Así se refería Gabriel Bañez con relación a su último libro, "La Cisura de Rolando". Gabriel era un gran escritor y mejor persona, y se fue hace un par de días, aunque recién ayer, muy tarde, vía Horacio Fiebelkorn, supe que decidió pasar a otro estado de las cosas. Era un tipo inteligente, sutil, un engranaje afilado a la hora de contar historias, muy suyas, y nuestras a tal punto que pocos narradores de La Plata supieron qué hacer con esta ciudad que siempre parece insuficiente para la imaginación, y que escritores como Bañez entendieron que enfocar un estilo es la forma particular de dimensionar el detalle. Después, claro, lo de siempre: los que nos quedamos de este lado (¿y qué lado es "éste"?) somos aún más vulnerables a su muerte, y también más pequeños, o mejor: más grandes por la materialidad de su ausencia. Sólo su silencio nos hace hablar, muy mal, en voz alta. En el abrazo a Facundo, su hijo, y Victoria, su hija, este recuerdo del amor con que siempre se refería a la literatura cuando ésta lo involucraba en un libro. 1951-2009, es sólo una cesura en el tiempo, o una cisura, un corte, una abertura hacia otra vida, la nuestra, sin él, lo extrañaremos. En este reportaje de http://www.cuentomilibro.com/, aseguraba que "el humor es el recurso de la desesperación. Y hay algo de anciano en ese recurso de la desesperación".
Gabriel hablando de su último libro, "La Cisura de Rolando", El Ateneo, 2008.
Extraído de www.cuentomilibro.com. Además dejó un excelente blog: http://cortey.blogspot.com/
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