Es una suerte narrar a la velocidad del sonido. El tiempo se desmembra, descompone, y cuando uno menos lo advierte, toda la familia de su tiempo está atravesada por aquel detallefuera de sincronía llamado ritmo. El ritmo es aquello a lo que aludía Arturo Carrera en la contratapa de Diario del fumigador de guardia, de Arnaldo Calveyra, y tiene que ver no tanto con un suceso ligado a la puntuación, sino con el modo en que esa puntuación parece desaparecer. Porque en ese fuera de protagonismo de la marcación está el estilo. Se pone en cumplimiento con Aira, con Copi, con Lamborghini, pero también en alguna de las obras del marroquí Abdelkader Benali. No se trata de una comparación, sino de una metodología de búsqueda, porque el que indaga, encuentra símiles en escrituras al parecer opuestas. Por ahora, eso, lean a este hombre que da clase en Holanda, escribe en holandés, y parece árabe, sólo porque es marroquí. La seguimos.
miércoles, 18 de abril de 2007
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