lunes, 5 de enero de 2009

Intifada (a no dudar)

Con relación a lo que decía Martín Rodríguez (a no dudar, gran escritor. A no dudar), en http://revolucion-tinta-limon.blogspot.com/2009/01/por-qu-las-guerras-no-se-televisan-mas.html, lo siguiente:
El conurbano es una construcción. A no dudar, qué duda cabe. Pero no es una construcción duhaldista, es decir, es una interpretación de la construcción que formuló o supo integrar (qué duda cabe) Duhalde. Duhalde no es el conubano (ya sé, intendente de Lomas en 1973, vice de Menem, Ibrahim-Al Ibrahim, Provincia de Buenos Aires, Padre del freno del infame que-sevayan-todos, etc.), porque a pesar de amalgamar en su figura un sincretismo que va del funcionamiento pluricelular de las villas miseria, también supo construir un traductor, y ese traductor es una mirada anterior al Pacto de Olivos. A ver: creo que la inclusión del conurbano en la axiología democrática, proviene de la salida en conjunto al balcón de la Rosada de Cafiero y Casella, durante la semana santa del 87 (con José Luis Manzano -un jefe de bancada brillante, como pocos- y los principales operadores radicales en la palestra frente a la Plaza de Mayo), y después se reafirmó con la normalización en elecciones libres del peronismo, por la interna Menem contra Cafiero. Qué quiero decir: que el peronismo-justicialismo, derrotado en el 83, que provenía del isabelismo más rancio -Menem, entre ellos- (y por ende, un reflejo sintomático de lo que fuera la Triple A contra Montoneros y etc.), debía conseguir cierta legitimidad pseudodemocrática para seguir con vida política. De hecho, el 90 por ciento de los dirigentes que siguieron en funciones y en cargos legislativos dede 1987 (año de la victoria de Cafiero contra Casella -no Beto-) hasta el año 2002 (Duhalde, Remes Lenicov, etc.) fueron miembros de Guardia de Hierro. Para los que no saben, Guardia de Hierro era un grupo neofascista, que no le daba para ser Triple A, pero que sumaban a la hora de los asesinatos de militantes de izquierda, porque aportaban desde ideología (la sinarquía del profesor de latín Carlos Disandro, etc.) hasta la logística (básicamente, infiltrados en la facultades y colegios secundarios) antes de la llegada de la dictadura. Algunos de sus miembos fueron buchones de los grupos de tarea entre el 76 y el 83. Con esa raza infamante tuvo la democracia (véase alfonsinismo, alendismo, desarrollosmo, democristianismo, etc.) que negociar los años por venir. Entre otras situaciones de tensión y flujos políticos, negoció la mirada sobre cierto peronismo. Y ese pronismo es el de la construcción de un formidable (aunque vulnerable) ejército neoperonista, desideologizado, no sólo de la doctrina justicialista, sino de su matriz humanista y cristiana, que ya de por sí es sospechosa (sobre todo en manos de los Duhalde, Caselli, Ruckauf, Casal, incluso el propio Scioli). Lo último: que Duhalde se haya puesto el traje de estadista desde 2002 a 2003, y que haya conseguido logros institucionales indudables, no significa que no sea el mismo político cortado por el cuño isabelista-lopezreguista. A no dudar, qué duda cabe, si hasta parte del sindicalismo argentino y algunos desheredados naturales del Movimiento quieren volver a instalar un peronismo más ortodoxo, más "productivista" (ese el caballo de Troya). El funcionamiento de Duhalde no sólo es Kosteki y Santillán. Recuerdo los aprietes a la radio donde trabajo, por parte de la Comisaría Novena de La Plata, hace una pila de años. Era la policía de Duhalde, "la mejor del mundo", que podía hacer desaparecer un pibe como Bru (era por esa razón los aprietes) como un testigo del juicio a un represor: López. Y eso no es el conurbano. Eso es los Duhalde. Duhalde es la sutilización de los modos de represión ilegal. Es el infinitivo de los aprietes. Hay una demolición en esa noción casi minoritaria del conurbano, donde todo se reduce a violencia, tierra de nadie, sistema orgánico social propio, y un crecimiento toponímico estilo ameba. Esa es la idea del conurbano; incluso la idea poética del conurbano, que funciona desde hace años como lo políticamente correcto dentro de un esquema del inconsciente colectivo aún más neoconservador que antes. No es responsabilidad necesaria de los actuales gobernantes, sino de un triunfo de la muerte sobre la militancia, para decirlo con una crudeza que no es necesaria y que no me representa, que esa idea del conurbano sea otra. Para que eso suceda debe entenderse cómo funciona, si se quiere rizomáticamente, el conurbano. No se trata de un núcleo de municipios atrapados por el financiamiento del Estado. Más bien parece que son los gobiernos (nacional, provincial y municipal) los que quedan atrapados por el lenguaje, la máquina de guerra que ofrece como sistema de accionar en la política. Porque el conurbano hace funcionar la política, no es la política de un partido determinado la que hace que el conurbano sea lo que es. Qué duda cabe.
Son breves líneas, con relación a lo que escribiera http://www.revolucion-tinta-limon.blogspot.com/. Qué decir. Creo que se nota, y mucho, la falta de una generación. Eso es lo que creo que sucede. A no dudar.

