jueves, 15 de marzo de 2007

Zapping



Siempre se vuelve a Peter Handke. ¿Qué sucede con él? Su escritura, morosa, plagada de descripciones anodinas, logran que cualquier lector, al abrir alguno de sus libros, lo cierre en los sucesivos minutos. Después, los libros de Hhandke descansan en la biblioteca, o en la mesita del televisor, donde están los textos a los que uno ofrece infinidad de oportunidades. Los textos de Handke evaden el archivo. Pero siempre se vuelve a Handke: hay un momento de la vida de uno en que entiende que los libros de Handke son eso: momentos de la vida de uno; y que gracias a esa afectación de la infinitud, regresar al maestro del ralenti se hace una tarea tan poderosa como levantarse a la mañana, poner la pava en la hornalla, esperar los primeros vapores, verter el agua en el termo y tomar un mate. A veces parece que la "aptitud física" no es materia relevante en Peter Handke, y esto, mezlado sí con una inacción constitutiva de su literatura, confunde a cualquier lector de primeras impresiones. Dicen que es aburrido. ¿No será que no tendremos tiempo para él, como lectores? Cuando conseguimos ese momento perfecto en el que nos vemos reflejados en su tempo, en el tempo de Handke, es cuando nos metemos en su literatura, en sus movimientos sinuosos de un lenguaje, de un idioma, que a veces no tiene curvas, oscilaciones. Volvamos a Handke. Después dejémoslo reposar, en la mesita del televisor. Hagamos zapping para volver a Handke.

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