lunes, 26 de octubre de 2009

Grageas tijuanenses (algunas respuestas en distintos blogs de Heriberto Yépez)

Heriberto Yépez

"La literatura latinoamericana no pertenece de lleno a la oxidental. Para usar la expresión de Macedonio Fernández, es “recién venida”. Esa índole tardía la provee de un espíritu de simulacro. No es casual que Borges hable del Doble o que haya proliferado la remezcla y el neobarroco. La literatura latinoamericana es golémica o, ahora usando la expresión de Pessoa, “fingidora”. Esta extemporaneidad la he pensado como estrategia de escribir desde una distancia desfamiliarizadora, una ironía, una capacidad de entrar y salir de la historia de la literatura, de sus técnicas y, sobre todo, de sus géneros. Lo que yo llamo la estrategia apócrifa me permite descontruir y recliclar el canon y lo oxidental.
Pero la estrategia apócrifa no es el allende final. Porque lo apócrifo sigue manteniendo a la escritura en la sombra, en lo pseudo, en seguimiento irónico, si se quiere, pero todavía en (des o anti) modelaje de lo oxidental-capitalista, aunque sea a modo de experimentalismo poético o falsa-novela. Lo apócrifo es sólo una estrategia. Hay algo más. Ultrella u Ojalá. O, porqué no: Condoritense Plop."

Heriberto Yépez, en la Feria del Libro de Tijuana, 2009.

"Combatimos la metafísica, ¡como si no hubiese sido reemplazada por otra cosmografía! La telefísica —que abrevié en Contra la Tele-Visión y que ahondaré en otro lugar— es una doble pérdida. Por la metafísica, perdimos el aquí-ahora en beneficio de un más allá ilusorio. De ahí, siguió la pérdida de ese más allá.Nos quedamos en un limbo, metaforizado sin quererlo por Hollywood o Televisa, en la sensación de que nothing is real y la realidad es algo que tenemos que alcanzar, porque está lejos, inclusive la más inmediata. Esa que diariamente tratamos de conocer a través de la información, que nos trae noticias del Presente General, más allá reloaded y neo-aquí-ahora."
"México se jodió en 1968. En los años sesenta Estados Unidos, con todo y su racismo, reformó su sociedad. Los mexicanos no. Al cerrar la puerta al cambio de mentalidad en 1968 México comenzó a colapsarse. Díaz Ordaz es el mexicano típico. Sin ese cambio no puede haber capitalismo ni socialismo; no puede haber ningún tipo de avance. El gran problema de México es que no sabe actualizarse y, en cambio, condena a los que piden el cambio, los ironiza y aplasta. A México no le quedan muchas décadas. Tomó las decisiones equivocadas, es un Estado terminal."
"Este país ya no tiene cultura. México tiene costumbres que repite; una cultura existe si hay producción de bienestar. Guillermo Bonfil Batalla decía que la cultura es lo que permite transformar un legado, así que si no hay transformación no hay “cultura”. Para que volvamos a tener una cultura el sistema escolar mexicano, desde la primaria hasta la universidad, tendría que incluir programas terapéuticos, de diversa índole, que desprogramen a los jóvenes del legado reaccionario que les entregan costumbres, medios, religión y familia. El problema central de México es que no sabe construir una masculinidad ni una femineidad sanas. El varón se mantiene en un nivel infantil que oculta mediante la sobreactuación de clichés, el “machito”, y la mujer renuncia a su fuerza para volverse su “vieja”. Si deseamos una nación líder, o al menos con empleados eficientes, tiene que haber un severo cambio en la mexicanidad. Si queremos capitalismo, debemos desmantelar Televisa. Si deseamos algo superior al capitalismo, entonces habrá que desmantelar totalmente la llamada “mexicanidad”."

