2. Una guerra
También habían ido, pero no de esa forma,
noche tras noche, en una kermesse sin fin,
imaginando el espectáculo que estaba a la vista,
hasta el momento que ella decía que no tenía sentido
decírmelo, porque las obras modernas hacían
que uno se desvistiera, y se fuera con todo
lo puesto a la cama. Así la luz encendida
en la mesita ídem, donde había una mandarina
pelada para cuando volviera. Nadie
me acompañó a tomar el micro aunque
escuchara cada uno de sus pasos. "En realidad,
nunca estudió. Era un chapucero", decía,
y me ganaba el anochecer. Quizá se alegró
de que fueran mal las cosas. Solía repetir
lo difícil que era para una mujer estar sola
en el mundo con tres niños (uno doble).
Ahora plantan un espía en casa, pero
ya se había desembarazado de golpe
de una au pair y ese espía, decidida
a no dejarse arrastrar por la guerra.
En mi presencia no la mencionó; no sabía
qué hacer con ella; y como no conocía el odio
admitía cualquier postura. Y bien, es
la representación de "lo que se ve", todo
muy elástico. "¿Es así?"; "Si"; "¿Cómo
lo sabés?"; "No hay niebla, lo veo todo
con mucha claridad" (Wittgenstein).
Porque conjetura que no hay razones
para la conjetura; lo natural es pensar
en lo que vemos, dijo Ludwig; decía.
La había tomado como un hecho. Sin embargo
este patriotismo es inmaduro, porque ella
era más importante que toda la Argentina.
domingo, 27 de julio de 2008
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