lunes, 14 de abril de 2008

El día que Lassie se fue a la luna

A ver quién le mete el perro a quién. La cosa es que cierta maduración del lenguaje funciona si, y sólo sí, esa lengua a la que se convoca porque sí, es a la vez la afirmación de un proceso sobre el lenguaje. En este carraspeo de la lengua estamos metiendo un "perro" tan grande que, por más que le pese a quien le pese, ese animal, ficticio, termina ladrándonos. Eso es la escritura, y en esa metida de perro, si es que se permite un término sub-académico, está la génesis de lo que debiera ser proceso, pero no lo es. ¿La escritura se fue a la luna, lo mismo que Lassie, llamada Laika? No lo sé.
La literatura parece no tener interiores sino fallas, pequeños accidentes de orden magmático, por los cuales viajar de manera anticipada conformaría una lectura incorrecta del asunto. Las fallas son necesarias porque invierten la idea de accidente por la de incidente: el primero es recibido, y en él lo azaroso es parte del ritual arquetípico de la escritura; lo segundo es provocado, por lo cual la certeza de que el creador está interviniendo se hace más nítida, real, hasta cierto momento de la ficción. Toda intervención devenida incidente acciona en favor de la transformación, la metamorfosis (y si fueran los setenta, u ochenta: el travestismo). Laika se complementa en Lassie, que no viajó a la luna, pero lo hubiese hecho porque así era su genética autoindulgente.
A veces pienso que la escritura pertenece al dominio de la hipnósis, ya que creemos en lo que ella inscribe, sean o no sólidos nuestros cimientos. Pero lo que un escritor no puede es ser "más bueno que Laika atada". Laika está podrida en el espacio, y esa es la única certeza en la que la literatura funda sus derechos sobre todas las normas. Se supone que murió, incluso que se despidió estresada. Otros creen que simplemente se calcinó (apuesto a esta última opción: 10 a 2); y también se supone, o bien se cree, que Satélite y Perra pasaron a mejor órbita, y Då svidaniya!. Ergo, Lassie podría haber viajado en la Sputnik 2. Sobre lo válido reemerge la ficción, cuya matriz es lo real. Pero no vuelve a emerger como una revalidación de títulos antiguos, sino porque su función en la escritura es revelarse desde lo profundo hasta la superfice. A veces creo que ficcionalizar es tomar aire, sólo unos minutos, para después hundirse y recolectar maneras de proveer oxígeno a la escritura. Algo de eso. Pero qué bien se escuchan los Camper Van Beethoven.


Camper Van Beethoven, "The Day That Lassie Went to The Moon", seguido de "Seven Languages", en el Safari Sam's, 15 de enero de 2007, Hollywood, California.

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