lunes, 5 de octubre de 2009

El sentido cívico o cómo el rabino Bergman ataca de nuevo

אחת

No quiero reiterarme hasta el hartazgo, pero así son las cosas. Alguna vez dije que el rabino Sergio Bergman es el verdadero jefe de la oposición. Lo suscribo again. Y mañana ejercerá ese rol cuando estigmatice el sentido común, ya vapuleado, en contra de la Ley de Medios Audiovisuales, en una convocatoria amplificada por los medios que suele defender el rabino, cada vez que Elisa Carrió regresa de sus retiros espirituales. El rabino Bergman no actúa solo. El rabino Bergman comparte el spa con Elisa. Para Elisa. Temo que el rabino Bergman haga circular en la marcha de mañana hacia el Parlamento, ese pobrísimo (intelectual, de segunda mano) Glosario Cívico, que está enchinchado en su página como si fuese la construcción axiológica de Husserl, o mejor, de Martin Buber. Pobre Buber, de haberlo sabido, sus pestañas se hubiesen quemado con otros fines, y no el de propagar la especulación improductiva del sentido plural de los individuos. El rabino Bergman confunde el sentido común con la democracia y el derecho a opinar con la libertad de expresión. "Nos transformamos a nosotros mismos en plena conciencia", dice el super-rabino en el tópico berreta de su glosario, titulado "Conciencia cívica". Vean el video. Es una especie de Resumen Lerú sobre el pensamiento emersoniano. La diferencia es que a Emerson se le ocurrió hacer una filosofía sobre el conocimiento del propio yo, y en cambio a Bergman se le ocurrió construir un yo que equivalga a una filosofía del sentido común. El rabino Bergman cree que la democracia es la base de una filosofía que parte del conocimiento de sí mismo. Ya lo pensó Barylko, y no sobrevivió para contarlo con lujo y con detalles. Y justamente por eso, Sergio Bergman afirma que tener conciencia "es asumir que la realidad se transforma cuando nos transformamos nosotros mismos a plena conciencia". Obsérvese la ligereza (pobreza) del pensamiento donde otros buscaron estructurar un concepto más abundante respecto de la conciencia. Pero desde la ciencia política el término conciencia cívica sugiere ser el órgano que establece el derecho a la igualdad natural, "al ser expresión de la voluntad general del cuerpo político". Y para que esto siga teniendo sentido, debe haber respeto y apego a la ley. Lo que se escuche mañana, suponemos, no tendrá nada que ver con esto. Allí podrá develarse una extraordinaria contradicción en el corazón de una sociedad: el derecho a peticionar no otorga el derecho a acumular peticiones. Nuestras madres decían lo desagradable de un niño señalando a un adulto. Con el tiempo, aquellos niños se verán liberados del reglamento familiar, e incluirán nuevas formas de apuntar en el nombre del Padre. Es lo que el super-Rab llama "trazabilidad cívica", o en un lenguaje más pedestre, apretar al ciudadano. La "trazabilidad cívica" es, para Bergman, "auditar amigablemente al habitante que se convierte en ciudadano para registrar y darle respuesta, contención y seguimiento a sus actividades".

שתיים

Pero lo más preocupante es la tercerización de dos apotegmas de la permeabilidad del pensamiento democrático: el bien común y el sentido común. El primero se vincula al deber de toda organización de poder llamada gobierno; el segundo, está más emparentado con el haber en democracia, si destacamos que en toda expresión plural de la sociedad, quien no tiene sentido común, pierde el sentido. Para Platón, el bien común es aquello que "trasciende los bienes particulares"; además apunta a que la felicidad debe ser, hasta cierto punto, independiente de la felicidad de los individuos. El rabino Bergman sale del spa cordobés con la Niña Santa y olvida la independencia de opinión para resolver la felicidad de las almas particulares. No todo proceso colectivo se mide en cantidad de manifestantes, sino en la capacidad de llevar adelante la gestualidad de la protesta. De ese gesto se encargará la televisión. Habrá una narrativa acorde a la manera de enfocar y, como la literatura (mucho más el cine), también se conoce hasta el último resquicio de funcionamiento de la opinión pública.


