1.
Y quien atiende entre manos
no siempre suplanta asunto sencillo
para otros. Comienzo de frase y residuos,
síntomas, por impronta mueve un azulejo,
norteño. Mayólica, de un alicatado ahora viéndote
en lo puesto, entre medio y un cuarto de camino,
selva-selvaggia. La referencia es estirpe,
matiz y paso, al que pronto quitarán la máscara.
Dámela, otra vez, que con el curso de una nota
sugiere la cenefa a favor de media res: sucumbiste.
Que querés menos: hacer no es realizar.
Este tiempo insufla un reposo de charcos
y cierta llovizna que no cesa.
Se dice edema donde debiera decir paroxismo,
ahora y por siempre, indócil; tildar aquello
imperturbable, no sonoro, tratándose
de una vida cuyo mobiliario es sólo purgatorio
o antesala de relevos. Qué vida
en contraste, qué mayúsculo canje
de identikits, entre siervos y collazos.
A cierta altura, restaurar la mirada será
indicio de una lucha desigual, ninguna guerra
extracta sus señales y apoltrona el sedimento
de ríos cuyas ánimas carecen del mínimo balbuceo.
No es amenaza, es la zarza que arde. ¿Adrede?
No, ese es Deniz, cierto demiurgo, blasón
que reduce lo portátil a la imbricación duchampiana.
Y otra vez el accesorio que incrusta a pico
al arte en privilegio. De nuevo el roce
de la mochila. Pesada remesa, ¿no?, sin embargo
describe, propugna enseres donde antes
colegía la carcoma de sesos para nada.
Dedos pelados encimando una falla de galaxias.
Aquello bien heterogéneo, todo tuyo, corresponde.
El espejo de Kane es solitude a la ene. Será verdad:
réplicas de efigies traban comercio por complacencia;
son los límites del tedio en el instante de volverse,
e indivisible, uno visible.
Y quien atiende entre manos
no siempre suplanta asunto sencillo
para otros. Comienzo de frase y residuos,
síntomas, por impronta mueve un azulejo,
norteño. Mayólica, de un alicatado ahora viéndote
en lo puesto, entre medio y un cuarto de camino,
selva-selvaggia. La referencia es estirpe,
matiz y paso, al que pronto quitarán la máscara.
Dámela, otra vez, que con el curso de una nota
sugiere la cenefa a favor de media res: sucumbiste.
Que querés menos: hacer no es realizar.
Este tiempo insufla un reposo de charcos
y cierta llovizna que no cesa.
Se dice edema donde debiera decir paroxismo,
ahora y por siempre, indócil; tildar aquello
imperturbable, no sonoro, tratándose
de una vida cuyo mobiliario es sólo purgatorio
o antesala de relevos. Qué vida
en contraste, qué mayúsculo canje
de identikits, entre siervos y collazos.
A cierta altura, restaurar la mirada será
indicio de una lucha desigual, ninguna guerra
extracta sus señales y apoltrona el sedimento
de ríos cuyas ánimas carecen del mínimo balbuceo.
No es amenaza, es la zarza que arde. ¿Adrede?
No, ese es Deniz, cierto demiurgo, blasón
que reduce lo portátil a la imbricación duchampiana.
Y otra vez el accesorio que incrusta a pico
al arte en privilegio. De nuevo el roce
de la mochila. Pesada remesa, ¿no?, sin embargo
describe, propugna enseres donde antes
colegía la carcoma de sesos para nada.
Dedos pelados encimando una falla de galaxias.
Aquello bien heterogéneo, todo tuyo, corresponde.
El espejo de Kane es solitude a la ene. Será verdad:
réplicas de efigies traban comercio por complacencia;
son los límites del tedio en el instante de volverse,
e indivisible, uno visible.
_______________________________
3.
Sostenés en la predicción (la ambivalencia
es una). Única, divisible a veces (las menos),
pero las imperfecciones del cárabe reclutan
poesía. En el defecto bracea la piedra,
y no hay prestación ni perífrasis: el punto
de creación propaga el breñal. Así, desnivel
es darse vuelta en dimensión y una obertura
de labios será detector de músculos. Ojo,
e ingestión el brillo de un conato. Hay roce,
o bien espulga la retina. La gatera cuando
arrimo un candil, está cegata; en los intersticios
se prueban ocasiones de repudio. Catar,
paladeo, y hallar en la apetencia lo que mezcla
los códigos. Adagio, no sirve sino para traspasar
flujos (lingual de la cadena, u olvido e indolencia,
modo inconsciente), dux de la mano a su lado.
