Y después de mucho sucede esto. Las vacaciones es como meterse sin pesquisa en Three poems, de John Ashbery, u "Horizontes de juguete" de Octavio Armand (regalado hace horas atrás por Reynaldo Jiménez, en una visita con Gaby a La Plata); o "Plexo", del propio tseico. Es estar con Gustavo López (Vox) un día de tempestad increíble y clavarse dos cervezas hablando de libros, y de la gente talentosa que hace libros, muchos. Descansar es salirse del tono, para pasar a otra tensión, una más relevante, es decir, un bajorrelieve. Si aún creemos que ser lector es acumular horas y entrenamiento del ojo, es probable que perdamos lo mejor de las vacaciones: leer es hallar, sin buscarlo, una vieja estructura que era excesiva para nuestros comienzos, pero adecuada para el después. Quién sino la mnemotecnia para desmentir el legado de la memoria. Quien recuerda nunca posibilita otro tipo de presente; quien reconstruye el presente, ejercita el desmontaje del pasado como hormigón de posibles porvenires. En Monte Hermoso todo se puede. El piquillín deja una brasa tan rápida, que apenas uno retrocede ante la idea de que ese fuego alguna vez fue organismo vivo. Nos vemos pronto.
sábado, 13 de febrero de 2010
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