Dice Dennis Fustenberg (Luxemburgo, Cantón de Esch-sur-Alzette, 1952), en su libro Acciones de dicha beligerante: "lo que no fortalece, me mata", una frase salida del más rancio sentido común. Lejos del ritmo aforístico y refranero de la máxima (lejos, claro está, de la máxima), el discurso está marcado por la debilidad del bien. Y ese debilitamiento del signo positivo del predicamento humano, se inocula a sí mismo, como bien afirma el pensador luxemburgués. ¿Dónde se observa esta maniobra del fluir de pensamiento moderno? En la escenografía industrializada del "mal menor", expuesta en los claustros de las universidades europeas. Tal conformismo con la suerte echada a destino, crea seres de un sonambulismo radical, extremo hasta en el modo de convertir el desánimo en huella de un pervertido optimismo. Y dice Fustenberg, más adelante: "Y si me mata lo que no me fortalece, entonces viviremos sin el presagio del porvenir. El futuro queda disuelto por causa del presente".
viernes, 4 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
Los males menores funcionan como venenos de acción lenta. Cuando querés acordar te duelen las articulaciones, la boca se te puso pastosa (o se te hizo a un lado), se te cayó el pelo y tu piel tomó ese color verdusco que tanto detestan los marcianos.
Me gusta lo que canta Leonard Cohen sobre el futuro, tratándolo de asesino.
Saludos!
Publicar un comentario