Primera entrega del texto que el escritor Leonardo Lisboa realizara sobre el extraordinario pensador y sociólogo platense Leonel Ricci. Para aquellos que no lo conocieron, vale la pena publicar parte del prólogo a su obra completa, que lleva el enigmático título de Completa la noche.
1. Preámbulos riccianos
Leonel Ricci (segundo, a partir de la izquierda) en una mesa de posgrado sobre Literatura centroeuropea comparada. Zagreb, 1999.
Como cierto papel al que llaman absorbente, así se muestra el movimiento de la memoria, cuando mencionamos la corta pero intensa vida de Leonel Ricci. "Lo importante es la forma de acumular prestigio", me dijo una mañana de frío proverbial, en uno de los pasillos del viejo Colegio Nacional de La Plata. Leonel era, como yo, un extranjero, y acababa de recibir más de veinte trompadas muy precisas en el rostro, por defender cuestiones de honor en favor de alguien que no lo merecía. Todo un adelanto sobre lo que vendrá. Mientras intentaba convencer a su adversario (un tal Bernardo) para que dejara de castigarlo, Leonel largó esa frase con la misma serenidad con que abriera un grifo para lavarse la cara. De alguna forma, intuyo, debía disfrutar estos episodios que lo colocaban, no de la mejor manera, en el centro de la escena. El mundo-Ricci tiene una deuda exponencial con estos hechos de prácticas autoflagelantes porque, a fuerza de ser sincero, Leonel jamás tenía chances reales de superar a una mole medianamente entrenada como Bernardo.
Leonel Ricci en Gonnet, frente a la casa de Federico Storani, buscando explicaciones. Marzo de 2001.
Era el año 1974, y Leonel se mostraba cercano a ciertos sectores de la Unión de Estudiantes Secundarios. Por entonces, su conciencia política era básica, sin demasiados elementos de discusión; sólo pura simpatía. Fue allí que nos conocimos, en un debate en el salón de actos del colegio, donde un grupo de dirigentes de Montoneros exhortaban a los incrédulos alumnos a militar por la causa nacional y popular. No lo conocía, pero estaba sentado a mi lado, en aquellas butacas revestidas de un cuero finísimo, y alguna cosa hemos charlado porque de ese momento hasta su muerte en 2005, estuvimos muy pendientes uno del otro.
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