llamémoslo J. C, Allah, Yahvé o la Diosa Madre WICCAN, o las Cuatro Nobles Verdades, o un intangible set de principios éticos- es que cualquiera de estas entidades de alabanza, tarde o temprano, terminarán comiéndolos vivos. Así, si ustedes deciden venerar el dinero y las cosas materiales –dándoles el más importante significado en sus vidas-, entonces sentirán que nunca tienen lo suficiente. Es la vida. Veneren a su propio cuerpo y su belleza y su encanto sexual; y siempre se sentirán feos y cuando el tiempo y la edad se empiecen a mostrar, se habran muerto un millón de veces antes que ellos decidan olvidarte. A cierto nivel nosotros sabemos sobre estas cosas porque han sido codificadas en nuestras mentes en forma de “mitos”, “proverbios”, “clichés”, “fórmulas caducas”, “epítetos”, “parábolas”: el esqueleto de toda gran historia. Pero el truco está en cómo mantenemos toda esta verdad en la superficie de nuestra conciencia diaria. Venera el poder y te sentirás débil y con miedo y necesitarás aún más poder sobre los demás para poder mantener la bahía llena de miedo. Alaba tu intelecto para que los demás “te vean” muy astuto y terminarás sintiéndote un ser fraudulento y estúpido y siempre al borde de ser descubierto. Y así sucesivamente.
Fíjense, lo mas insidioso de estas formas de alabanza no es que sean diabólicas o pecaminosas; sino que son inconcientes. Son disposiciones innatas. Son ese tipo de alabanza ante las cuales terminamos durmiéndonos y cayendo día tras día; volviéndonos más y más selectivos sobre qué es lo que vemos y de qué manera medimos el valor sin estar siquiera totalmente concientes de qué es lo que realmente estamos haciendo. Y el mundo no nos va a disuadir de operar con estas disposiciones innatas, porque el mundo de los hombres, el dinero y el poder no termina de susurrarnos quieta y alegremente en esa combustión de miedo, de vilipendio, de frustración y de deseo vehemente, que es la alabanza del yo. Nuestra cultura actual sujeta estas fuerzas en formas tales que ha generado extraordinarias riquezas, confort y libertades individuales. La libertad de ser los amos y señores de nuestros diminutos reinos del tamaño de nuestros cráneos, solos y en el centro de toda la creación. Este tipo de libertad se siente como muy recomendable. Pero por supuesto que hay diferentes tipos de libertad y el tipo más preciado es aquel del cual ustedes no van a escuchar hablar afuera en ese inmenso mundo de triunfos, logros, despliegues y exhibiciones. El verdadero tipo de libertad envuelve prestar atención, tomar conciencia, ser disciplinados, ser esforzados, y ser realmente capaces de preocuparse por las otras personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, y en una infinidad de insignificantes y displacenteras formas, todos los días. Esa es la verdadera libertad. La otra alternativa es la inconciente, son las disposiciones innatas, la “carrera de ratas”; esa sensación constante y corrosiva de haber tenido y haber perdido algo hasta el infinito.
Se que todo este asunto no les sonará agradable, con gracia o con un gran contenido inspirador. Lo que es -hasta donde yo puedo ver-, la verdad con una gran cantidad de porquerías retóricas dejadas de lado. Obviamente ustedes pueden pensar todo este tema como mejor les venga en gana. Pero por favor no lo descarten como si fuera uno de esos sermones que la “Dra. Laura” meneando los dedos, nos da... Nada de lo que les he hablado tiene que ver con moralidad, o religión, o dogmas, o esas maravillosas y grandes preguntas sobre la vida después de la muerte. La Verdad con V mayúscula tiene que ver con la vida antes de la muerte. Se trata de que lleguen a los 30 o tal vez a los 50 años sin desear volarse la cabeza de un tiro. Todo se trata de una simple toma de conciencia; de ser conscientes de lo que es real y esencial, y que se encuentra tan oculto a simple vista y a nuestro alrededor, al punto de tener que auto-recordarnos una y otra vez:

"Esto es agua".

"Esto es agua".

No se imaginan lo duro que es llevar a cabo todo esto: el estar vivos y además concientes en el mundo adulto del día a día. Lo que se traduce en un nuevo cliché: “la educación es un trabajo de toda la vida”. Y empieza en este momento.
Les deseo mucho más que la mejor de las suertes.

