lunes, 11 de agosto de 2008

Sobre los films de Ozu, por Wim Wenders *

"Tokio era como un sueño y mis propias imágenes me parecen hoy inventadas. Como cuando uno se encuentra, después de mucho tiempo, una hoja de papel en la que alguna vez, al amanecer, escribió un sueño: la lees, extrañado, y no reconoces ninguna de las imágenes allí descriptas, como si se tratara del sueño de otro. (...) El juego apareció tras la derrota en la guerra, cuando el pueblo japonés tenía un trauma que desterrar. Sólo los más hábiles o los más afortunados, y naturalmente los jugadores profesionales, puede alcanzar un número considerable de bolas premiadas y canjearlas luego por cigarrillos, juegos electrónicos o vales que, aunque ilegales, pueden cambiarse por dinero en alguna calle cercana. (...) 'La realidad'. Es difícil que haya un concepto más vacío en inútil que éste en el cine. Todo el mundo sabe, por sí mismo, lo que quiere decir con 'la percepción de la realidad'. Cada cual ve la realidad con sus propios ojos. Uno ve a los demás, sobre todo a la gente que ama; uno ve los objetos que lo rodean, ve las ciudades y los campos donde vive. Uno ve también la muerte, la mortalidad del hombre y la transitoriedad de los objetos. Uno ve y experimenta amor, soledad, felicidad, tristeza, temor. Es decir, cada persona ve, por sí misma, 'la vida'. (...) 'Ozu consideraba muy importante medir el tiempo con la mayor exactitud posible. cada toma se cronometraba y cuando veíamos las secuencias, el tiempo volvía a medirse una vez más. Yo siempre utilicé estas cosas de niños', decía Atsuta, ayudante de los films de Ozu.

Quizá buscaba algo que ya no existía. Hasta tarde aquella noche, y todas las noches siguientes, me perdí en una de las innumerables salas de pachinko, con su ruido ensordecedor, en las que uno se sienta ante la máquina, rodeado de gente, y por esta razón, más solo si cabe, y contempla cómo las incontables bolas de metal siguen su curso entre los clavos, la mayoría perdiéndose fuera y tan sólo unas cuantas alcanzado una meta premiada.


(...)


No me queda el menor recuerdo.
Sencillamente no lo recuerdo ya.
Sé que estaba en Tokio.
Sé que era la primavera de 1983, lo sé".
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* Wim Wenders, y un fragmento de Tokio-Ga, un documental del creador alemán en homenaje al maestro japonés. Extraído de Anuario. Página/30, año 1 número 5. Diciembre 1990.

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