Vuelto casi nómada, traje conmigo una pérdida
de las formas. La riqueza de trajes fue sustituida.
Hay un mundo y una homogeneidad que muestra,
según el temperamento, una uniformidad, indiscutible.
La semejanza de los procesos y el perfeccionamiento
del tráfico comercial, van borrando las diferencias.
En cada uno de los sectores de producción
las antiguas trabas limitan la movilidad,
y las nociones desaparecen.
Las exigencias que nuestro tiempo plantea
a la forma, van más allá de lo regional. Hay
un denominador común que fija la forma del mundo
aparente. Este criterio traspasa las fronteras
de los órdenes anteriores. Y los círculos
quedan encerrados dentro de otro, más amplio.
Nuestras casas y las ciudades irán siendo
cada vez más semejantes, y no por eso
el mundo será aún más monótono.
martes, 26 de diciembre de 2006
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