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(1) Del término inglés "default setting" - N. del T. (2) Esta frase no se consigna en la edición del libro, pero fue expresada por el autor en el discurso y grabada. (3) "soul-killing Muzak" (4) ADHD=Attention Deficit Hyperactivity Disorder

Extraído de www.torerosanarquistas.blogspot.com, y levemente corregido por el administrador de este blog.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Amor fabril. Sobre "Boca de lobo", de Sergio Chejfec

1. Cuando en La diseminación, del bueno de Derrida -Jacques-, se afirma que la operación que "ya no pertenece al sistema de la verdad no manifiesta, no produce, no desvela ninguna presencia", tal vez se refiera a ese principio de invisibilidad de sistema que se mueve en torno al mecanismo de producción de sentido. Porque producir sentido es la desestimación de la estructura. Al contrario de lo que se cree, armar una estructura, en literatura, es desmontar el silencio original de las palabras, que concentran la voz antes de ser emitida. Agrupar las palabras, en ese aspecto, podría entenderse como uno de los modos del desacato a todo silencio, al que la escritura pretende reintegrar sin abarcar la originalidad de su materia, es decir, su no materia.

2. A todo esto, el movimiento de la significación en Boca de lobo añade algo, una adición flotante. La función vicaria de los dos personajes de esta novela (el narrador y Delia, la obrera), recientemente reeditada, suple cualquier falta por el lado del significado. Se ha escrito que Boca de lobo es la "historia de la noche" (Máximiliano Sánchez) o una parábola del vampirismo (Diamela Eltit), dos excelentes modos de atravesar una novela compleja y ralentizada por las turbaciones de la primera persona. Pero podríamos leer también la novela de Chejfec como un breve manual del lector en construcción. El narrador en ese texto es un lector asombrado, que intenta apoyarse en los múltiples ejemplos de construcción narrativa ("He leído novelas...", dice como un leitmotiv de consecución) para armonizar y darle curso a su propia historia de amor con Delia. Un amor confuso, más bien persecutorio, donde se exhibe con incomodidad la falta de reciprocidad de una relación sin pasado ni futuro, con una ausencia notoria de verificación física. Y en eso, el narrador, se comporta -más adelante- como un acosador a bajo precio, un fetichista devaluado a tal punto que la noción de propiedad es puesta en juego, ya no como sistema de devoluciones, sino de sustitución de intereses poco comunes, pero unidos por la inercia de encuentros seriales.

3. El libro de Sergio Chejfec escenifica las tensiones existentes de un narrador que pesca para sí el sentido de clase (obrera), y luego lo disecciona hasta convertirlo en alegoría de la escritura. A partir de esa fijación de clase, Boca de lobo pervierte el lugar común de sacralización ideológica, y coloca en el deambular de Delia, un nomadismo de significaciones que sólo se retira cuando el objeto de asombro es violentado, para después aguardar un hijo del narrador. En esa poética de lo impenetrable (clase obrera) se instala, sin preámbulos, la estética del encofrado, es decir, la noción de crear un molde, una estructura lo suficientemente estable como para erigir un mundo organizado. Y ese ideal, en el texto de Chejfec, se menciona como violación, y sin que se produzca ninguna sanción moral o salto de la conciencia común del narrador. Chejfec es nuestro escritor autoconciente, pero sin proponer el milagro del relieve del protagonista, que se exhibe confundido, que no puede con su naturaleza intersticial.

4. En el texto de Chejfec, además, se muestra un sometimiento esencial a la ley del Estado, en un proceso de constitución que duplica la violencia. Allí radica la experiencia de esa lengua que sigue siendo, si se quiere, lengua culta. Y por ese motivo se manifiesta como una escritura de la posesión, es decir, la historia de Delia y el protagonista se impone como complejidad embarazosa y retorcida, donde la estrategia de acción parece ser proporcional a la de una estrategia de traducción de los movimientos de los compañeros de Delia, dentro o en las inmediaciones de una fábrica.