4 comentarios:

Martín dijo...

Hay varias cosas. Por un lado no estoy muy seguro de que se pueda fijar una línea tan rotunda con lo del isabelismo, ni creo que algunas cosas sean tan cerrilmente cerradas como las planteás, a riesgo yo de pecar como testigo de lo no vivido, en relación -por ejemplo- a la caracterización homogénea de Guardia de Hierro. Las corrientes renovadoras del peronismo, el "cafierismo" de los 809, el reciclado complejo de los años 90 que incluyó hombres de todas las alas, las infinitas amistades de Duhalde inluídas -por derecha y por izquierda-, y también el límite decisivo que supo ser del menemismo que -nunca hay que olvidar- estuvo vivo hasta el 2003. Toda esa historia del peronismo está marcada por los oleajes internos contenidos bajo uno de sus efectos mas inesperados: haber sido derrotado en el 83 en las urnas, ni proscripto ni vencido, un simple partido derrotado en el juego democrático que inventó la máquina de la representación política oculta bajo el ropaje de sus heterodoxias.

Este link muestra algunas cosas (http://www.pagina12.com.ar/1998/98-10/98-10-18/pag03.htm) en las que es posible ver los matices de algo mas que el duhaldismo, en cuya escaramuza literaria a veces caemos, cuándo no, algunos poetas que creemos en ciertos valores míticos inescindibles con la política. Perdón. Un estudio, sin embargo para resarcirme, detallado y sutil de las formas rosistas de conformación de la mazorca, o de la sociedad popular, alcanzaría para imaginar incluso -vagamente- la génesis isabelista de la que hablás. ¿QUÉ ES ESTO?

Pero yo soy kirchnerista. Una contaminación blanca en la saga criminal.

Un abrazo enorme.

Martín dijo...

Y comparto el espantoso efecto del conurbano literario, amén de que quizás aporté mi granito en el citado post. Es como las películas de El Salvador de O. Stone. Uno las mira, y de pronto, si uno cree en el realismo de ese paisaje, resulta inimaginable pensar que en ese país alguien se case, camine por una calle pensando en la charla de fútbol que tuvo con un amigo, o, que miles sean simplemente ajenos al incienso guerrillero y la balacera terrorista del Estado. Tengo familia en San Miguel, mi abuela, mi madre han sido militantes allí, yo mismo pasé años de cierta pastoral en William Morris, y demás vínculos que me permitieron fijar mínimamente la sensación de que es exagerado el far west que muchas veces se pinta, pero sería ominoso también negar sus zonas calientes.

Mario Arteca dijo...

Martín querido: cuando hablo de "isabelismo", me refiero, claro, a aquellos dirigentes que, después de la derrota del 83 hasta la consolidación de la renovación, aún sentían que "sacaban los pies del plato" si se tiraban contra Isabelita, porque muchos creían que aún era la consecución lógica del poder vertical de Perón. A lo que me refiero es a la conformación ideológica de esos sujetos, cercanos al nacionalismo peronista de la revista Cabildo, o la revista Línea. Los Guardia de Hierro eran heterogéneos, en ese sentido, pero primaba una lçinea superortodoxa, que es la que critico. Yo también soy kircherista, suponía que eso estaba claro. Por supuesto que generalizar es, por lo menos, un poco aventurado de mi parte, pero tracé una divisoria que no siempre sirve para explicar los vaivenes ideológicos del peronismo. En cuanto a los efectos del conurbanismo literario, bueno, me refiero a las malas copias de excelentes poetas, entendés? Admiro a tipos como vos, como tu tocayo Gambarotta, Santiago Llach algunos momentos de Cucurto, y ahí, por supuesto, la generalización va en mi contra. Se trata de un problema de estilo, o mejor, una forma de tocar la realidad que no me conforma del todo. De todas maneras, la ola pasó, o mejor, está pasando, y lo que deja la marea, son buenos textos de poesía. En definitiva, pertenecer a un momento de escritura es realmente interesante. Yo no sé si pertenezco a alguna onda literaria (no soy neobarroco, ni neorromántico, ni noventista, ni objetivista, ni experimental). ¿Seré un escritor? Un abrazo. La seguimos, si querés.

Anónimo dijo...

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