שלוש

El rabino Sergio Bergman debe haber sido un tomista encubierto, una especie de Jacques Maritain en un kibbutz menemista. Para Maritain, la persona "...posee una dimensión trascendente a todo lo material. Así es que el Estado que incluye en sí mismo a los individuos, ha de tener como fin a la persona". Esto suena excelente si no fuera porque esa corriente filosófica proponía una particular mirada del individuo. Esa corriente afirmaba que el hombre "no está totalmente ordenado a la sociedad política, por cuanto es en sí mismo y por cuanto hay en él". Es lo que Emmanuel Mounier llamaba "personalismo". Y el rabino de la oposición es un tomista del personalismo. Recuerdan cuando Rab decía: "A algunos sectores no les importa que tengamos seguridad. Sólo se ponen a llorar delante de los micrófonos (...) Algunos sectores quieren sacar lucro político de la inseguridad; dicen que tienen proyectos, pero no los presentan".

Esto lo dijo en marzo de este año, y lo dijo ante una multitud, y allí denunció que la Casa Rosada tenía su Nerón, etc. La inseguridad dejó de ser parte primordial en una agenda de transición (como diría Macri), y a Rab ni le interesó un rábano hacer el seguimiento de los múltiples planes de seguridad que jamás se presentaron en estas elecciones. Sergio Bergman es un rabino bastante conveniente: recuerda lo inmediato como pasado y olvida el pasado como posibilidad de futuro. El rabino Bergman sigue en el spa con la ex líder de la oposición. El rabino Bergman cree que la libertad de expresión está amenazada, pero por razones distintas al ciudadano común. Rab Bergman tiene interés en que el Licenciado Carlos Ick, Director Titular y Miembro Titular del Comité Ejecutivo del Banco de Santiago del Estero, y accionista de esa entidad bancaria y también del Nuevo Banco de La Rioja, siga apostando con su Fundación Cultural Santiago del Estero, la apetencia política del rabino que responde cualquier inquietud ciudadana. El licenciado Ick (38 años) es titular de Canal 7 de Santiago del Estero. Además es Director Titular y miembro del Comité Ejecutivo de EDESE S. A. (Compañía distribuidora de electricidad), Vice-Presidente del Directorio de Mercurio S.A. Tarjeta Sol y accionista de Tele Imagen Codificada S.A. El blog de Bergman recibe aportes de Ick. El rabino está indignado por la posibilidad de que haya una Ley Mordaza para sus negocios.


ארבע

La marcha será nutrida. Para el rabino Sergio Bergman la idea filosófica acerca del encuentro, concebida por Martín Buber, no encierra ningún problema filosófico. Ya no importa la determinación del sujeto con relación al otro, o la posición ética de la responsabilidad, porque vivimos otro mundo, donde personas como Bergman se apoderan del lenguaje común para darle sentido, y promover así una nueva escala de bienes espirituales en democracia. El temor, aquí, es que se configuren nuevos axiomas montados en la idea de un falso pluralismo (por ej: "los delincuentes tienen derechos humanos, y nosotros?"; o sino: "la desigualdad también es un derecho humano violado". A eso me refiero: a la utilización de sentido común como bien común, es un arma de doble filo, y en manos de fieles de la causa -vaya uno a saber cuál- como Bergman, puede tener consecuencias catastróficas. No hay que excusarse, sólo hay que decir que en democracia cada frase vale por su peso propio. No tengamos miedo a desmentir el sentido común.)
Y bien, suerte para mañana. Seguro Bergman nos dará la excusa necesaria para seguir escribiendo sobre su apetencia de ser escuchado. El rabino Sergio Bergman preferiría defender a grupos económicos con tal de garantizar su libertad de expresión. Lo sabíamos, lo sabemos aún más, ahora, ya de regreso del spa mediterráneo, con las ideas ordenadas, siempre ordenadas.