¿Qué pensarán aquellos que creen que este conflicto era sólo una expresión de los pequeños productores que estaban siendo engañados con los porcentajes de las retenciones? Ahora todo vuelve a diputados, donde seguramente se querrá imponer la voluntad de una oposición que no pudo ganar una elección y que ahora quiere imponer su propio plan económico. No es la primera vez que en este país, el apriete (a Rached) y el parasitismo constitucionalista (Cobos, Sanz, Estenssoro, Menem, Ripoll, Buzzi, Miguens, De Angeli, etc.) logra torcer la voluntad de quienes creen en otro país. Para muchos, ganó el pueblo; los que defienden un modelo de país para una mayoría (con sus contradicciones) que no piense sólo en la rentabilidad, ahora se sentirán aislados, no representados, huérfanos, expulsados de una decisión de sostener un poder que votaron. Nadie cree que lo que sucederá en diputados sea fruto del consenso, porque ahora las condiciones de imposición son distintas, y el modelo de país ya no importa, porque lo que vemos ahora es que es muy sencillo barrer lo que más de 8 millones de votantes eligieron como forma de proponer políticas públicas. ¿Qué pensarán aquellos militantes nostálgicos del '83 que no ven en este gesto de Cobos, la intervención solapada de una nueva derecha, entre evangélica y agraria, que quiere llevarse un gobierno que, con sus defectos, tiene legitimidad? Ahora van por todo. Es hora de que esta nueva unión de mezquindades festeje y teja la desaparición de la representatividad, con una irresponsabilidad que alarma. Los pseudo-democráticos que hablan de defender las instituciones, cuando en verdad no tienen la menor idea de lo que están hablando, ¿se harán cargo del golpe que acabaron de dar? ¿Por qué no se habla de transa, transferencia de recursos, actitudes patoteriles, etc., cuando es evidente que Emilio Rached fue presionado de la peor manera y que Cobos jugó un papel como verdadero opositor, después de haber negociado durante semanas su voto con la neo-derecha de la Federación Agraria? Habrá que aguantar el chubasco. Mientras los que nadie votó se llevan finalmente (es lo que sucederá) la renta que fueron a buscar, la gente que opina distinto estará otra vez expulsada del sistema, porque si la redistribución estaba lejos para la gran mayoría, ahora se firmó su certificado de defunción. Gracias, democracia rural. Nunca estuvimos más lejos de todo. Nunca la derecha encontró el consenso que tan fervorosamente supo predicar.
jueves, 17 de julio de 2008
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