Dicen, un cuerpo sin órganos es modelo
de muerte, pero tus órganos deponen ninguno.
Catatonia, intensidad-cero para una nueva partida.
On puede ser uno. Ojival. Nunca se acaba
de morir, mientras existan piezas contiguas
al contorno. ¿Yo será otro, entonces,
por la manera de cargarse las puntas
de un edificio santo?
_______________________________Sostenés en la predicción (la ambivalencia
es una). Única, divisible a veces (las menos),
pero las imperfecciones del cárabe reclutan
poesía. En el defecto bracea la piedra,
y no hay prestación ni perífrasis: el punto
de creación propaga el breñal. Así, desnivel
es darse vuelta en dimensión y una obertura
de labios será detector de músculos. Ojo,
e ingestión el brillo de un conato. Hay roce,
o bien espulga la retina. La gatera cuando
arrimo un candil, está cegata; en los intersticios
se prueban ocasiones de repudio. Catar,
paladeo, y hallar en la apetencia lo que mezcla
los códigos. Adagio, no sirve sino para traspasar
flujos (lingual de la cadena, u olvido e indolencia,
modo inconsciente), dux de la mano a su lado.
Dicen, un cuerpo sin órganos es modelo
de muerte, pero tus órganos deponen ninguno.
Catatonia, intensidad-cero para una nueva partida.
On puede ser uno. Ojival. Nunca se acaba
de morir, mientras existan piezas contiguas
al contorno. ¿Yo será otro, entonces,
por la manera de cargarse las puntas
de un edificio santo?
46.
Mundo no amansado u oriundo de término,
o bien síntoma y verborrea cuando sucede
la marcha del lenguaje. De lo materno
a la lengua cultural. Y esto se verifica,
añadiendo en boca de uno, alter ego.
Recordemos, siquiera se echa mano
a la lengua mientras su motor necesario
sea memoria; es decir, de uso, modo.
Así pasa el recurso de la retrospección
sobre un efecto físico que obliga
a examinar estructuras de cambio
y decisión; cierta remoción de categorías.
Repasemos. Un movimiento de zoom
que “pica rápido, devorante” (Sarduy),
su sistema aplicado a la imagen y una
por demás inquieta cámara lenta, más
un diálogo a través de los dos alter ego,
y señalándose que fuera de ellos “el mundo
jamás ha sido”. Esta apreciación se escucha
sin artificios y en ella se entiende todo
despojo como imposición, gabela,
o en términos bélicos, un nuevo revés
a manos de la jerga. Por lo tanto, y aún
visto como “infancia perdida”, todo lugar
en la sintaxis habrá de aludirse, siempre
y cuando ejercicios de recordación
se lleven en forma definitiva.
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39.
Turpissima bestia et cloaca multorum diabolorum
(1525-1532): Melanchton. Su animosidad es
sólo comparable a la incredulidad de Fausto.
Al igual que el Simón de Samaria –Hechos,
Apóstoles- el paisano intentó elevarse por los aires
en Venecia, devorándose a mago rival suyo.
Johan Mennel, in Basilea: Locorum communium
Collectanea. Faz de Lercheimer de Steinfelden,
lugarteniente de Lutero, en Christlich Bedenken
und Erinnerung von Zauberei, reprendiendo
el maestro al médium tras amenazarlo con hacer
volar los platos por el fogaril, de modo que no
prueben bocado los comensales. Praeceptor
Germaniae. Que cierto día en un hostal Fausto
estaba triste contra su costumbre, y le suplica
al mesonero no alarmarse por lo que acontezca
esa noche. Temblor. Y enseguida el mago
hallado sin vida, el cuello retorcido, su rostro
vuelto hacia la espalda, como aquellos a quienes
el diablo estrangula.
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* Poemas de Vinilo, aún inédito.
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