"La mayor parte de los hombres —dijo él— no son sino esclavos de una antigua desdicha que desconocen.
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Mi biblioteca —miles de volúmenes que me propongo leer— crece diez veces más rápido de lo que puedo leer. He intentado hacerla crecer para que sea como un universo en el cual encuentre todo. Pero este universo crece de manera caótica y vertiginosa. Se encuentra en una expansión constante, siento su crecimiento en mi propio cuerpo. Todo libro nuevo que coloco en sus estantes provoca una pequeña catástrofe universal. Sólo cuando los libros nuevos parecen ordenarse entre los otros, y por un momento desaparecen, vuelve la quietud.
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Hoy leí bien a Maquiavelo. Por primera vez me atrapó realmente. Leo sus libros con frialdad y sin amargura. Me llama la atención que Maquiavelo estudie el poder del mismo modo como yo estudio a las multitudes: consideramos el objeto de nuestro estudio sin prejuicios. Las ideas de Maquiavelo nacen de su trato personal con los poderosos y de sus lecturas. Lo mismo puede decirse, mutatis mutandis, de mi proyecto. Como todo individuo de nuestro tiempo, conozco toda la variedad de las multitudes. En una lectura sin fin, intento obtener una idea de las multitudes lejanas y cercanas. Debo leer mucho más que Maquiavelo: su pasado es la antigüedad, Roma sobre todo. Mi pasado abarca todo lo que implica un conocimiento. Pero creo que lo leemos de la misma manera: dispersos y concentrados al mismo tiempo. Las manifestaciones semejantes las descubrimos por todas partes. Por lo que se refiere a las multitudes, no tengo los prejuicios de antes: no son buenas ni malas, sencillamente están ahí, eso es todo. Me resulta insoportable la ceguera conque hemos vivido frente a ellas. Si no estuviese interesado en el estudio del poder, tendría una relación más limpia con Maquiavelo. Aquí se cruzan nuestros caminos de una manera más íntima y complicada. Para mí, el poder es todavía el mal absoluto. Y sólo desde esa perspectiva puedo estudiarlo. Si leo a Maquiavelo, mi enemistad con el poder se adormece. Pero se trata de un sueño ligero, del cual siempre despierto a gusto.
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Yo no he descubierto a mis poderosos en la ancha avenida de los ejércitos. Cuanto más se menciona a un hombre poderoso, tanto más difícil me resulta acercarme a él. Desconfío de la posteridad que se funda en acciones pretéritas, pero sobre todo desconfío del éxito. Las obras de los grandes personajes —sus textos— las puedo examinar como las obras de cualquier persona. ¿Pero cómo examinar acciones pasadas? Sólo existe la prueba de las opiniones en torno a los hechos. No les rehuyo. Pero no les creo, ni los admiro.
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A los vivos que conocemos bien siempre tenemos algo que reprocharles; a los muertos siempre les agradecemos que no nos prohiban el recuerdo."
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1956
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* Para muchos, el Poder es el mal absoluto. Es una idea foucaultiana archisuperrecontrareconocida, y nunca comprendida en su totalidad. ¿Habrá qué decir todavía que la idea de Poder, justamente, no es una idea, sino una puesta en práctica, con su metodología, sus masas y sus formaciones, de una socialización de un mecanismo de multiplicidades? Bueno, Canetti se refiere a ese término, es verdad, un poco gulag, pero bueno, leamos con las líneas, entre líneas.
3 comentarios:
Mario:
Lo que sigue poco tiene que ver con lo que publicaste, pero me llevó a la biblioteca a buscar una melodía familiar que hace mucho no escuchaba, y que en su momento me impactó. Acá va (el subrayado en el libro facilitó un rápido reencuentro):
"La libertad de fracasar siempre tiene un lugar reservado, como por una especie de ley superior: una garantía de escape a cada nuevo cruce. Uno tiende a considerarlo como la libertad del débil que busca su salvación en las derrotas. En la prohibición de la victoria se manifiesta su peculiar forma de ser, su relación especial con el poder. Todos los cálculos nacen de la impotencia y conducen de nuevo a ella."
Elías Canetti, extracto de "El otro proceso de Kafka".
Gracias Sole, la cita es brillante. No coincido en que poco tenga que ver con el texto, porque de la reflexión (esté uno sumido en la derrota o la victoria, como entidad genética) surge la reflexión como propuesta de un mecanismo de pensamiento. No debe importar qué nos sacude de la realidad, sino qué hacemos con ese pequeño terremoto fundacional. Es verdad, los cálculos nacen de la impotencia y vuelven a ella no como impedimento, sino como procedimiento sobre l realidad. Gracias por la cita, un abrazo. Mi mail, por si querés escribirme es marioarteca@hotmail.com
Gracias Mario, tomo nota. Pero cuando sólo se escucha el ruido de "los pequeños terremotos fundacionales", repliques incluidos, poco se tiene para decir. Pero me acabo de desmentir a mi misma, ¿cierto? Bueno, beso y buen viaje Mario.
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