3. Para salir de la clandestinidad (si es que se formulara una salida como código básico de supervivencia) hay que habitar otro lenguaje. En ese aspecto, existieron, como se sabe muy bien, algunas marcas durante la segunda mitad de la dictadura militar; de una escolástica menor en la poesía nacional: el neo-romanticismo (Nosferatu, Último Reino), el cóctel de romanticismo, creacionismo, concretismo y poesía visual (Xul, el grupo Paralengua) y el neobarroco. Después vendrán Diario de Poesía, Libros de Tierra Firme, Último Reino, ésta preferentemente en su rol editorial que de órgano de difusión lírica, etc. El neobarroco construye su máquina de guerra cundo carga contra el habla anterior y, desde ya, la oralidad castrense de entonces. A fuerza de indeterminación (es decir, el movimiento de zigzag de los significantes y el “despliegue de los pliegues” deleuzianos de la época) se transmite bajo el código de un renovado lenguaje corporal algo que nunca se había escuchado: Perlongher.
viernes, 23 de enero de 2009
Deje un mensaje después del tono (I)
3. Para salir de la clandestinidad (si es que se formulara una salida como código básico de supervivencia) hay que habitar otro lenguaje. En ese aspecto, existieron, como se sabe muy bien, algunas marcas durante la segunda mitad de la dictadura militar; de una escolástica menor en la poesía nacional: el neo-romanticismo (Nosferatu, Último Reino), el cóctel de romanticismo, creacionismo, concretismo y poesía visual (Xul, el grupo Paralengua) y el neobarroco. Después vendrán Diario de Poesía, Libros de Tierra Firme, Último Reino, ésta preferentemente en su rol editorial que de órgano de difusión lírica, etc. El neobarroco construye su máquina de guerra cundo carga contra el habla anterior y, desde ya, la oralidad castrense de entonces. A fuerza de indeterminación (es decir, el movimiento de zigzag de los significantes y el “despliegue de los pliegues” deleuzianos de la época) se transmite bajo el código de un renovado lenguaje corporal algo que nunca se había escuchado: Perlongher.
lunes, 19 de enero de 2009
Un poema de Derek Walcott para Obama (traducción de León Félix Batista)
un joven negro al alba con sombrero de paja y overol,
un emblema de imposible profecía, muchedumbre
dividiéndose como el surco arado por una mula,
separándose para su presidente: un campo de algodón
nevado
de cuarenta acres de extensión, de cuervos con presagios predecibles
que el joven labrador desdeña por sus memorables
ancestros de cabellos de algodón, mientras, alineada en una rama, hay
una tensa
corte de búhos con gafas y, en el borde lejano
del campo,
un espantapájaros burlón apunta hacia él con rabia.
El pequeño arado continúa en esta página con líneas
más allá de la tierra quejumbrosa, el árbol del linchamiento, la venganza negra del tornado,
y el joven labrador siente el cambio en sus venas,
corazón, músculos, tendones,
hasta que la tierra yace abierta como una bandera cuando la firme
luz del alba raya el campo y los surcos esperan al sembrador.
Derek Walcott, Ivelisse y León Félix Batista
Out of the turmoil emerges one emblem, an engraving —
a young Negro at dawn in straw hat and overalls,
an emblem of impossible prophecy, a crowd
dividing like the furrow which a mule has ploughed,
parting for their president: a field of snow-flecked
cotton
forty acres wide, of crows with predictable omens
that the young ploughman ignores for his unforgotten
cotton-haired ancestors, while lined on one branch, is
a tense
court of bespectacled owls and, on the field's
receding rim —
a gesticulating scarecrow stamping with rage at him.
The small plough continues on this lined page
beyond the moaning ground, the lynching tree, the tornado's
black vengeance,
and the young ploughman feels the change in his veins,
heart, muscles, tendons,
till the land lies open like a flag as dawn's sure
light streaks the field and furrows wait for the sower.
Nieve penitente
NOTAS:
- La “corte de búhos con gafas” (court of bespectacled owls) del poema se refiere a los jueces de la Suprema Corte.
- Confieso que traduje el grueso del poema en 10 minutos, pero que me estanqué terriblemente en el verso que reza: “a field of snow-flecked cotton forty acres wide”. La razón: el adjetivo compuesto “snow-flecked”, que descompuesto en “snow” (nieve) y “fleck(ed)” (marca, punto, mancha), no me proveía de ningún adjetivo en nuestro idioma. Consulté la traducción al español del poema “Orígenes e historia de la conciencia” de Adrienne Rich, que usa el mismo adjetivo, y el traductor (anónimo) lo resolvió como “vareteado”, de “vareta”, sustantivo femenino de “vara” (swimming under the snow-flecked surface of the pool, que nada bajo la superficie vareteada de nieve). Otros traductores de este mismo poema de Walcott se inclinaron por “nevado”, que fue, aunque insatisfecho, la solución que escogí también (nevado es, sin duda, “snowy”, “of snow”). “Snow fleck” se utiliza a veces para referirse metafóricamente al polvo blanco que cubre ciertos bizcochos, o a la nieve ficticia en los adornos navideños. Pero sospecho que “snow-flecked” (con guión incluido) podría hacer referencia al fenómeno de la llamada “nieve penitente” (“a spike or pillar of compacted snow, firn or glacier ice, caused by differential melting and evaporation”, es decir, “nieve que va formando conos tipo monjes capuchinos y endurecida a hielo”), puesto que una línea antes se habla de “muchedumbre” (crowd) y, según se verá en las imágenes que anexo aquí, la nieve penitente semeja personas de pie. Esto también me acercaría a la traducción anónima de “snow-flecked” por “vareteado”. En fin, que me habría encantado traducir este verso como “un campo de algodón de nieve penitente de cuarenta acres de extensión”, pero habría prolongado peligrosamente la eufonía. Espero no haberme equivocado. Y si así fue, pido perdón, ante los pies de mis lectores, de manera penitente.
martes, 13 de enero de 2009
El pronóstico de oscuridad (IV)
a los antiguos compañeros
Así lo decía: lo pequeño se vuelve grande,
pero la excelencia persevera.
