Y en eso, Yépez es único. Esa manera de decir lo que pocos quieren, pero no pueden, y apenas consiguen, decir, ese algo más que una forma de administrar el talento. Y para eso está también el neoyorquino Hakim Bey, creador del Inmediatismo, en el que plantea la posibilidad de un “anarquismo ontológico”. A veces se le va un poco la mano y se pasa de epicureísmo. A cualquiera le pasa: es como un lugar común, y encima pandémico. Pero bien, sigamos. ¿Qué es el inmediatismo?: la transmutación de la cultura basura en oro contestatario, según diría Ximo Brotons. No estaría mal. Aunque el fondo, como dice Heriberto Yépez, todo trata de dotarle a la cultura de "nuevos centros temporales". De todas maneras, siempre habría que releer ese gran y extravagante libro de Jeff Nutall, llamado "Las culturas de posguerra (Bomb Culture)". En un pasaje de ese texto se explica que los artistas "estaban conscientemente decididos a destruir la sociedad". Esa sociedad, precisamente, encontró (sin buscar exhaustivamente, es decir, aquellos que formalizan la idea siniestra o no, de la sociedad) una forma más efectiva que la cancelación física, o la amenaza, para frenar esa inminente destrucción del paraíso recobrado: los compró, de las múltiples maneras en que puede adquirirse artistas que vociferan, durante años, lo que alguna vez, algún año, lustro o década, harán en nombre de muchos, incluso ellos, o no. Decía Nuttall (un crítico y artista que vio el ascenso y caída del lenguaje simbólico como efecto, y a la vez la aparición de renovados huevos de la serpiente) que en algunas zonas "el dinero era tan abundante que el robo era una forma de integridad". Y bien, para Yépez, en su artículo Caducidad de la contracultura, el siglo XXI aún no llegó, e incluso, existe el peligro cierto de que sea hurtado. Ojo. Attenti.
domingo, 27 de julio de 2008
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