Dennis Hopper y Peter Fonda en una escena de The Trip (1967), de Roger Corman. Hopper haciendo de gurú hipersensitivo en medio de un viaje de ácido del bueno de Peter.
sábado, 29 de mayo de 2010
El único tanque Dennis (1936-2010)
lunes, 24 de mayo de 2010
Muerte de Edoardo Sanguineti (precedido de un sueño aeróbico por la Rosada)
Sanguineti es aquel que afirmaba que la operación poética siempre es de carácter mitológico, pero no en un sentido elevado o "sublimado-sublimante", sino en un sentido bajo, y que la temática sexual y onírica va de la mano de lo mitológico. Suscribo eso con relación a la materialidad de los textos de Martín Rodríguez, por esto de recuperar la historia por la fuerza de las imágenes.
Por ejemplo, un fragmento del poema 45 de Reisebilder, sección de Wirrwarr:
(ya no sé dónde y cómo esconderlo, si tú no me ayudas): / yo te lo cuento en seguida, ahora que apenas / lo has comprendido: (y debes comprenderme: éste es mi cuerpo:
También proponía Sanguineti la utilización del trabajo pictórico como estrategia de desarticulación del lenguaje funcional a la poesía, cuando esto era visto como un mero ejercicio de provocación.
3. En uno de sus trabajos más interesantes, Wirrwarr, y especialmente el poema 16 de la sección titulada T. A. T., Sanguineti tematiza montado en la figura del poeta polaco Tadeusz Rózewicz. No se trata de mera erudición, sino de un gesto de ubicación de la lengua escritural de Sanguineti, que se corre del centro de ataque (es decir su matriz, su habla de origen) para diversificarse en diferentes matrices; todo molde parece devolvernos el eco del modelo que serializa el arquetipo, y a partir de allí, Edoardo Sanguineti toma como referencia a este escritor, al que le envía una tarjeta, y una pregunta en alemán, "¿Cómo andás?", o "Wie geht es dir?", que obliga a leer, en silencio, los viejos versos del poeta polaco, como parte de un pacto secreto, íntimo, establecido sin preámbulo entre Sanguineti y Rózewicz. Este poema es un rebote, una mirada refractaria, a lo que Sanguineti, en un reflejo gramsciano, llamaba los efectos de las hegemonías culturales. Sanguineti pensaba que las clases dominantes aspiran a figurar por la fuerza el horizonte de la cultura, y cuando eso no ocurre, o sucede en forma insuficiente, se desata una crisis que consigue acelerar la discusión sobre la experiencia artística. Volver a él, hallar sus textos y su pensamiento, será toda una novedad para aquellos que jamás lo leyeron.
4. El sueño del primer punto poco y nada tiene que ver con Sanguineti, salvo por una cosa: sólo por un registro onírico (la plaza, el aerobic, el malentendido campero, etc.) se puede ingresar a una poética tan compleja, deliberada en sus intenciones, pero por fin huidiza. No es poco pedir, mientras estemos rodeados de contribuciones momentáneas y riesgos menores en el horizonte.
miércoles, 19 de mayo de 2010
Estructura social\Estructura política\Estructura ideológica, por Leonel Ricci. Prólogo de Leonardo Lisboa.
Leonel Ricci (segundo, a partir de la izquierda) en una mesa de posgrado sobre Literatura centroeuropea comparada. Zagreb, 1999.
sábado, 15 de mayo de 2010
Onda corta
jueves, 13 de mayo de 2010
La esfera no es sólo un objeto
domingo, 9 de mayo de 2010
Nunca debe mirarse directo a los ojos
Hay un momento en que el escritor polaco habla de las sociedades modernas, y de su visión de una evolución, un manejo de las variables del sistema de referencias que se mueven de lo fácil a lo difícil.
martes, 4 de mayo de 2010
Los 80 de Gelman
2-¿Qué zonas o libros de Gelman te parecen los más significativos por sus "innovaciones" o propuestas?
Me da la impresión que “Los poemas de Sidney West” y “Fábulas” emparentan a la poesía con ciertas preguntas de la narrativa, por aquello de construir un estilo desde una posición incómoda del escritor. De alguna o otra manera, Juan Gelman pensó que era mejor pivotear el lenguaje oral en la sintaxis, hasta licuarlo, después volverlo intraducible, y luego trazar con ello una nueva cosmogonía del verso.
De esta manera, Gelman propone una poesía que supere su mera capacidad comunicativa. Allí la poesía no es vehículo, sino recurso, artefacto inficionado por la lengua. Es toda una declaración de principios, sin duda, y también es aquello que lo separa de la estética de los 60 y lo promueve hacia la próxima década, en donde su trabajo será toda una formulación de encuadres frente al lenguaje y ante a la realidad imposible del lenguaje.
4-¿Cuáles fueron tus primeras lecturas de Gelman, qué libros, y qué recuerdos e impresiones te quedaron de esos momentos?
El primer encuentro con un poema de Gelman fue a principio de los ’80. Y digo “un poema” porque a veces, oculto en alguna antología, se podía topar con fragmentos de la obra de Gelman. Ese poema fue “María la sirvienta”, editado en una antología de Juan-Jacobo Bajarlía llamada “Canto a la destrucción”, ediciones Puma. Había textos de varios poetas, de diversas épocas, que Bajarlía eligió con referencia a una temática común, pero el poema de Gelman fue un mazazo. Recuerdo cómo me desacomodó encontrar en ese texto una oxigenación del lenguaje diario. En ese poema, el lugar del poeta era un sitio perturbado por la exploración, donde se podía percibir de inmediato un sentido inverso del lirismo, al menos de ese lirismo en el cual me hallaba intoxicado por entonces, donde todo olía a Neruda. No estaba mal, pero al leer “María la sirvienta”, supe que lo que había estado leyendo y escribiendo era insuficiente. Después lo volví a encontrar, como otros tantos, en aquella “Antología consultada de la joven poesía argentina” de Fabril, del año 68, donde él rescata a Madariaga, Pisarello, y a otros que no están incluidos en esa selección. Allí había varios poemas de Gelman, y eso ya resultó todo un panorama.