jueves, 8 de mayo de 2008

Postales platenses *



PLATENSES SUFREN REVENTÓN

No es la distancia sino el estupor lo que irá pegándose
a las profundidades. Igual que incidir en sobresaltos
para una existencia que ya es puro contorno (mejor así:
ser previo que excluido). Imprecisa, floja ante tildes,
suya será la pantomima. Mirada exponencial,
pupilar hacia el Cristo: aquel menudo servicio dominical
para platenses; detrás de toda luz encuentro el estampido
de las cosas: hay reflejo, vida semejante, y mientras
se mejora en el aspecto, será constante el “rompan fila”.
El tris en que se licúa una vida, tras ponerse en corto: ¿es?.
Ahora musgos, después paneles, y la experiencia
circulando por una jungla de mallas hasta intoxicarse,
al punto de traducir grafías para estuches de betón.
Hasta el presente se ocupan de su objeto, luego
objetivo; después, objeción. Más tarde obstáculos.

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CIELO JABONOSO Y PRIMEROS AUXILIOS

Al incrementarse el dolor, un grito agrupa todo
ser, porque sí congela. Cualquier dolor, una milésima
de tormento y espacios en la tarde: asiste la puntada.
Y no hay otra cosa por hacer si la enfermedad
es agua en un instante jamás facsímil, desemejante.
Es el sentido que regresa a la idea, y así comprender
que estuvo junto a nosotros, relajada, durmiendo
en la inconsciencia, puesta hasta en los momentos
de mayor hidratación, siempre. Que lo habitual
no incorpora, sino es creyente de las costumbres
como un patrono sponsorizado por el individuo.
Y bien: entendemos como fascinante nuestras vidas.
Lo que vivimos allí, la plenitud del instante, es muy
pequeño para incorporarlo a la memoria. Lo neutro
nace huérfano cuando aplaca y revienta, a la caza
del testigo. Dícese: la rápida matriz de una pompa.


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UN CUADRILÁTERO VENIDO DE LEONARDO ES UN PATRIMONIO IMPOSIBLE

Walcott, si en el principio fue el aceite, entonces
los platenses pueden cubrirse con loción ultramarina
de alergias. Hay cierta higiene platense que debuta
más allá de toda industria. Platenses que debutan
y alisan bucos demodée para cierta democracia
y un seto de tilos. Tallo comunal del patrimonio.
Caudales. Nuestra piel es eterna, pero la mano
de los platenses sitia el encaje del río, en el santiamén
de echarse guantazos contra los murallones ocultos
por el tufo de un chipá. Por monedas, la comuna
embebe el universo de chicharrones y grasa de cerdo.
Arena, no, barro de esos renuncios del mineral y a manera
de preterir operación alguna. Lo local es agregarle
pretextos al cosmos-nebulosa-galaxia: poco, y cierta
inmovilidad de la nada. En el principio, la nada. 1882.
Loada sea. Escuchen qué bella multiplicación de chiflidos.
1982. Apúntese lo mismo: diagonal/tilo/petroquímica/
Catedral/Arana/La Cacha/dos mil aprox.

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LOS UNIVERSITARIOS VUELVEN DE VACACIONES: NUEVO CENSO POBLACIONAL EN LA PLATA

La cara es la piedra; y la piedra, el puño
de un boxeador añejo en el rostro debutante.
En esas marcas también hay una lengua pidiendo
su escritura. Dicen poco y lo que pronuncian
se funde en un destino privado a la sabiduría.
La ciudad soñada tiene un aire de procesadora
paulista traveseada por la industria. Ir hacia
los actos de los otros como propios (adherir
entonces al estado general; relamerse en ello;
depurar padrones con multitud de muertos
sin encartar). Así sucede lo que de veras importa.
Cierta opción que la apatía pone mil y una veces
sobre la mesa. Entre una habitación y ellos
sólo existen guiñapos de sonido.

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CERO, EN LA ESCALA DE RICHTER

Un cuento narrado tantas veces como fuera deshecho
de un manotazo, en el ahogo de la permanencia. Indicar
ni-una otra cosa. El cuerpo platense: insectos entre ramalazos
(cientos) vadeando la luz. Y antes que nada, habrá
que medirse con esa horrible cáscara de los tiempos,
para que un agente transmisor fuera llevado en su máxima
simpleza al azar. ¿Dónde hay un término? Escucho sonidos,
centelleos en la pupila: el ojo canta lo que la cañería mortifica.
Es así: hay un rápido shock de aire y menores cuidados
intensivos, antes o después de la explosión. Por eso se vuelve
delicada la intimidad del extranjero. Y puedo traducirla.

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LA EX CULTURA PLATENSE AÑORA UN DON QUE NUNCA TUVO DIOS

Mi perímetro resiste más allá de las esquirlas.
Postradas, un arma que no volveremos
a cargar. Ahora la oscuridad exhibe
y refuta las cosas cuando advierte tu llegada,
mientras te prendes y apagas, y regresás
con discreción hasta apagarte. Tan extraño todo.
Sería más sencillo si el sepia fuera vecino
del daguerrotipo, y los grises una interpelación
sobre lo oscuro. ¿A qué desocupar, entonces,
contornos de un aquelarre sin sangre?
Suprimiría la luz de existir entre nosotros
más de un visado. Es mi surtido.