En medio de un silencio mayor el día se construye sereno. Después de las imprecaciones, los truenos, la salva dada por el círculo antediluvial de las aves.
I. Es posible pensar el silencio como una forma de traición. II. Nadie vio la misma ciudad que yo, su crueldad a la hora de remover las cenizas.
1. Difícil obtener la absolución. No la acepto. Nadie vio la espera en fila en medio de la luz comando de una vitrina de retirados, borrando culpas por sus declaraciones.
III. Vi el fuego en la ciudad, y una anarquía de viruta en tilo, “encuentro solaz en el dolor punzante de la añoranza” (Zagajewski), donde caen arañas inspiradas por una trova de pájaros.
No sé cuántos crímenes imagino cometer, pero no es necesario que lo sepan. Aquí no hay criaturas así.
2. Es peligroso recordar cosas de esa índole, salvo aquellas que no serán sencillo reconstruir.
La generación que iba desapareciendo en el pasado tomaba una sola clase de té.
I. La respuesta debe ser la siguiente: niebla sobre los párpados. El horizonte crece, hay más aire, el rocío se desploma sobre el césped de los jardines. Las piedras miran indiferentes los vehículos en novedad. II. ¿El tiempo es asunto pretérito?
III. Los verbos perfectivos no disponen compasión a los vivos.
Hasta donde sé este deseo me abandona, y sin embargo un chorro de agua consigue enderezarse. Por un momento fue primo-hermano del río caudaloso.
1. ¿Quién no sintió alguna vez cierta incapacidad para el repudio? En la ciudad, a veces era lo único que contaba.
2. Las digo igual. Son cosas que no suelen decirse.
viernes, 9 de enero de 2009
Dos de Bronk
Este joven, desde luego, había muerto, signifique eso
lo que quiera. Y noblemente muerto. Creo que debiéramos sentir
que había muerto noblemente. Quizá cayó en batalla,
y esta piedra esculpida lo recuerda
no como pudo haber sido, sino como si fuera a definir
la virtud desnuda que la piedra describe como suya.
Un pie se adelanta, los ojos al frente, los brazos
bajan más allá de la estrecha cintura hasta las manos
que cuelgan en ilimitada plenitud junto a los flanco pesados.
Este joven había muerto, y la piedra sonríe en su muerte
iluminando los labios con el placer de lo logrado:
un fin. Llegar a un fin. Llegar a la muerte
como a un fin. Y al llegar, llevar intacto el peso
pleno de su fuerza y su virtud, el premio del que
sus manos vacías están llenas. Nada se ha perdido,
sino el hogar, y la sonrisa al fin está lograda.
La muerte ahora, de la que nada aún -o nunca- se sabe,
nos deja solos para que pensemos de ella lo que queramos,
y acepta nuestra decisión, modelando la vida para la muerte.
¿Queremos un final? Nos lo da, y toma lo que damos
y lo guarda; y tiene, de este modo, en la vida misma,
una especie de casa del tesoro de graciosa semblanza
lograda y amparada por la muerte para que sea
por siempre bella y completa, como si
al querer en exceso lo perfecto, la forma intacta
fuera idéntica al deseo de muerte, una opción de muerte
como final. Hay otros modos, sabemos los modos
de hacer otra elección para la muerte: informes
o rotos, menos que completos, desmedrados, vivimos
en un mundo sin forma. Sin fin, no esperamos fin alguno.
No esperes, muerte, sonrisa de orgullo
de mí. No llevo nada en mis mano vacías.
(Sin datos del traductor)
La vida me mantiene vivo: todos sus tubos
y cables están conectados a mí y me sostienen
en formas que la vida determina para mis necesidades.
En una cama de tierra, en casa, sus calendarios
y relojes están programados para mí, los variados aires
matinales, vespertinos, cenitales, dentro y fuera;
las estaciones cambian y vuelven, cambian
y vuelven otra vez. Asunto tras asunto las noticias
circulan, describiendo sucesos y no-sucesos,
reportes a veces míos o de otros que conozco.
Comida, desde luego, frecuente. Salada y dulce,
soluble, y otras soluciones a veces
-fluidos correctivos necesarios para restaurar algún balance
quizá perdido. Estoy al tanto aunque
parezca no estarlo. Difícil de creer la oleada
de corriente a través de mis iras, éxtasis,
y temores a veces en la crisis: un tubo defectuosos.
Poder-intemporal, aunque no por mucho, lloraba
por ser restaurado. Marcadores e interruptores aguardan.
Ningún dios se me acerca. Estoy solo.
Versión de Ángel Llorente
lunes, 5 de enero de 2009
Intifada (a no dudar)
domingo, 4 de enero de 2009
"Un papel escrito (...) con huellas de bares mugrientos de Constitución, donde aún permanecían las marcas de los culos de botella" *
http://www.amprovincia.com.ar/reprod_vivofm971lri393.asp
* Fragmento de "Balbuceos (en noviembre), novela de Ramón Tarruella, editada en 2008 por Libros de la talita dorada y Mil Botellas.