Año 84, aprox: de izquierda a derecha: el Gordo Arana, Juan Martín Corte, Willy Müller y Raúl Arteca, en su estudio de la calle 65 entre 1 y 115, del barrio El Mondongo, de La Plata, donde habita gran cantidad de hinchas de Gimnasia y Esgrima La Plata (ver escudo de la institución, margen superior izquierdo), llamados los triperos. Al equipo de fútbol, de enorme popularidad en La Plata, lo llaman El Lobo.
Mercado Central de la Flor (Barcelona)
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Sociopolis (2003-2007). Social Housing
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Willy Müller es un arquitecto oriundo de Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires, que estudió en la Universidad Nacional de La Plata, junto a mi hermano Raúl Arteca, quien hoy tiene también su propio estudio y da clases en la Universidad local. Ambos, junto con otros excelentes estudiantes y después arquitectos, mantuvieron un estudio que era la envidia de los profesionales. Eran más jóvenes que ellos; les iban bien; hacían una arquitectura conceptual y dormían poco. Algunas veces en la vereda del propio estudio, porque la llave de entrada se habían rebelado contra la flagrante intención de ingresar al edificio y dormir. Y como se sabe, contra una llave furiosa, no se puede.
Volvamos a Müller: en 1985 viaja a Barcelona, y en 1996 abre su estudio, WMA, en esa capital catalana.
En 1998 funda y dirige junto con Manuel Gausa y Vicente Guallart, el grupo Metápolis, organizando el Primer Festival de Arquitectura y la publicación del libro Met 1.0, en 1998, el Trailer de Ideas para una Nueva Arquitectura y el libro Met 2.0, en el 2000, además de la exposición "Media House Project" y publicación del Diccionario de arquitectura Avanzada 2001.
Expone en "Nombres, sobre obra propia", Galería de Exposiciones del Ministerio de Fomento de Madrid, en la Biennale di Venezia 2000 -Pabellón Central, con el proyecto Metápolis, junto con Manuel Gausa y Vicente Guallart-, exposición del proyecto Rompeolas para el Port de Barceona, dentro de "e-city", entre otras.
Su obra aparece en publicaciones como Quaderns (COAC,Barcelona) Japan Architect (Japón), ON (Barcelona), Summa (Buenos Aires) o Experimenta (Madrid). Actualmente desarrolla el proyecto para una nueva cuidad y un nuevo puerto en Barcelona dentro de la consulta internacional Hypercat, encargada por el Gobierno Catalán y organizada por Metápolis.
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Desde que el arquitecto Willy Müller comenzó a ejercer su profesión, sus intereses han girado en torno al desarrollo de proyectos industriales, urbanísticos y vivienda de interés social.
El abordar este tipo de proyectos, altamente técnicos, lo ha llevado a mirar los edificios desde el aspecto estructural hasta llegar, como lo dice el propio Müller, a los "esqueletos operativos".
Integrante del grupo Metapolis, junto con sus compañeros Vicente Guallart y Manuel Gausa, se ha ocupado por generar una reflexión de la arquitectura que vaya más allá de los edificios. También como Director de Desarrollo del Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya, -IAAC- se ocupa de abordar el tema de la planeación territorial.
Para darle un giro al Mercado Central de la Flor, una gran venta de flores y complementos con 120 metros de largo por 80 de ancho, decidió generar un elemento que permitiera replantear la circulación en el lugar y, además, abrir espacio para un restaurante.
La solución para Willy Müller, desde su oficina WMA Willy Müller Arquitectos, fue desarrollar un puente en la mitad del pabellón, réplica del que había mandado levantar el Sha de Irán para su coronación en los años 70, y sobre este construir un restaurante.
El restaurante se proyectó como un contenedor de aluminio y vidrio, ligero a la vista. El techo es una membrana de vidrio opaca; el piso se hizo con trozos de botella, lo que da como resultado un "patchwork" refulgente; y para los cerramientos del lugar, se utilizaron paneles de vidrio laminado en distintos tonos de verde. La única pared sólida es la que le da respaldo a la cocina de este restaurante de 500 metros cuadrados.
El diseño tomó ocho meses y la construcción del puente y del restaurante 12 semanas, con algunas operaciones relámpago como la instalación de los pilares que sostienen el puente, durante un fin de semana.
La necesidad de resolver todos los aspectos estructurales del lugar, de garantizar el funcionamiento de un restaurante suspendido en la mitad de una galería y mantener la ligereza de la estructura que involucra las instalaciones eléctricas, llevó al arquitecto a concebir soluciones novedosas como la del aire acondicionado, que sale de múltiples agujeros y no de un solo punto. También hay que destacar la iluminación, sincronizada con el horario. Combina tonos cálidos durante el día con tonos fríos para la noche mediante circuitos fluorescentes en canaletas de aluminio que se incorporan a la estructura del puente.
El Jardín, como se llama el restaurante, quedó entre las doce obras finalistas del Premio Ciudad de Barcelona e hizo parte de los diseños seleccionados para concursar por el premio Mies Van der Rohe en 2001.
El abordar este tipo de proyectos, altamente técnicos, lo ha llevado a mirar los edificios desde el aspecto estructural hasta llegar, como lo dice el propio Müller, a los "esqueletos operativos".
Integrante del grupo Metapolis, junto con sus compañeros Vicente Guallart y Manuel Gausa, se ha ocupado por generar una reflexión de la arquitectura que vaya más allá de los edificios. También como Director de Desarrollo del Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya, -IAAC- se ocupa de abordar el tema de la planeación territorial.
Para darle un giro al Mercado Central de la Flor, una gran venta de flores y complementos con 120 metros de largo por 80 de ancho, decidió generar un elemento que permitiera replantear la circulación en el lugar y, además, abrir espacio para un restaurante.
La solución para Willy Müller, desde su oficina WMA Willy Müller Arquitectos, fue desarrollar un puente en la mitad del pabellón, réplica del que había mandado levantar el Sha de Irán para su coronación en los años 70, y sobre este construir un restaurante.
El restaurante se proyectó como un contenedor de aluminio y vidrio, ligero a la vista. El techo es una membrana de vidrio opaca; el piso se hizo con trozos de botella, lo que da como resultado un "patchwork" refulgente; y para los cerramientos del lugar, se utilizaron paneles de vidrio laminado en distintos tonos de verde. La única pared sólida es la que le da respaldo a la cocina de este restaurante de 500 metros cuadrados.
El diseño tomó ocho meses y la construcción del puente y del restaurante 12 semanas, con algunas operaciones relámpago como la instalación de los pilares que sostienen el puente, durante un fin de semana.
La necesidad de resolver todos los aspectos estructurales del lugar, de garantizar el funcionamiento de un restaurante suspendido en la mitad de una galería y mantener la ligereza de la estructura que involucra las instalaciones eléctricas, llevó al arquitecto a concebir soluciones novedosas como la del aire acondicionado, que sale de múltiples agujeros y no de un solo punto. También hay que destacar la iluminación, sincronizada con el horario. Combina tonos cálidos durante el día con tonos fríos para la noche mediante circuitos fluorescentes en canaletas de aluminio que se incorporan a la estructura del puente.
El Jardín, como se llama el restaurante, quedó entre las doce obras finalistas del Premio Ciudad de Barcelona e hizo parte de los diseños seleccionados para concursar por el premio Mies Van der Rohe en 2001.
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2 comentarios:
un saludo muy grande desde el sur de la argentina..arq. juanmartin corte
saludos amigo desde el sur de la argentina ... alias tito
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