martes, 17 de febrero de 2009

El pronóstico de oscuridad (V)

Nostalgia de algo: l’anarquía





I.


En la pared, un graffiti: “NUESTROS SUEÑOS NO CABEN EN SUS URNAS”, cuyo envejecimiento se muestra, con antelación, prematuro. En eso, hay una doble escena de guiño explícito que se recomienda no conservar, a menos que se esté dispuesto a sostener en la palma de la mano dos copas de cristal para un mismo asunto: absorber la desdicha.


II.

El rimmel en la pared no espera ser lavado por la lluvia y solo irá chorreándose, aunque nadie, salvo el testigo inconsulto, conoce las razones de tamaño llanto.
Recuerdo una frase de Aigui en Sueño–y–Poesía, y a pesar del subrayado, vivir es soportar la oscuridad. Es como hacerse amarrar a un poste después de meterse en un poema de Ingeborg Bachmann (Nebelland, p.ej.) y gritar, hasta ser alcanzado por la onda expansiva de un ladrido.
Dirán –sé quiénes son– que todo es debido a ese gusto indirecto por la dificultad.


III.


Otro ejemplo: este poema es un tríptico. Porque “una corriente lírica –diría el profesor Friedrich– que una sus tres partes lo atraviesa y es también perceptible en los mitos deslizados de la parte intermedia.” Y dice: es el origen sin aclaración de la pena.
Habrá que regresar la voz de Doménico, en Nostalgia, de Andrei Tarkovsky, y dejar que incorporen nuestros oídos el zumbido de los insectos, para olvidar, con ello, ciertos sonidos asistenciales.
Por lo menos mueve al recuento, la realidad como evidencia.




















Fondo de ojo de Olivia Arteca

1 comentario:

Anónimo dijo...

No conocía a Bachmann, y -por lo que veo- creo que me va a gustar mucho (hay muy poco en la web, tendré que ir a alguna librería), así que agradecida por la pista casual. Tu texto, as always.
Besos anarquistas.