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CENTINELA PLATENSE REALIZA SU INFORME MENSUAL

Este mirador podría ser un encuadre intermedio
donde la narración se retrograda. El escrutinio
entre hombres es aún cuchillo sin filo: la sangre
sigue circulando, y entre grises se terminó
por fin la moda y cierta sujeción al diccionario.
Lo sé: a imagen y semejanza nada bueno puede salir.
Colocamos del revés la media para que no se perciba
el sebo, y ahora, tan limpios, ni vale la pena escribirlo.
En los claroscuros se acoplan pisadas y humo,
sujetando un espacio por ignorar. De la existencia,
entonces, nada. Apenas un rulo cuando se tocan
la raíces y zarandea la memoria. Es así este saqueo
de las cosas, en el momento que asignan nombre
y número a cada agonía del día, y a todo comienzo
también. Haberlo sabido: que el flujo de la ciudad
se concibe reacio, en lo mejor de cada juego. Anoto:
el deterioro es un boceto a lápiz, croquis no querido.
Sigo apuntando: fieles atiborrados por un clister.

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LA QUEMA

10 mil caballos circunvalan el mediodía platense
y en mitad de la planicie (del pavimento), se detienen:
encuentran explicación en su amo que bosteza (“…
y millas que recorrer”, al cuadrado) gracias a sus
24 horas, observando cómo las bombitas de luz
resuenan hasta tirar del espinazo del párpado.
Relinchan los dueños mientras los carros
se ensamblan por las suyas, sin intervención.
Frente a la Curia el arzobispo prologa la libertad
de un nazareno, postizo (1977; 2003): ¿Trakl?,
y ante un zurrón de náuseas puede convencerse
a Dios que todo acto suyo son buenas intenciones.
Ahora 20 mil elefantes trazan un cuadrado perfecto;
dicen: “Vini, vidi, vinci”: Leonardo acumula evidencia,
mientras todos los pecados del mundo se transforman
en capitales. Ningún patrimonio, más que un trazado
enloquecido que distrae a los platenses y los hace
peatones de un extraño himeneo con la numismática,
entre aromas de té y antiguo tilo. Cierran los ojos,
el efecto es real. 12 sábalos son la quintaescencia
de lo apostólico: se descubren ante el barro Villa
del Plata, donde grupos de anfibios sueñan con bañarse
en arena. Así es: los platenses crean arena a partir
de sus torres hasta el catafalco. No todas, pero ciertas
ciudades entienden que el color local lo es o no
por completo. Peatones + automóviles = migraciones.
Por decenas de diagonales escapa una célula de alacranes,
sumándose a los encausados alrededor de una ignición
de neumáticos. Habrá causas, pancután, dentífrico,
y un adelantamiento de neblinas, allá, en Los Hornos.

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EL ARROYO EL GATO ATACA DE NUEVO

Y de pronto, por si no lo supieran, se abrieron
las aguas del arroyo, y una implacable mácula
de aceite para frenos se engulló el oxígeno y acabó
con el plancton. Las gaviotas venidas del Náutico,
antes obesas, ahora anotan nuevas coordenadas
donde aterrizar kilómetros más allá. Se afirma
un cementerio de antiguos terraplenes. El lecho
parece un cascabel de latas de 350 mililitros
de la más ordinaria de las ordinarias de las cervezas:
los zorzales pestañean ante el desperdicio, pero
recogen con náusea la provisión de profilácticos
desdeñados por la debacle nocturna. Cierta vez,
el activista Javier Prol echó sus maldiciones
por un réquiem servido en bandeja. La calle 526
lleva su nombre. Para quienes la transitan, se trata
sólo de una señal rumbo a la boca de la nueva
autopista. Por ahora, lo que queda del macadán
siquiera propone un stock para cerámicas.
Y aquellos que aseguran el pronto surgimiento
de las napas, desconocen de un cúmulo de razones
para detener la caravana del riacho. Oscuro.
Más de 30 ordenanzas no pueden detener el avance
de las aguas, mientras el arroyo es una pastilla
sublingual que se desliza por debajo de la city,
a la busca de cuidados menos intensivos. Nadie
cruzó el lecho legamoso, y hasta los dioses
y el insigne Rocha, aguardaron en vano la llegada
de nuevos mandamientos. No innovar. Se regresa
al punto en que una nueva denuncia, será
pregunta en la respuesta. Quien crea de ahora
en más, deberá vadear la orilla de los vivos
y cuidarse de los muertos (en puntas de pie,
sobre superficie líquida).

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* Poemas pertenecientes al libro inédito Cuando salí de La Plata, cuya edición está al ¿caer?

2 comentarios:

SL dijo...

mario querido necesito comunicarme con vos con cierta premura, tu mail me rebota, escribime a santiago.llach arrroba gmail

abrazo grande

Mario Arteca dijo...

Santiagus: te mandé un mail. Por las dudas te dejo mi teléfono. 0221 156198813