Esto lo leí en su blog, otra vez. No me cansaré de elogiar a este muchacho, pero si insiste lo haré. Ya lo hice. Escribo como Copi en El uruguayo, pero sin talento (para eso debiera decir: "Buenos días, pelotudo", etc.). Enseguida no escribo ni con talento ni como Copi. No escribo aunque esté escribiendo. Está muy bien aquello de que gobernar es gobernar contra sí, porque realmente sucede. Y lo cierto es que ocurre más allá de conquistar la cima con el reflejo de los otros. Hago mi paráfrasis. A veces gobernar es reencararse como un monje de clausura, pero sin monogamias devocionales. Estar en el poder siempre es un ejercicio pagano. Cuando se lee esta pregunta en el post de Martín Rodríguez, El problema, "che, ¿con qué mierda se manchó?", a mí se me congela la sangre, no de horror, sino de extrañeza. Porque justo estaba limpiando una mancha de un pseudo locro que intenté hacer con lo poco de los requechos que me quedaban (no quise salir al Chino a abastecer la olla porque hacía un frío de aquellos. Hace. Bueno días, pelotudo) de alguna cosa, y justo, en el instante preciso, en la eficacia del contacto de un pensamiento con la idea de ese pensamiento, el pibe de Paraguay (esperen, ya estará), Paniagua, Para el lado de las cosas sagradas, Maternidad Sardá, Vapor, etc., pone la imagen de Kirchner en soledad, algunos minutos, o mejor, la pregunta de si Kirchner tiene tiempo para ser lo que fue de pequeño, y si tiene la repentización necesaria, el adn para sacarse de encima el tiempo y poner en orden de prioridades las causales de cualquier vida ordinaria. La diferencia es que no me pregunté por qué de esa mancha de locro sobre la mesa, porque eso es patrimonio de la realidad, al menos la mía. Y esa pregunta de Martín, ese niño pequeñajo, che, ¿con qué mierda se manchó?, me excluye del sistema del poder, me saca del medio de ese oto dispositivo de preguntas, por las cuales ser un animal político es tener la capacidad de involucrarse con un primer asombro, pero en forma infinita, ser un moebius de la reencarnación filial. La pregunta de ese chico, Martín, me pone los pelos de punta. Los pocos que tengo. Y eso de gobernar contra sí, bien, otra vez con esto: no es ser justamente otro, sino construirse en un permanente programa de ejecución de salvedades. Hay que cuidar al compañero, dice El problema. Cuál es el sistema de solidaridad de quien gobierna contra sí mismo. Ese: el sistema que retrae el poder de los obstáculos para volverse nuevas barreras, compañeros para afuera. Si todo esto tiene sentido es justamente llegar al punto en que mirar atrás implica revisar la cantidad de infierno dejado para siempre, y lo próximo a enfrentar. El personaje de Copi, en El uruguayo, dibujaba un pollo en la arena cuando tenía hambre. El poder dibuja en la arena el costo del trazo, y por eso es gesto. Lo concreto lo sigue haciendo la gente. Me dormí. Buenas noches, pelotudo. Debía decir "me duermo", pero es presente. Eso.
jueves, 10 de junio de 2010
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