Ese lugar -laboratorio fenomenológico de Chejfec- es una reivindicación dialectal siempre arrasada por los símbolos móviles. Una pollera pasa a ser la instalación de la idea de "préstamo", con la que Chejfec aborda el núcleo del movimiento cotidiano de una clase (el préstamo ocurre en Boca de lobo como un valor de intercambio y desposesión, pero a la vez de futuro trueque o nuevos préstamos), pero que al mismo tiempo funciona como una marca de origen, o de lectura; porque entre esas lecturas ("He leído muchas novelas...", vuelve a decir el personaje como forma de intercesión cultural, aunque pueril, banalizada por un sistema de lectura que echa mano de la cita curiosa para naturalizar el lenguaje), no podemos sino encontrar ecos de ese símbolo móvil (pg. 54) que atraviesa la escritura de un primer César Aira, en El vestido rosa.

5.
Existen muchas formas de leer este texto de Sergio Chejfec, pero por ahora, y aprovechando este bienvenida reedición, sugerimos leerlo con la mimsa audacia con la que fue escrito. Porque Boca de lobo consigue despoblar a la primera persona de todo vicio de conciencia, para volverse, en la distancia, un prodigio de observación. La víctima del "vampirismo" escritural no es Delia, sino el propio Chejfec devenido protagonista, que se impone sobre los límites más reactivos conque una escritor se expone a la sanción del lector.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Mientras recuerdo again el "pechito" de Messi, leo dos textos del paraguariensis Jorge Canese


made-in-kanese


kanto de-jeneral
degeneräu


‘¿Qué es la poesía sino un exceso de palabras?’
anónimo


po’ë-xîa
in
si
dental
a propósito de un
(eterno/nuestro/¿fallido?)
des-enku’entro

(recordando a
recordado en/para
guillermo daghero
i.m.)


1.

me kago
en ladinoamérica
en latinoamérica
en letrinoamérika
en laxinoamérika
en laputamérica

me kago en l’eterna américa
con sus xanxos y sus zambas
sin rayuelas
sin ralla-duras ni rayaduras:
amérika es un grito vacío

me kago en la poesía
en el dios de los po’ëtas (de mierda)
de los continentes (de mierda) de los países (de mierda)
en la porkería en la filosofía
y en la kagada de xer o no xer
funcionario argentino bolincho rapâi
paragua chiloka mexika nikaragüensis
nambré



2.

me kago en yankilandia con ww e internet inkluí-2
me kago en el idio
ma idio
ta
de kreer ke la verdad es de quién la ostenta

me kago en satanás en sus ovras y sus ponpas
gracias graxias por la bilis
por la kagadera por el hartazgo inmenso in-umano
de no xer un huevo un karajo
pendejas pendexos (s)umidos kogidos kuä-drados
mierda de kolores
mierda xika

me kago y me niego a kagarme
en tanta mierda mediokre agurrida hôstil insulsa
prefiero el lsd de los simios
la diktadura las matanzas de la konquista

me niego a defender
a los venezuelanos aldeanos marsianos proustianos
a fidel neruda lópes vorjes & cia & trouppe inkluìda’s



3.

me niego a no ser
eternamente nadie
en esta nhada podrida profunda infame
medio latina
medio negro medio yndio
no tengo tiempo para lamentos
para lapidasiones en massa

estoi harto
hundido
rebenke rebentado
hasta la mata
hasta el kan-san-siiiio

ya me kaguê
en bos y todos tus akólitos
de una eurotizidad mâ imvé®sil q’el kalvario
más inútil que la cocacola

más raska que nosotros mismos...
añarakô patoruzû perurimà araka’evè



(de-en)
biban los xantos kulones kul
tores del temwore’i
en esta esquina rosada del kolakso...
tupî aimara english

¿sokete?
xau xinos yndios russos mussas
gytanos ytaliannos katalanos portuguessis
pon-go mi boka y mi kulo a buestro ser-vizio
a buestro/nuestro enku’entro enkubierto
de-jeneral degeneräu
marikales komandanchis kapitômes generäiz de-la-de-rrota
kuras me-olbidava
kanarios antillanos sin confesión

hasta los pingüinos del ártiko
chillan
farrean patalean
kantan (erè erèa)

amérika:
no me hagâis reir
(que se me parte el labio leporino)
¡abran karajo!
la poesía soy xô.



