Estaba repasando en forma rápida este 2009 por demás fructífero, al menos para mí. Para muchos fue un año complejo, para otros desgraciado, para algunos, un año más que interesante, de aquellos que no se repiten, y por ese motivo, mejor levantar el dedo pulgar (como lo hago en la foto con mi hermosa Olivia, en el bar Simón, de La Plata, antes que Araceli o Meli, las mozas de turno en ese momento, no sirvan algo para pasar más drásticamente el verano sofocante y subtropical de la ciudad de Rocha.) Y es mejor levantar ese dedo hacia arriba, sí-positivo, antes que la realidad se transforme en otra cosa, en una laguna de suspenso y malestar, no porque eso vaya a suceder, sino para que no ocurra en forma tan literal. Lo cierto es que desde junio de este año, desde que participé en el Encuentro de Escritores de La Plata, donde mantuve un diálogo público con César Aira, al final de esa reunión literaria, las cosas fueron mejorando en modo dramático. Aira fue mi talismán, como mi hija lo es de una manera habitual. Pronto cumplirá 10 años, y yo, este año, 50. Es toda una cantidad para ella, pero también para mí. Habría que entender qué cosa es ese montón de años que uno acumula y para qué. Incrementar la edad es agobiante, pero hacerlo en forma promenorizada sin que nada te suceda más allá de la acumulación, es en mayor medida una situación fatigosa.
Tuve la suerte de participar, a partir del doble amuleto, de varias reuniones, lecturas, debates, etc., que me ayudaron a reencontrame con gente que quiero y conocer personas que admiro. Más allá de nuevas publicaciones que alimentan el ego personal (siempre agazapado, pero al que tampoco hay que tomarlo así como así, como una fórmula de permanencia en algún sitio indefinido de un parnaso cultural, inexistente), poder escribir poesía o ensayo, o lo que fuere que hago, es una doble satisfacción. Pronto estaremos en Perú, para la salida de Guatambú en vesión incaica, vía la buena gente de Cascahuesos, de Arequipa; en Chile saldrá mediante La Calabaza del Diablo, un texto llamado Nuevas impresiones; después la satisfacción de saber que Horno finalmente puedo verlo en papel y que los muchachos de CILC sacan Cuando salí de La Plata, un chiste pseudo-barroco-collage del que estoy en alguna medida conforme: faltó más, pero de ese todo particionado quedó un breve librito de 32 páginas. Ojalá guste. Ojalá alguna vez, como digo en la dedicatoria, Olivia pueda leerlo; y faltó más: que alguna vez tenga apetito de leerlo. Supongo que ser escritor debe componer una condición solipsista fuerte, y que todo lo que rodea el trabajo escritural está fuera de la mecánica de trabajo. Pero en todo momento surge la necesidad de que quienes más te quieren o creen en vos, deben tener el mismo deseo de leer tu trabajo, como una vocación de proporciones: uno pone mucho y los demás, la misma intensidad. Como eso no es posible, al menos en términos de reciprocidades (y mucho menos de intensidades), lo único que queda es agradecer la atención, paciencia, el estímulo y el respeto por lo que uno hace o puede hacer como escriba y persona. Y por el pequeño o gran tiempo perdido que dispensaron el leer o ver en qué cosa anda este tipo, dentro o fuera del blog. Yo también dispensé mi tiempo, de alguna manera, en ustedes (y después dicen que nadie hace ninguna cosa por el otro: un minuto de bola es un everest de intenciones). Alors, vayan estos nombres como agradecimiento, por distintas razones, desde lo afectivo, lo laboral o porque me crucé con ellos en algún momento de este año: Horacio Fiebelkorn, Martín Rodríguez, Soledad Uranga, Sebastián Morfes, Carlos Battilana, Pablo Chacón, Matías Moscardi, Milton López, García Helder, Silvana Franzetti, Eva Murari, María Medrano, Miguel Vedda, Ángel Oliva, César Aira, Alfredo Jaramillo, Sebastián Uranga, Fernanda Castell, Horacio Preler, Maurizio Medo, José Córdova, la gente de Bajo la luna -Miguel y Valentina- (en 2010, olvidé, sale por allí El pronóstico de oscuridad), Daniel Samoilovich, el gran Gustavo López, Cecilia Eraso, Daniel Freidemberg, Mirta Rosenberg, Néstor Mux, José María Pallaoro, Francisco Cellini, Sergio Chejfec, Silvio Mattoni, Carlos Aprea, Norma Etcheverry, Sandra Cornejo, Carlos Vallina, Fernando Arizaga, César Cantoni, Rodolfo Edwards, Santiago Llach, Damián Ríos, Sergio Raimondi, Marcelo Díaz, Ramiro Quintana, Santiago Matías, Beatriz Vignoli, Roberta Iannamico, Guillermo Pilía, Susana Cella, Cristian de Nápoli, Florencia Castellano, Gonzalo León, Marcelo Montecinos, José Kozer -siempre-, Reynaldo Jiménez -siempre-, Aníbal Cristobo -ídem-, Ana Porrúa, Ramón Tarruella, Francisco Cellini, Luis Maltz, Mauricio Valluzzi, Verónica Stedile Luna, Matías Domínguez, Liliana Lukin, a la gente de CILC -unos fenómenos-, al Gurí Ordenavía, a mis alumnazos de taller, a mis compañeros de Radio Universidad, la gente de la revista Oráculo, la de Mandorla, con Gabriel Bernal Granados a la cabeza, etc. Que el año que se nos viene se replique con ese dedo pulgar hacia arriba que convoco con mi hija, y para los que quieren olvidar el 2009, bien, se fue, ya está, vuelta de página, que la realidad venga como suele hacerlo, dura, extraña y ciclotímica, y que hagamos de ella una nueva construcción colectiva y personal. Y para los que me han dado con un fierro, que preparen más, soportaré tal cosa, tampoco es para ponerse a la defensiva. Aún no es mi turno del ofendido. Chin-chin!
6 comentarios:
Gracias. Muchas (y ésto va con énfasis).
Un abrazo fuerte y la apuesta a que el tiempo no acumule fatigas, sino todo lo contrario: dobleces, cierta entropía, su propio rizoma.
Sole
Un abrazo, Mario, y a redoblar la apuesta para 2010.
¡Chin-chin, Mario! ¡Por un 20/10 for-mi-da-ble!
...¡Y que renuncie el moncobista Redrado!
Así sea, querido José.
Eduardo dear: mi teléfomno sigue siendo el mismo, no sé qué cornos pasó. Te llamo.
Sole: las dobleces del tiempo son la pasta base de nuestra realidad. Es así. Abrazos grande. Sé que el 2010 es todo tuyo.
¡¡Ey qué grata sorpresa encontrarme entre esos nombres!!! También tengo motivos para recordar el 2009 con cariño, a pesar de muchas cosas. Una de ellas fue el comienzo del diálogo con gente como vos.
Un abrazo
Ey, ¡llego tarde al brindis? ya es otoño pleno del 2010, pero bueno, acá estoy, me da gusto compartir tus alegrías y..¡qué linda foto con Olivia!
De paso, éxitos hoy en la lectura de Buenos Aires...y que sigan, los éxitos y los brindis...un abrazo
Norma
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