ps
favor responder silvuplê
en Panpa & La Víæ
________________________

de
indios-go-home


Moraleja: Criar europeos con leche de camello de la mejor raza (ambos). Faenar a-lo-bestia. Mezclar con grasa de jabalí en celo y esperma liofilizado de ballena de buena procedencia (para darle cuerpo). Hervir la mezcla durante cinco siglos para que el nivel de ignorancia (in-crescendo) sea máximo. Venderle el engendro por toneladas a los yankis, a precio de mercado (no hay por qué robar). De no prosperar el negocio, derramar el menjunje en el río Paraguay para joderle a los kurepas. O en último caso, regalarle el embarque completo a los indios para que se empeden como-dios-manda y nos dejen de joder con la historia de que América es de ellos.
_____________________________

Jorge Canese
(o Kanese),
Asunción
, 1947. Poeta y narrador. Médico de profesión (microbiólogo) y profesor de la Facultad de Ciencias Médicas de Asunción, Canese integra la denominada "promoción del 70" y ha estado vinculado a la segunda época de la Revista "Criterio" (1976-77). De sus numerosos poemarios publicados se destacan los siguientes títulos: Más poesía (1977), Esperando el viento (1981), Paloma blanca, paloma negra (1982), uno de los pocos libros censurados y secuestrados (durante la dictadura de Stroessner) el mismo año de su publicación, Aháta aju (1984), De gua'u [La gente no cambia] (1986), Kantos del akantilado (1987), Alegrías del purgatorio (1989), Papeles de Lucy-fer (1992), Accidentes en la Vía Húmeda e Indios-go-home (1994), El Chamán Chapucero (2004), La conspiración de los ginecólogos (2006) y Temworeí (2007). En narrativa es autor de dos colecciones de cuentos: ¿Así-no-vale? (1987) y Stroessner roto (1989).

sábado, 19 de diciembre de 2009

Pechito argentino

Muy pocas veces, entre tantas pálidas, ocurren algunos actos de justicia. Que la soberbia de la chequera y los contubernios televisivos, no siempre logran imponerse, volverse una multiplicidad de impunidad, es algo que no se ve todos los días. Un equipo antifranquista como el Barça ha logrado subvertir las maniobras más básicas de uno de los últimos reductos del menemismo. No sé si existe el fútbol-champagne, pero sí que aparece el fútbol de derecha. Una derecha construida por dinero y arreglos por detrás de la legalidad. Estudiantes (de Quilmes) representa una especie de macrismo desembozado, penoso, jactancioso, y soberbio. Estudiantes es el PSV Eindhoven sudamericano. Ahora cargan contra Messi por el golazo que hizo y por haberlo gritado. Cosa policial, ¿no? en tiempos parapoliciales. Salud a la futura Filial tripera "Pechito Messi ", opuesta, claro está al pecho frío, de otras instituciones.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Diario del autobombo (3): lectura en "Salida al mar"


Lectura en el Festival Latinoamericano Salida al mar, junto a Miguel Ildefonso (Perú), Roberta Iannamico (Villa Ventana) y Beatriz Vignoli (Rosario). Biblioteca Nacional, Buenos Aires, 6 de noviembre de 2009, Buenos Aires.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Lógica del mal

Dice Dennis Fustenberg (Luxemburgo, Cantón de Esch-sur-Alzette, 1952), en su libro Acciones de dicha beligerante: "lo que no fortalece, me mata", una frase salida del más rancio sentido común. Lejos del ritmo aforístico y refranero de la máxima (lejos, claro está, de la máxima), el discurso está marcado por la debilidad del bien. Y ese debilitamiento del signo positivo del predicamento humano, se inocula a sí mismo, como bien afirma el pensador luxemburgués. ¿Dónde se observa esta maniobra del fluir de pensamiento moderno? En la escenografía industrializada del "mal menor", expuesta en los claustros de las universidades europeas. Tal conformismo con la suerte echada a destino, crea seres de un sonambulismo radical, extremo hasta en el modo de convertir el desánimo en huella de un pervertido optimismo. Y dice Fustenberg, más adelante: "Y si me mata lo que no me fortalece, entonces viviremos sin el presagio del porvenir. El futuro queda disuelto por causa del presente".